El problema era, que estar fuera de la barrera solo en las calles no era un buen plan, no con el humor que tenia. Estaba tan frio como el tiempo.

Unos pocos minutos despues, las voces bajaban por el pasillo, y John aparecio por la esquina con una mujer mas mayor. El pobre chico parecia como si hubiera pasado por un ring. Llevaba el pelo levantado como pinchos, como si se hubiera estado pasando las manos por el, y la mirada fija en el suelo. Llevaba aquel cuaderno agarrado al pecho como si fuera un chaleco antibalas.

– Asi que nos veremos en la proxima cita, John -dijo la voz femenina muy suavemente-. Despues de que hayas pensado sobre ello.

John no contesto, y Butch olvido su propia mierda quejica. Cualquier cosa que hubiera pasado en esa oficina todavia estaba ahi, y el chico necesitaba un companero. Abrazo al chico tentativamente, y cuando John se inclino hacia el, todos los instintos protectores de Butch se alzaron y gruneron. No le importaba que aquella terapeuta se pareciera a Mary Poppins; queria gritarle por trastornar a un chico pequeno.

– ?John? -Dijo ella-. Tendras que ponerte en contacto conmigo para la proxima.

– Si, te llamaremos -murmuro Butch. UAH-Hugh [11], vale.

– Le dije que no hay prisa. Pero creo que debe volver.

Butch le echo un vistazo a la mujer, claramente molesto… solo al encontrar sus ojos se espanto toda la mierda de el. Eran tan malditamente serios, tan graves. ?Que demonios habia ocurrido en esa sesion?

Butch miro a la parte superior de la cabeza de John.

– Vamos, J-man.

John no se movio, asi que Butch le dio un pequeno empujon, y lo llevo por el camino de salida de la clinica, con un brazo todavia por encima de los hombros del chico. Cuando llegaron la coche John se subio al asiento, pero no se abrocho el cinturon. Solo miro fijamente hacia adelante.

Butch cerro la puerta y metio la llave en el contacto del SUV. Entonces se giro y miro a John.

– No te voy a preguntar que ha pasado. Lo unico que necesito saber es donde quieres ir. Si quieres ir a casa, te llevare con Tohr y Wellsie. Si quieres relajarte en el Pit conmigo, iremos hacia la finca. Si solo quieres conducir, te llevare hasta Canada y volveremos. Estoy listo para todo, solo tienes que decir una palabra. Y si no quieres decidirte ahora, dare vueltas por la ciudad hasta que te decidas.

El pequeno pecho de John se expandio y se contrajo. Abrio rapidamente el bloc y cogio el boli. Hubo una pausa, y entonces escribio algo y le mostro el papel a Butch.

– Septima Calle.

Butch fruncio el ceno. Era una parte de la ciudad realmente jodida.

Abrio la boca para preguntar por que alli de todos los sitios, pero corto su exabrupto. El chaval ya habia tenido suficientes preguntas sobre el esta noche. Ademas, Butch iba armado, y era ahi a donde John queria ir. Una promesa era una promesa.

– Ok, companero. Marchando Calle Septima.

– Pero conduce un rato primero -escribio el chico.

– Sin problema. Solo nos enfriaremos.

Butch encendio el motor. Justo mientras le daba la vuelta al Escalade, tuvo un flash de algo tras el. Un coche llegaba a la parte de atras de la mansion, un muy grande y muy caro Bentley. Freno para que pudiera pasar y…

Se olvido de respirar.

Marissa salio de la casa por una puerta lateral. Su larga melena rubia hasta las caderas se movia con el viento, y se arrebujo en la capa negra que llevaba. Moviendose rapidamente a traves del aparcamiento trasero, evito los montones de nieve, saltando de trozo de asfalto en trozo de asfalto.

Las luces de seguridad recogieron las lineas refinadas de su cara, su maravilloso pelo palido y la perfecta piel blanca. Recordo lo que habia sentido al besarla, la unica vez que lo habia hecho, y sintio una punzada en el pecho como si los pulmones le hubieran reventado. Superado, quiso salir corriendo del coche, tirarse al suelo en la nieve y arrastrarse como el perro que era.

Excepto porque se dirigia al Bentley. Vio como la puerta se abria para ella, como si el conductor se hubiera inclinado y hubiera cogido la manilla. Cuando las luces iluminaron el interior Butch no pudo ver demasiado, solo lo suficiente para decir que era un hombre, o un macho, lo que estaba tras el volante. Unos hombros tan anchos no podian ser de un cuerpo femenino.

Marissa junto la capa con las manos y se deslizo dentro, cerrando la puerta.

Las luces se apagaron.

Confusamente Butch escucho algun tipo de revuelto cerca de el y miro a John. El chico se habia encogido contra la ventana y estaba mirando a traves de los asientos con miedo en los ojos. Fue entonces cuando Butch se dio cuenta que tenia la pistola en la mano y estaba grunendo.

Totalmente sobrepasado por la loca reaccion, quito el pie del freno del Escalade y piso a fondo el acelerador.

– No te preocupes hijo. No voy a hacer nada.

Mientras giraban miro por el retrovisor hacia el Bentley. Se estaba moviendo ahora, haciendo su propio giro en el aparcamiento. Con una brusca maldicion Butch enfilo el camino de salida, las manos agarraban el volante tan duramente que los nudillos le escocian.

Rehvenge fruncio el ceno mientras Marissa entraba en el Bentley. Dios, habia olvidado lo hermosa que era. Y olia tan bien… el limpio aroma del oceano lleno su nariz.

– ?Por que no quieres que vaya a la puerta principal? -Dijo el, apreciando el hermoso cabello y la piel sin faltas-. Deberias haberme permitido recogerte apropiadamente.

– Ya sabes como es Havers. -La puerta se cerro con un sonido solido-. Querra que nos unamos.

– Eso es ridiculo.

– Y ?tu no eres igual con tu hermana?

– Sin comentarios.

Mientras esperaba que un Escalade saliera del aparcamiento, Marissa le puso una mano sobre la manga negra.

– Se que lo he dicho antes, pero siento mucho todo lo que le ha pasado a Bella. ?Como esta?

?Como demonios iba a saberlo el?

– Yo preferiria no hablar de ella. No te ofendas, pero estoy solo… Si, no quiero ir alli.

– Rehv, esta noche no tiene que pasar. Se que estas pasando por mucho y francamente, estoy sorprendida de que a pesar de todo me hayas querido ver.

– No seas ridicula. Estoy agradecida de que me hayas llamado.

Se estiro y la cogio de la mano. Los huesos bajo la piel eran tan delicados que tuvo que recordarse que tenia ser muy gentil con ella. Ella no era como las que estaba acostumbrado.

Mientras conducia hacia la ciudad, pudo sentir como sus nervios se tensaban.

– Todo va a ir bien. Estoy realmente encantado de que me hayas llamado.

– Mas bien estoy avergonzada, realmente. Es solo que no se que hacer.

– Nos lo tomaremos con calma.

– Solo he estado con Wrath.

– Lo se. Por eso quise venir a buscarte en coche. Pense que estarias demasiado nerviosa para desmaterializarte.

– Lo estoy.

Mientras paraban en un semaforo, el le sonrio.

– Voy a cuidarte bien.

Sus palidos ojos azules se deslizaron sobre el.

– Eres un buen hombre, Rehvenge.

El ignoro ese error de calculo y se concentro en el trafico.

Veinte minutos despues estaban saliendo de un ascensor y entrando en el vestibulo del atico. Su espacio

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