– No, quiero decir… Creo que hay algo mal. Conmigo.
Phury estrecho los ojos. La cara de su hermano parecia tensa, pero por otra parte era la misma de siempre. Hermosas lineas, barbita de chivo alrededor de la boca, tatuajes en la sien derecha. Aquellos ojos de diamante eran agudos, intactos aun por el Grey Goose, directos, necesitados. Las pupilas negras brillaban con una inteligencia enorme, incomprensible, un genio tan poderoso que acobardaba.
– ?Que clase de problema, V?
– Yo, ah… -Vishous se aclaro la garganta-. Solo Butch sabe esto. No se lo contaras a nadie mas, ?verdad?
– Si. Ningun problema.
V acaricio su perilla.
– Mis visiones se han secado.
– Quieres decir que no puedes ver…
– Lo que va a pasar. Si. No estoy consiguiendo nada. La ultima cosa que recibi fue hace tres dias, justo antes de que Z fuera detras de Bella. Les vi juntos. En un Ford Taurus. Viniendo aqui. Despues de eso, no ha habido… nada.
– ?Te ha pasado esto alguna vez antes?
– No, y no consigo pensamientos de nadie tampoco. Es como si todo el asunto se hubiera secado.
Bruscamente la tension del hermano parecia no tener nada que ver con la necesidad. Parecia rigido de… miedo.
– Tal vez es solo temporal -dijo Phury-. ?O piensas que quizas Havers pueda ayudar?
– Esto no es fisiologico. -V termino el vodka del vaso y tendio la mano-. No acapares el Goose, hermano.
Phury le paso la botella.
– Quizas podrias hablar con…
Pero ?Quien? ?A donde podria V, quien lo sabia todo, ir por respuestas?
Vishous sacudio la cabeza.
– No quiero… no quiero hablar de esto, en realidad, Olvida que dije algo. -Mientras vertia, su cara se cerro tensamente, una casa atrancada-. Estoy seguro de que volvera. Quiero decir, si. Volvera.
Puso la botella en la mesa cerca de el y sostuvo su mano enguantada.
– Despues de todo, este asunto dejado de la mano de Dios todavia brilla como una lampara. Y hasta que pierda esta loca-luz-nocturna-mia, me figuro que soy todavia normal. Bien… normal para mi.
Durante un momento cayo el silencio, Phury mirando en su vaso, V mirando fijamente al suyo, el rap sonando de fondo, golpeando, cambiando a la unidad G.
Phury se aclaro la garganta.
– ?Puedo preguntarte sobre ellos?
– ?Sobre quien?
– Bella. Bella y Zsadist.
V maldijo.
– No soy una bola de cristal, lo sabes. Y odio contar la buena fortuna.
– Si. Lo siento. Olvidalo.
Hubo una larga pausa. Entonces Vishous murmuro:
– No se que va a pasarles. No lo se porque no puedo… ver nada.
Mientras Butch salia del Escalade, alzo la vista al edificio de sucios apartamentos y se pregunto otra vez porque infiernos John habia querido venir aqui. La Septima calle era repugnante y peligrosa.
– ?Es este?
Cuando el muchacho asintio. Butch activo la alarma de seguridad del SUV. No estaba particularmente preocupado sobre si destripaban la cosa mientras estaban fuera. La gente de por aqui estaria convencida de que uno de los camellos estaba dentro. O alguien aun mas exigente sobre su mierda que llevaria armas.
John se acerco a la puerta de la vivienda y empujo. Se abrio con un chillido. Ninguna cerradura. Gran sorpresa. Mientras Butch le seguia, puso su mano dentro de su abrigo para poder llegar al arma si la necesitara.
John fue a la izquierda por un pasillo largo. El lugar olia como al humo viejo de cigarrillos y a mohosa decadencia y era casi tan frio como las grandes puertas de entrada. Los residentes internos eran como ratas: no vistos, solo oidos, del otro lado de delgadas paredes.
Abajo al final el muchacho empujo abriendo una puerta cortafuegos.
Una escalera salia a la derecha. Los escalones habian sido desgastados por los elementos, y habia sonido de agua que goteaba de algun sitio un par de escapes por encima.
John puso su mano sobre la barandilla que estaba atornillada sin apretar a la pared, y subio despacio hasta el descansillo entre el segundo y el tercer piso. Mas arriba, la luz fluorescente hundida en el techo estaba en su etapa de estertor de la muerte, los tubos parpadeando como si desesperadamente trataran de mantener el servicio.
John miro fijamente en el linoleo rajado del suelo, luego busco la ventana. El logotipo de Starburst cubria la cosa como si hubiera sido aporreada con botellas. La unica razon de que el cristal mugriento no estuviera roto era porque estaba sujeto desde el piso de arriba con alambre, salieron maldiciones, una especie de escopeta verbal que era indudablemente el principio de una lucha. Butch estuvo a punto de sugerir que salieran cuando John se dio la vuelta y comenzo a bajar corriendo la escalera
Estuvieron en el Escalade y saliendo de la parte mala de la ciudad menos de un minuto y medio mas tarde.
Butch paro en un semaforo.
– ?A donde?
John escribio y le enseno el bloc.
– A casa -murmuro Butch, todavia sin tener ni idea de porque el muchacho habia querido visitar aquel hueco de escalera.
John dijo un ?hola! de pasada a Wellsie cuando entro en la casa y luego fue hacia su cuarto. Estaba agradecido de que ella pareciera entender que necesitaba algun espacio. Despues de que cerro la puerta dejo caer su cuaderno sobre la cama, se quito el abrigo, e inmediatamente se dirigio a la ducha. Mientras el agua se calentaba, se desnudo. Una vez que estuvo bajo el chorro, dejo de temblar.
Cuando salio se puso una camiseta y un par de pantalones de entrenamiento, luego miro su ordenador portatil sobre el escritorio. Se sento delante de el, pensando que tal vez deberia escribir algo. El terapeuta lo habia sugerido.
Cerro los ojos y trato de recordar el aspecto de aquel hombre que lo habia arrinconado. Solo una imagen vaga vino a la memoria, pero recordo el cuchillo claramente. Habia sido de cinco pulgadas, un estilete de doble cara con un punta aguda como un grito.
Desplazo el indice sobre la tecla del raton en el ordenador portatil y el salvapantallas de Windows XP parpadeo. La cuenta de su correo electronico tenia un mensaje nuevo. De Sarelle. Lo leyo tres veces antes de intentar responder.
Al final, le contesto:
Realmente… no queria verla otra vez. Ni siquiera para un ratito, en cualquier caso. No queria ver a ninguna hembra excepto a Wellsie, Mary, Beth y Bella. No iba a haber nada remotamente sexual en su vida hasta que aceptara lo que le habian hecho hacia casi un ano.
Salio de Hotmail y abrio un documento nuevo en Microsoft Word.
Descanso los dedos sobre el teclado durante solo un momento. Y luego comenzaron a volar.