Rojo… rojo… rojo. La palabra se disparo en su mente, golpeando en el interior de su craneo. Rojo era el color del panico. Rojo era el color de la desesperacion. Rojo era el color de su odio a si mismo.

Rojo no era el color de su sangre. No en ese momento, de ninguna forma.

Reganandose a si mismo, se toco el antebrazo buscando una plataforma de lanzamiento para la droga, una super carretera que enviara la mierda hacia los receptores del cerebro. Salvo que sus venas estaban hundiendose.

No sintio nada cuando se hundio la aguja, lo cual era tranquilizador. Pero luego vino… un pequeno pinchazo en el lugar de la inyeccion. El entumecimiento en el que se mantenia estaba a punto de terminar.

Mientras buscaba debajo de su piel, una vena que pudiera utilizar, empezo a sentir su cuerpo: la sensacion de su peso en el asiento de cuero del auto. El calor quemando sus tobillos. El rapido aliento moviendose dentro y fuera de su boca, secandole la lengua.

El terror hizo que empujara el embolo y soltara el torniquete de goma. Solo Dios sabia si lo habia hecho en el lugar correcto.

Con el corazon golpeandole en el pecho miro el reloj.

– Vamos -murmuro comenzando a mecerse en el asiento del conductor-. Vamos… haz efecto.

Rojo era el color de las mentiras. Estaba atrapado en un mundo de rojo. Y uno de estos dias la dopamina no iba a funcionar. Estaria perdido en el rojo para siempre.

El reloj cambio los numeros. Habia pasado un minuto.

– Oh, mierda… -Se froto los ojos como si eso pudiera traer de regreso la profundidad a su vision y el espectro normal de color.

Su movil sono y lo ignoro.

– Por favor… -Odiaba la suplica en su voz, pero no podia pretender ser fuerte-. No quiero perderme…

De repente su vision regreso, el rojo escurriendose de su campo visual, retornando la perspectiva tridimensional. Fue como si la maldad hubiera sido absorbida fuera de el y su cuerpo se hubiera paralizado, las sensaciones evaporandose hasta que lo unico que le quedo eran los pensamientos en su cabeza. Con la droga, se volvia un bulto que se movia, respiraba y hablaba y benditamente, solo tenia cuatro sentidos por los que preocuparse ahora, ese toque habia sido recetado como quemador.

Se derrumbo contra el asiento. El estres por el secuestro de Bella y el rescate, se habia apoderado de el. Era por eso que el ataque lo habia golpeado tan fuerte y rapidamente. Y tal vez necesitara ajustar la dosis nuevamente. Iria a Havers a consultar acerca de eso.

Paso un rato antes de que fuera capaz de llevar el auto hacia la entrada. Mientras salia del desmantelado centro comercial y se deslizaba dentro del transito, se dijo a si mismo que solo era otro sedan en una larga fila de autos. Anonimo. Igual que cualquier otro.

De alguna forma la mentira lo alivio… y aumento su soledad.

En un semaforo, consulto el mensaje que le habian dejado.

La alarma de seguridad de Bella habia sido apagada por una hora mas o menos y recien habia vuelto a encenderse. Alguien habia estado en su casa otra vez.

Zsadist encontro el Ford Explorer negro, aparcado en el bosque como a trescientas yardas del acceso a la entrada del camino de una milla de largo de la casa de Bella. La unica razon por la que habia encontrado la cosa era porque habia estado explorando el area, demasiado inquieto para irse a casa, demasiado peligroso para estar en compania de alguien mas.

Un juego de huellas en la nieve iba en direccion a la granja.

Se hizo una visera con las manos y miro el interior del auto a traves de la ventanilla. La alarma de seguridad estaba activada.

Debia de ser el vehiculo de uno de esos Lessers. Podia oler el dulce aroma de ellos por todo el auto. Pero con un solo par de huellas, ?tal vez el conductor habia dejado a sus companeros, y luego lo habia escondido? ?O tal vez el SUV habia sido movido desde otro lado?

Como fuera. La Sociedad volveria en busca de su propiedad. ?Y no seria genial saber a donde demonios se dirigian con el? ?Pero como podria rastrear la maldita cosa?

Se puso las manos en las caderas… y su mirada se detuvo casualmente en la cartuchera que llevaba en el cinturon.

Mientras levantaba el movil, penso con carino en Vishous, ese maestro de las artes, sabio tecnologico hijo de puta.

Necesidad, la madre del ingenio

Se desmaterializo debajo del SUV para dejar el minimo posible de huellas en la nieve. Mientras su peso era absorbido por su espalda, se encogio. Este hombre, iba a pagar por el pequeno viaje a traves de la puerta Francesa. Y por el golpe en la cabeza. Pero habia sobrevivido a cosas peores.

Saco una linterna y miro alrededor del armazon inferior, tratando de escoger el lugar adecuado. Necesitaba algo lo suficientemente grande y no podia estar cerca del tubo de escape, porque incluso con el frio que hacia, esa clase de calor podia ser un problema. Por supuesto, habria preferido meterse dentro del Explorer y poner el movil debajo de un asiento pero el sistema de alarma del SUV era una complicacion. Si lo cortaba podia no ser capaz de restablecerlo, por lo que los Lessers sabrian que alguien habia estado en el auto.

Como si la ventanilla golpeada no fuera una pista.

Maldicion… Deberia haber hurgado en los bolsillos de esos Lessers antes de apunalarlos hasta hacerlos caer en el olvido. Uno de esos bastardos debia tener la llave. Solo que habia estado tan enojado, que se habia movido demasiado rapido.

Z maldijo, pensando en la forma en que Bella lo habia mirado despues de que hubiera masticado al asesino en frente de ella. Sus ojos se veian enormes en su palida cara, su boca floja por la conmocion por lo que el habia hecho.

El problema era que el trabajo que hacia la Hermandad protegiendo a la raza era sucio. Era enredado y desagradable y a veces confuso. Siempre sangriento. Y encima de todo eso, habia visto la lujuria asesina en el. De alguna forma, estaba dispuesto a apostar que eso era lo que la habia perturbado mas.

Concentrate, maldito idiota. Vamos, quitatela de la cabeza.

Z husmeo alrededor un poco mas, moviendose debajo del Explorer. Finalmente encontro lo que estaba buscando: un pequeno hueco debajo del tren delantero. Se saco la cazadora, envolvio el movil, y empujo el atado dentro del agujero. Comprobo el testigo improvisado para asegurarse que estaba alli dentro bien y ajustado, luego se desmaterializo saliendo de debajo del SUV.

Sabia que el arreglo no iba a durar mucho alli abajo, pero era mucho mejor que nada. Y ahora Vishous seria capaz de rastrear el Explorer desde la casa, porque ese pequeno Nokia bala de plata tenia un chip GPS en el.

Z se irradio hacia el borde del prado para poder ver la parte de atras de la granja. Habia hecho un buen trabajo de remiendo en la arruinada puerta de la cocina. Afortunadamente el marco todavia estaba intacto, asi que habia sido capaz de cerrarla y de restablecer los sensores de la alarma. Luego encontro una lona plastica en el garaje y cubrio el monstruoso agujero.

Arreglado, pero no del todo.

Era gracioso… No pensaba que pudiera tener exito si tratara de rehabilitar la opinion que tenia Bella acerca de el. Pero… maldita fuera… no queria que pensara que era un salvaje.

En la distancia, dos faros doblaron en la Ruta 22 y brillaron por la larga senda privada. Cuando llego a la casa de Bella el auto aminoro la marcha, luego tomo por su camino de entrada.

?Ese era un Bentley? Penso Z. Seguro se parecia a uno.

Amigo, ?un auto tan caro como ese? Debia ser un miembro de la familia de Bella. Sin duda habian sido avisados que la alarma de seguridad habia sido desconectada por un rato y luego vuelta a activar hacia unos diez minutos.

Mierda. Ese no era un muy buen momento para que alguien hiciera un recorrido de inspeccion. Con la suerte de Z, los Lessers podian escoger justo ese momento para regresar a buscar el SUV… y decidir conducir… cerca de la granja por placer y diversion.

Maldiciendo por debajo del aliento, espero a que se abriera una de las puertas del Bentley… pero

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