– Lo que sea que haya en la cocina. Infierno, se realmente util y arrastra el refrigerador aqui arriba. Estoy muerto de hambre.
Phury bajo las escaleras hasta la cocina y estaba a punto de empezar a buscar cuando oyo sonidos que salian de la lavanderia. Se acerco y empujo la puerta abierta.
Zsadist estaba metiendo sabanas en la lavadora.
Y Virgen querida del Fade, el parecia venir del infierno. Su estomago era un agujero contraido; sus caderas se destacaban contra su piel como postes de una tienda; su caja toracica se parecia a un campo de arado. El debia haber perdido diez, quince libras de la noche a la manana. Y, infierno santo, su cuello y munecas estaban masticadas y en carne viva. Pero… el olia a hermosas especias oscuras, y habia una paz sobre el, tan profunda e improbable que Phury se pregunto si sus sentidos le estaban jugando una mala pasada.
– ?Hermano? -dijo.
Z no alzo la vista.
– ?Sabes como manejar esta cosa?
– Ah, si. Pon un poco de aquella materia en la caja y mueve aquel disco por aqui, dejame ayudar.
Z termino de llenar el tambor de la lavadora y luego se alejo, sus ojos todavia fijos en el suelo. Cuando la maquina estaba llenandose de agua, Z murmuro gracias y se dirigio a la cocina.
Phury le siguio, su corazon en la garganta. Queria preguntar si todo estaba bien, y no solamente con Bella.
Trataba de escoger sus palabras con cuidado mientras Z cogia pavo asado del refrigerador, arrancaba un muslo y lo mordia. Mastico desesperadamente, limpiando la carne del hueso tan rapido como podia, y en el momento en que lo hizo arranco el otro muslo e hizo lo mismo.
Z podia sentir los ojos de Phury sobre el, y habria dejado de comer si hubiera podido. Odiaba que la gente lo mirara, especialmente cuando masticaba algo, pero simplemente no podia conseguir alimento lo bastante rapido.
Le observo cebarse a empujones en su cara mientras sacaba un cuchillo y un plato y comenzaba a cortar finos filetes de pechuga de pavo. Procuro tomar las mejores partes de la carne para Bella. Los trozos raros, las esquinas y la parte cerca del corazon, se las comio el mismo, como si no fueran tan buenas.
?Que mas necesitaria ella? Queria que comiera cosas caloricas. Y la bebida… deberia llevarle algo para beber. Volvio al refrigerador y comenzo a hacer un monton con los restos para revisarlos. Escogeria con cuidado, llevandole solo lo que era digno de su lengua.
– ?Zsadist?
Dios, habia olvidado que Phury todavia estaba caminando sin rumbo alrededor.
– Si -dijo mientras abria un tazon de Tupperware.
El pure de dentro parecia bueno, aunque realmente hubiera preferido llevarle algo que el hubiera hecho. No es que el supiera como hacer eso. Cristo, el no podia leer, no podia utilizar una maldita lavadora, no podia cocinar.
Tenia que dejarla irse asi podria encontrar un macho que tuviera medio cerebro.
– No quiero curiosear -dijo Phury.
– Si, lo haces. -Tomo una barra del pan de levadura casero de Fritz del armario y la apreto entre sus dedos. Era suave, pero lo olio de todos modos. Bueno, era bastante fresco para ella.
– ?Esta ella bien? ?Estas… tu?
– Estamos bien. ?Como fue? -Phury tosio un poco-. Quiero decir, quiero saber, no porque sea Bella. Es solo… he oido muchos rumores y no se que creer.
Z tomo un poco del pure de patatas y lo puso sobre el plato con el pavo; entonces tomo con la cuchara un poco de arroz salvaje y lo cubrio con una buena cantidad de salsa. Lanzo la pesada carga al microondas, contento de que fuera una maquina que sabia manejar.
Mientras miraba al alimento dar vueltas, penso en la pregunta de su gemelo y recordo la sensacion de Bella levantandose sobre sus caderas. Aquella conexion, de las docenas que habian tenido durante la noche, era la que mas sobresalia. Ella habia estado tan encantadora encima de el, sobre todo cuando lo habia besado…
Durante todo el tiempo de la necesidad, pero sobre todo, durante aquella union particular, ella habia mantenido lejos al pasado, amarrandole, marcandole con algo bueno. Atesoraria aquel calor que ella le habia dado por el resto de sus dias.
El microondas sono y se dio cuenta que Phury todavia esperaba una respuesta.
Z puso la comida sobre una bandeja y agarro algunos servicios de plata asi el podria alimentarla correctamente.
Mientras se daba la vuelta y se dirigia a la habitacion, murmuro.
– Ella es la mas hermosa, tanto que no tengo palabras. -Levanto sus ojos hacia Phury-. Y anoche fui bendecido inmensamente al servirla.
Por alguna razon, el hermano retrocedio por el choque y extendio la mano.
– Zsadist, tu…
– Tengo que llevar alimento a mi
– ?Espera! ?Zsadist! Tus…
Z solamente sacudio la cabeza y salio.
CAPITULO 35
– ?Por que no me ensenaste esto en cuanto llegue a casa? -le pregunto Rehvenge al doggen. Cuando el criado se sonrojo por la verguenza y horror, le tendio la mano al pobre hombre.
– Esta bien. No importa.
– Senor, vine cuando comprendi que usted habia vuelto durante el dia. Pero, por una vez, estaba durmiendo. No estaba seguro de que era la imagen y no queria molestarlo. Usted nunca descansa.
Si, la alimentacion con Marissa lo habia apagado como una luz. La primera vez que habia cerrado los ojos y habia perdido la conciencia en… Dios, siempre. Pero ese era el problema.
Rehv se sento delante de la pantalla del ordenador y volvio a poner de nuevo el archivo digital. Era lo mismo, tal y como la primera vez que lo habia visto: un hombre con el pelo y ropas negras aparcado delante de las puertas. Saliendo de un camion. Avanzando para tocar las tiras de luto que habian sido atadas a las barras de hierro.
Rehv aumento el zoom hasta que vio la cara del hombre claramente. Nada extraordinario, ni guapo ni feo. Pero el cuerpo era grande. Y aquella chaqueta se veia como si hubiera sido rellenada o cobijara algunas armas.
Rehv congelo la imagen e hizo una copia con la fecha y la hora de lectura en la esquina inferior derecha. Cambio de pantalla, abriendo los archivos de otra camara que supervisaba la puerta delantera, la del sensor de calor. Con una rapida accion, obtuvo la grabacion desde aquel equipo exactamente en el mismo momento.
Y que es lo que sabes. La temperatura del cuerpo de aquel “hombre” estaba alrededor de los cincuenta. Un
Rehv cambio de pantalla otra vez y obtuvo una imagen ajustada de la cara del asesino mientras miraba las cintas. Tristeza, miedo…colera. Ninguna de las emociones era anonima: por lo que era algo personal. Habia perdido alguna cosa.
Entonces este era el bastardo que se habia llevado a Bella. Y habia regresado a por ella.
A Rehv no le sorprendio que el
La cuestion real era, ?por que el asesino no habia traspasado las puertas?
Dios, ?a que hora habia sido? A las cuatro de la tarde. Mierda.
– Es un