Respiro profundo. Era mas probable que lograra calmarla si su infame temperamento no asomaba, pero, mas bien en su actual estado mental, era propenso a destrozarla alli mismo, y no seria justo.
– Ella volvera a casa de esta forma -le dijo.
La graciosa mano de su madre se alzo hasta la garganta, un signo seguro de que estaba atrapada entre lo que queria y lo que pensaba que era correcto.
– Pero es tan extremo.
– ?La quieres durmiendo en su propia cama? ?La quieres en el lugar en el que deberia estar? -La voz empezo a perforar el aire-. ?O quieres que se quede con la Hermandad? Esos son guerreros,
Cuando su
– Pero Rehvenge, hable con ella. No quiere volver a casa aun. Y ellos son hombres de honor. En el Antiguo Pais…
– Ya ni siquiera sabemos quien forma parte de la Hermandad.
– Ellos la salvaron.
– Entonces pueden devolverla a su familia. ?Por el amor de Dios!, es una mujer de la aristocracia. ?Piensas que la
Y que enredo habia resultado de eso. El macho habia sido totalmente indigno de ella, un completo idiota, y aun asi el bastardo se las habia arreglado para salir del aprieto sin que mediara palabra. Por otro lado, habian cuchicheado acerca de Bella por meses, y aunque ella pretendia que no le preocupaba, Rehv sabia que si le habia molestado.
Odiaba a la aristocracia en la que se hallaban atrapados, realmente la odiaba.
Sacudio, enojado consigo mismo, la cabeza.
– Nunca debio haberse mudado de esta casa. Nunca debi haberselo permitido.
Y ni bien la tuviera de vuelta,
Rehv consulto el reloj, aunque sabia que era tarde para esos asuntos. Haria la peticion de
– Rehvenge…
– ?Que?
– La alejaras.
– Imposible. Una vez que me haga cargo de esto, no tendra otro lugar adonde ir aparte de esta casa.
Tomo el baston e hizo una pausa. Su madre se veia tan desdichada, que se inclino y la beso en la mejilla.
– No te preocupes por nada,
Madalina nego con la cabeza. Con una voz reverente dijo:
– No hasta que cruce el umbral. Podria ofender a la Virgen Escriba, al asumir que retornara a salvo.
Contuvo una maldicion. La devocion de su madre a la Madre de la Raza era legendaria. ?Demonios!, deberia haber sido un miembro de los Elegidos con todas sus plegarias, reglas y temores de que una palabra desdenosa podria atraer ciertas desgracias.
– Como quieras -le dijo, inclinandose sobre el baston y dandose la vuelta.
Se movio lentamente por la casa, confiando en los diferentes tipos de suelos para que le dijeran en que habitacion se encontraba. Habia marmol en el vestibulo, una alfombra Persa en el comedor, un ancho entarimado de dura madera en la cocina. Usaba la vista para que le dijera que sus pies estaban solidamente apoyados y que era seguro depositar todo su peso en ellos. Levaba el baston para el caso de que juzgara erroneamente y perdiera el equilibrio.
Para entrar en el garaje, se sostuvo en el marco de la puerta antes de bajar un pie y luego el otro para descender los cuatro escalones. Despues de deslizarse dentro del Bentley a prueba de balas, acciono el remoto para abrir la puerta y espero a que se abriera para salir.
?Maldicion! Deseaba mas que nada saber quienes eran esos Hermanos y donde vivian. Iria alli, derribaria la puerta y les arrebataria a Bella.
Cuando pudo ver el camino de entrada detras de el, puso la marcha atras del sedan y apreto el acelerador tan fuerte que las llantas chirriaron. Ahora que estaba detras del volante, podia moverse a la velocidad que deseaba. Rapido. Ligero. Sin necesidad de andar con cautela.
El extenso prado se veia borroso mientras corria por el sinuoso camino hacia las puertas, que estaban ubicadas detras de la calle. Tuvo que detenerse un instante mientras las cosas se abrian; luego doblo por Thome Avenue y continuo hacia abajo por una de las opulentas calles de Caldwell.
Para mantener a su familia a salvo y que nunca les faltara nada, trabajaba en cosas despreciables. Pero era bueno en lo que hacia, su madre y hermana merecian la clase de vida que tenian. Les proporcionaria cualquier cosa que quisieran, les consentiria cualquier capricho que tuvieran. Por demasiado tiempo las cosas habian sido muy duras para ellos…
Si, la muerte de su padre habia sido el primer regalo que les habia dado, la primera de muchas maneras que habia mejorado sus vidas y mantenido a salvo de todo dano. Y no cambiaria de rumbo ahora.
Rehv tomo un atajo y se dirigia hacia el centro cuando su nuca empezo a hormiguear. Trato de ignorar la sensacion, pero en cuestion de momentos se condenso en un estrecho apreton, como si le hubieran colocado un tornillo en la parte superior de la espina dorsal. Levanto el pie del acelerador y espero que se le pasara la sensacion.
Luego ocurrio.
Con una punzada de panico, su vision se convirtio en sombras de rojo, como si le hubieran puesto un velo transparente sobre la cara: las luces de los autos que venian de frente eran de neon rosa, la carretera de un color herrumbre empanado, el cielo un clarete como vino borgona. Consulto el reloj digital cuyos numeros ahora tenian un brillo rubi.
Pestaneo y se froto los ojos. Cuando los volvio a abrir, carecia de percepcion en profundidad.
Tiro del volante hacia la derecha y entro en un desmantelado centro comercial, el mismo en que se encontraba la Academia de Artes Marciales Caldwell antes de que se incendiara. Apago las luces del Bentley y condujo detras de los extensos y angostos edificios, estacionando al nivel de los ladrillos para el caso de que tuviera que salir de prisa, lo unico que tenia que hacer era pisar el acelerador.
Dejando el motor encendido, se quito el abrigo de marta cibelina y la chaqueta del traje, luego se arremango el brazo izquierdo. A traves de la niebla roja abrio la guantera y saco una jeringa hipodermica y un trozo de banda de goma. Le temblaban tanto las manos, que dejo caer la aguja y tuvo que agacharse para levantarla del suelo.
Palmeo los bolsillos de la chaqueta, hasta que encontro un frasco de dopamina neuro-moduladora. Lo Puso en el salpicadero.
Le llevo dos intentos abrir el paquete esteril de la hipodermica, y casi rompe la aguja mientras la introducia a traves de la superficie de goma de la tapa de la dopamina. Cuando la jeringa estaba llena, envolvio la banda de goma alrededor de su biceps, usando una mano y los dientes; luego trato de encontrarse la vena. Todo era mas complicado, debido a que estaba trabajando en un campo visual plano.
No podia ver lo suficientemente bien. Todo lo que veia enfrente de el era… Rojo.