El puro de Florian se habia apagado de nuevo. El inspector le echo un ultimo vistazo y lo dejo caer en una maceta vacia. Habia mas restos de cigarros alli, en una suerte de fosa comun para colillas.
– Esa misma noche, un pavoroso incendio destruyo la vivienda y acabo con la vida de Kolvenik y su esposa Eva. Al amanecer se encontraron los dos cuerpos carbonizados, abrazados en el desvan…
Nuestras esperanzas de cerrar el caso ardieron con ellos. Nunca dude de que el incendio habia sido provocado. Por un tiempo crei que Benjamin Sentis y otros miembros de la directiva de la empresa estaban detras.
– ?Sentis? -interrumpi.
– No era ningun secreto que Sentis detestaba a Kolvenik por haber conseguido el control de la empresa de su padre, pero tanto el como los demas tenian mejores razones para desear que el caso nunca llegase a los tribunales. Muerto el perro, se acabo la rabia. Sin Kolvenik, el puzzle no tenia sentido. Podria decirse que aquella noche muchas manos manchadas de sangre se limpiaron al fuego. Pero, una vez mas, como en todo lo relacionado con aquel escandalo desde el primer dia, nunca pudo probarse nada. Todo acabo en cenizas.
– Todavia hoy, la investigacion sobre la Velo Granell es el mayor enigma de la historia del departamento de policia de esta ciudad. Y el mayor fracaso de mi vida…
– Pero el incendio no fue culpa suya -ofreci.
– Mi carrera en el departamento quedo arruinada. Fui asignado a la brigada antisubversiva. ?Sabeis lo que es eso? Los cazadores de fantasmas. Asi se les conocia en el departamento. Hubiera dejado el puesto, pero eran tiempos de hambre y mantenia a mi hermano y a su familia con mi sueldo. Ademas, nadie iba a dar empleo a un ex policia.
La gente estaba harta de espias y chivatos. Asi que me quede. El trabajo consistia en registros a medianoche en pensiones andrajosas que albergaban a jubilados y mutilados de guerra para buscar copias de 'El capital' y octavillas socialistas escondidas en bolsas de plastico dentro de la cisterna del inodoro, cosas asi…
– A principios de 1949 crei que todo habia acabado para mi. Todo lo que podia salir mal habia salido peor. O eso creia yo. Al amanecer del 13 de diciembre de 1949, casi un ano despues del incendio donde murieron Kolvenik y su esposa, los cuerpos despedazados de dos inspectores de mi antigua unidad fueron hallados a las puertas del viejo almacen de la Velo Granell, en el Borne. Se supo que habian acudido alli investigando un informe anonimo que les habia llegado sobre el caso de la Velo Granell. Una trampa. La muerte que encontraron no se la desearia ni a mi peor enemigo. Ni las ruedas de un tren hacen con un cuerpo lo que yo vi en el deposito del forense… Eran buenos policias. Armados. Sabian lo que hacian. El informe dijo que varios vecinos oyeron disparos. Se encontraron catorce casquillos de nueve milimetros en el area del crimen.
Todos ellos provenian de las armas reglamentarias de los inspectores. No se encontro ni un solo impacto o proyectil en las paredes.
– ?Como se explica eso? -pregunto Marina.
No tiene explicacion. Es sencillamente imposible. Pero ocurrio… Yo mismo vi los casquillos e inspeccione la zona.
Marina y yo intercambiamos una mirada.
– ?Podria ser que los disparos fueran efectuados contra un objeto, un coche o un carruaje por ejemplo, que absorbio las balas y luego desaparecio de alli sin dejar rastro? -propuso Marina.
– Tu amiga seria una buena policia. Esa es la hipotesis que manejamos en su momento, pero aun no habia evidencias que la apoyasen. Proyectiles de ese calibre tienden a rebotar sobre superficies metalicas y dejan un rastro de varios impactos o, en cualquier caso, restos de metralla. No se encontro nada.
– Dias mas tarde, en el entierro de mis companeros, me encontre con Sentis -continuo Florian. Estaba turbado, con aspecto de no haber dormido en dias. Llevaba la ropa sucia y apestaba a alcohol. Me confeso que no se atrevia a volver a su casa, que llevaba dias vagando, durmiendo en locales publicos… 'Mi vida no vale nada, Florian', me dijo. 'Soy un hombre muerto.' Le ofreci la proteccion de la policia. Se rio. Incluso le propuse refugiarse en mi casa. Se nego. 'No quiero tener su muerte en la conciencia, Florian', dijo antes de perderse entre la gente.
En los siguientes meses, todos los antiguos miembros del consejo directivo de la Velo Granell encontraron la muerte, teoricamente, de un modo natural. Fallo cardiaco, fue el dictamen medico en todos los casos. Las circunstancias eran similares. A solas en sus lechos, siempre a medianoche, siempre arrastrandose por el suelo…, huyendo de una muerte que no dejaba rastro. Todos excepto Benjamin Sentis. No volvi a hablar con el en treinta anos, hasta hace unas semanas.
– Antes de su muerte… -apunte.
Florian asintio.
– Llamo a la comisaria y pregunto por mi. Segun el, tenia informacion sobre los crimenes en la fabrica y sobre el caso de la Velo Granell. Le llame y hable con el. Pense que deliraba, pero accedi a verle. Por compasion. Quedamos en una bodega de la calle Princesa al dia siguiente. No se presento a la cita. Dos dias mas tarde, un viejo amigo de la comisaria me llamo para decirme que habian encontrado su cadaver en un tunel abandonado de las alcantarillas en Ciutat Vella. Las manos artificiales que Kolvenik habia creado para el habian sido amputadas. Pero eso venia en la prensa.
Lo que los diarios no publicaron es que la policia encontro una palabra escrita con sangre en la pared del tunel: 'Teufel'.
– ?'Teufel'?
– Es aleman -dijo Marina. Significa 'diablo'.
– Tambien es el nombre del simbolo de Kolvenik -nos desvelo Florian.
– ?La mariposa negra?
El movio afirmativamente la cabeza.
– ?Por que se llama asi? -pregunto Marina.
– No soy entomologo. Solo se que Kolvenik las coleccionaba -dijo.
Se acercaba el mediodia y Florian nos invito a comer algo en un bar que habia junto a la estacion. A todos nos apetecia salir de aquella casa. El dueno del bar parecia amigo de Florian y nos guio a una mesa apartada junto a la ventana.
– ?Visita de los nietos, jefe? -le pregunto, sonriente.
El aludido asintio sin dar mas explicaciones. Un camarero nos sirvio unas raciones de tortilla y pan con tomate; tambien trajo una cajetilla de Ducados para Florian. Saboreando la comida, que estaba excelente, Florian prosiguio su relato.
– Al iniciar la investigacion sobre la Velo Granell, averigue que Mijail Kolvenik no tenia un pasado claro… En Praga no habia registro alguno de su nacimiento y nacionalidad. Probablemente Mijail no era su verdadero nombre.
– ?Quien era entonces? -pregunte.
Hace mas de treinta anos que me hago esa pregunta. De hecho, cuando me puse en contacto con la policia de Praga, si descubri el nombre de un tal Mijail Kolvenik, pero aparecia en los registros de Wolfterhaus.
– ?Que es eso? -pregunte.
– El manicomio municipal. Pero no creo que Kolvenik hubiese estado nunca alli. Simplemente adopto el nombre de uno de los internos. Kolvenik no estaba loco.
– ?Por que motivo adoptaria Kolvenik la identidad de un paciente de un manicomio? -pregunto Marina.
– No era algo tan inusual en la epoca explico Florian. En tiempos de guerra, cambiar de identidad puede significar nacer de nuevo. Dejar atras un pasado indeseable. Sois muy jovenes y no habeis vivido una guerra. No se conoce a la gente hasta que se ha vivido una guerra…
– ?Tenia Kolvenik algo que ocultar? -pregunte. Si la policia de Praga estaba informada respecto a el, seria por algo…
– Pura coincidencia de apellidos. Burocracia. Creedme, se de lo que hablo -dijo Florian. Suponiendo que el Kolvenik de sus archivos fuese nuestro Kolvenik, dejo poco rastro. Su nombre se mencionaba en la investigacion de la muerte de un cirujano de Praga, un hombre llamado Antonin Kolvenik. El caso fue cerrado y la muerte atribuida a causas naturales.