– Entonces estas diciendo que en una semana un monton de vampiros se van a reunir. Haciendo una especia de cancioncilla-y-baile. Rezando a la Virgen Escriba.

– Si.

– ?Comiendo manzanas?

– A mi entender si.

O se froto la nuca. Habia sido reticente sobre plantear todo el asunto de convertir-a su-mujer-en-un-amigo durante la sesion con el Omega. Necesitaba averiguar primero si estaba viva, y luego trabajar sobre algunos giros del concepto. Obviamente, el problema potencialmente insuperable era que ella era un vampiro, y el unico contrapunto que el podia hacer de eso el arma secreta final. ?Una hembra de su propia especie? Los Hermanos nunca la verian llegar…

Aunque, claro esta, que eso solo seria un argumento para el Omega. Su esposa nunca pelearia con nadie excepto con el.

Sip, el proyecto seria como una venta agresiva, pero una cosa que tenia a su favor era que el Omega estaba abierto a los halagos. ?Entonces no seria un gran y refrescante sacrificio en su honor hacer maravillas para suavizarle?

U todavia estaba hablando.

– … estaba pensando que podria verificar en los mercados…

Mientras U hablaba y hablaba, O empezo a pensar en veneno. En un monton de veneno. En una cuba llena.

Manzanas envenenadas. ?Cuantas Blanca nieves estarian?

– ?O? ?Esta ahi?

– Sip.

– Entonces me voy a los mercados y averiguo cuando…

– No ahora no. Lemme le dira lo que tiene que hacer.

Cuando Bella abandono el estudio de Wrath temblaba de furia, y ni el rey ni Tohr trataron de detenerla o de hacerla entrar en razon. Lo cual probaba que eran varones sumamente inteligentes.

Camino pesadamente por el hall, con los pies desnudos, hacia la habitacion de Zsadist, y luego cerro la puerta de golpe, fue por el telefono como si fuera un arma. Marcando el numero de su hermano.

Rehvenge descolgo y contesto bruscamente.

– ?Quien eres y como has conseguido este numero?

– No te atrevas a hacerme esto.

Hubo un largo silencio. Entonces:

– Bella… yo… espera un segundo. -Un sonido arrastrado se oyo a traves del telefono; entonces dijo en voz cortante-, mejor que acabe ahora mismo. ?Queda claro? Si tengo que ir tras el, no le va a gustar. -Rehvenge se aclaro la garganta y regreso-. Bella, ?donde estas? Dejame que vaya a buscarte. O dile a uno de los guerreros que te lleve a nuestra casa y nos encontraremos alli.

– ?Piensas que voy a ir a algun sitio cerca de ti ahora?

– Es mejor que la alternativa -dijo desagradablemente.

– ?Y que es?

– Los Hermanos te traeran a mi a la fuerza.

– ?Por que estas haciendo…

– ?Por que estoy haciendo esto? -con su voz profundamente grave, exigentemente grave, a la que ella estaba acostumbrada-. ?Tienes alguna idea de lo que han sido estas ultimas seis semanas para mi? ?Sabiendo que estabas en manos de esas malditas cosas? ?Sabiendo que puse a mi hermana… a la hija de mi madre… en esa situacion?

– No fue tu culpa…

– ?Deberias haber estado en casa!

Como siempre, el chorro de furia de Rehv la estremecio, y recordo que en un nivel basico su hermano siempre la habia asustado un poco.

Pero entonces lo oyo aspirar profundamente. Y otra vez. Entonces una extrana desesperacion se arrastro en sus palabras.

– Jesus, Bella… solo vuelve a casa, Mahmen y yo, te necesitamos aqui. Te anoramos. Nosotros… yo necesito verte para creer que estas realmente bien.

Ah, si… Ahora su otro lado, el que realmente amaba. El protector. El proveedor. El brusco y compasivo macho que siempre le habia dado lo que habia necesitado.

La tentacion de someterse fue fuerte. Pero entonces se imagino a si misma sin permiso para salir de la casa otra vez. Lo cual era algo malditamente capaz de hacerle.

– ?Rescindiras la orden de aislamiento?

– Podemos hablar de eso cuando duermas otra vez en tu cama.

Bella agarro el telefono.

– Eso significa no, ?verdad? -Hubo una pausa-. ?Hola? ?Rehvenge?

– Solo te quiero en casa.

– Si o no, Rehv. Dimelo ahora.

– Nuestra madre no sobrevivira a algo asi otra vez.

– ?Y tu crees que yo si? -le replico bruscamente-. ?Perdoname, pero mahmen no fue la que acabo con el nombre del lesser tatuado en su estomago!

En el momento en que las palabras salieron de su boca, se maldijo. Bien, esa clase de oportunos detallitos iban seguramente a llevarlo alli. Que manera de negociar.

– Rehvenge…

Su voz estaba completamente helada.

– Te quiero en casa.

– Acabo de estar en cautividad, no voy a enjaularme voluntariamente.

– ?Y que vas hacer al respecto?

– Presioname un poco mas y te enteraras.

Termino la llamada y golpeo el inalambrico con la mesa.

– ?Maldito!

En un alocado impulso, agarro el receptor y lo hizo girar, preparada para arrojarlo a traves del cuarto.

– ?Zsadist! -agarro como pudo el telefono, atrapandolo, sujetandolo contra el pecho.

De pie silenciosamente al lado de la puerta, Zsadist llevaba unos pantalones cortos para correr e iba sin camiseta… y por alguna absurda razon tambien se dio cuenta de que no llevaba zapatos.

– Tiralo si quieres.

– No. Yo… ah… no. -Se dio la vuelta y lo coloco en el pequeno soporte, llevandole dos intentos el conseguirlo.

Antes de volverse hacia Zsadist otra vez, penso en el, agachado sobre ese lesser, golpeandole hasta la muerte… Pero entonces recordo que le habia traido sus cosas de casa… llevandola alli… y le habia dejado tener su vena aunque se volvio loco por la invasion. Mientras se movia a su alrededor, fue enredandose en su red, atrapada entre la bondad y la crueldad.

El rompio el silencio.

– No quiero que te escapes en medio de la noche a causa de lo que tu hermano haya decidido. Y no me digas que no era eso en lo que estabas pensando

Maldito, era listo.

– Pero tu sabes lo que quiere hacerme.

– Sip.

– Y por ley la Hermandad tendra que entregarme, asi que no puedo quedarme aqui. ?Piensas que me gusta la unica opcion que tengo?

?Excepto que a donde iria?

– ?Que hay de malo en ir a casa?

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