Se dirigio a la puerta y se detuvo antes de salir.

– Si manana no estas aqui -dijo, lo comprendere.

Dos semanas mas tarde, nos casamos en la catedral de Barcelona.

Capitulo 23

Mijail deseaba que aquel dia fuese especial para mi. Hizo que toda la ciudad se transformase en el decorado de un cuento de hadas.

Mi reinado de emperatriz en aquel mundo de ensueno acabo para siempre en los peldanos de la avenida de la catedral. Ni siquiera llegue a oir los gritos del gentio. Como un animal salvaje que salta de la maleza, Sergei emergio de entre la multitud y me lanzo un frasco de acido a la cara. El acido devoro mi piel, mis parpados y mis manos.

Desgarro mi garganta y me sego la voz. No volvi a hablar hasta dos anos mas tarde, cuando Mijail me reconstruyo como a una muneca rota.

Fue el principio del horror.

Se detuvieron las obras de nuestra casa y nos instalamos en aquel palacio incompleto. Hicimos de el una prision que se alzaba en lo alto de una colina. Era un lugar frio y oscuro. Un amasijo de torres y arcos, de bovedas y escaleras de caracol que ascendian a ninguna parte. Yo vivia recluida en una estancia en lo alto de la torre. Nadie tenia acceso a ella excepto Mijail y, a veces, el doctor Shelley.

Pase el primer ano bajo el letargo de la morfina, atrapada en una larga pesadilla. Creia ver en suenos a Mijail experimentando conmigo igual que lo habia estado haciendo con aquellos cuerpos abandonados en hospitales y depositos. Reconstruyendome y burlando a la naturaleza. Cuando recobre el sentido, comprobe que mis suenos eran reales. El me devolvio la voz. Rehizo mi garganta y mi boca para que pudiese alimentarme y hablar. Altero mis terminaciones nerviosas para que no sintiese el dolor de las heridas que el acido habia dejado en mi cuerpo. Si, burle a la muerte, pero pase a convertirme en una mas de las criaturas malditas de Mijail.

Por otro lado Mijail habia perdido su influencia en la ciudad. Nadie le apoyaba. Sus antiguos aliados le daban la espalda y le abandonaban. La policia y las autoridades judiciales iniciaron su acoso. Su socio, Sentis, era un usurero mezquino y envidioso. Facilito informacion falsa que implicaba a Mijail en mil asuntos de los que el nunca habia tenido conocimiento. Deseaba alejarle del control de la empresa. Era uno mas de la jauria. Todos ansiaban verle caer de su pedestal para devorar los restos. El ejercito de hipocritas y aduladores se transformo en una horda de hienas hambrientas.

Nada de todo eso sorprendio a Mijail. Desde el principio, solo habia confiado en su amigo Shelley y en Luis Claret. “La mezquindad de los hombres -decia, siempre es una mecha en busca de llama”.

Pero aquella traicion rompio finalmente el fragil nexo que le unia con el mundo exterior. Se refugio en su propio laberinto de soledad. Su comportamiento era cada vez mas extravagante. Tomo por costumbre criar en los sotanos decenas de ejemplares de un insecto que le obsesionaba, una mariposa negra que se conocia como Teufel. Pronto las mariposas negras poblaron el torreon. Se posaban en espejos, cuadros y muebles como centinelas silenciosos. Mijail prohibio a los criados matarlas, ahuyentarlas o atreverse a acercarse a ellas. Un enjambre de insectos de alas negras volaba por los pasillos y las salas. A veces se posaban sobre Mijail y le cubrian, mientras el permanecia inmovil. Cuando le veia asi, temia perderle para siempre.

En aquellos dias empezo mi amistad con Luis Claret, que ha durado hasta hoy. Era el quien me mantenia informada de lo que ocurria mas alla de los muros de aquella fortaleza. Mijail me habia estado contando falsas historias acerca del Teatro Real y de mi reaparicion en escena. Hablaba de reparar el dano que el acido habia causado, de cantar con una voz que ya no me pertenecia… Quimeras.

Luis me explico que las obras del Teatro Real habian sido suspendidas. Los fondos se habian agotado meses atras. El edificio era una inmensa caverna inutil… La serenidad que Mijail me mostraba era una mera fachada. Pasaba semanas y meses sin salir de casa. Dias enteros encerrado en su estudio, sin apenas comer ni dormir. Joan Shelley, segun me confeso mas tarde, temia por su salud y por su cordura. Le conocia mejor que nadie y desde el principio le habia asistido en sus experimentos. Fue el quien me hablo claramente de la obsesion de Mijail por las enfermedades degenerativas, de su desesperado intento por encontrar los mecanismos con los que la naturaleza deformaba y atrofiaba los cuerpos. Siempre vio en ellos una fuerza, un orden y una voluntad mas alla de toda razon. A sus ojos, la naturaleza era una bestia que devoraba a sus propias criaturas, sin importarle el destino y la suerte de los seres que albergaba. Coleccionaba fotografias de extranos casos de atrofia y de fenomenos medicos. En aquellos seres humanos, esperaba encontrar su respuesta: como enganar a sus demonios.

Fue entonces cuando los primeros sintomas del mal se hicieron visibles. Mijail sabia que lo llevaba en su interior, esperando pacientemente como un mecanismo de relojeria. Lo habia sabido desde siempre, desde que vio morir a su hermano en Praga. Su cuerpo empezaba a autodestruirse. Sus huesos se estaban deshaciendo.

Mijail cubria sus manos con guantes. Ocultaba su rostro y su cuerpo.

Rehuia mi compania. Yo fingia no advertirlo, pero era cierto: su silueta se transformaba. Un dia de invierno sus gritos me despertaron al amanecer. Mijail estaba despidiendo a la servidumbre a gritos.

Nadie se resistio, pues todos le habian cogido miedo en los ultimos meses. Solo Luis se nego a abandonarnos. Mijail, llorando de rabia, destrozo todos los espejos y corrio a encerrarse en su estudio.

Una noche pedi a Luis que fuese a buscar al doctor Shelley. Mijail llevaba dos semanas sin salir ni responder a mis llamadas. Le oia sollozar al otro lado de la puerta de su estudio, hablar consigo mismo… Ya no sabia que hacer.

Le estaba perdiendo. Con la ayuda de Shelley y de Luis, tiramos la puerta abajo y conseguimos sacarle de alli. Comprobamos con horror que Mijail habia estado operando sobre su propio cuerpo, tratando de rehacer su mano izquierda, que se estaba transformando en una garra grotesca e inservible. Shelley le administro un sedante y velamos su sueno hasta el amanecer. Aquella larga noche, desesperado ante la agonia de su viejo amigo, Shelley se desahogo y rompio su promesa de no revelar jamas la historia que Mijail le habia confiado anos atras. Al escuchar sus palabras, comprendi que ni la policia ni el inspector Florian llegaron nunca a sospechar que perseguian a un fantasma. Mijail nunca fue un criminal ni un estafador. Mijail fue simplemente un hombre que creia que su destino era enganar a la muerte antes de que ella le enganase a el.'

Mijail Kolvenik nacio en los tuneles de las alcantarillas de Praga el ultimo dia del siglo XIX. Su madre era una criada de apenas diecisiete anos que servia en un palacio de la gran nobleza.

Su belleza e ingenuidad la habian convertido en la favorita de su senor. Cuando se supo que estaba embarazada, fue expulsada como un perro sarnoso a las calles cubiertas de nieve y suciedad. Marcada de por vida. En aquellos anos el invierno barria con un manto de muerte las calles. Se decia que los desposeidos corrian a ocultarse en los viejos tuneles del alcantarillado. La leyenda local hablaba de una autentica ciudad de tinieblas bajo las calles de Praga en la que miles de desheredados pasaban su vida sin volver a ver la luz del sol. Pordioseros, enfermos, huerfanos y fugitivos. Entre ellos se extendia el culto a un enigmatico personaje al que llamaban el Principe de los Mendigos. Se decia que no tenia edad, que su rostro era el de un angel y que su mirada era de fuego. Que vivia envuelto en un manto de mariposas negras que cubrian su cuerpo y que acogia en su reino a quienes la crueldad del mundo habia negado una posibilidad de sobrevivir en la superficie. Buscando aquel mundo de sombras, la joven se interno en los subterraneos para sobrevivir.

Pronto descubrio que la leyenda era cierta. Las gentes de los tuneles vivian en la tiniebla y formaban su propio mundo. Tenian sus propias leyes. Y su propio Dios: el Principe de los Mendigos.

Nadie le habia visto jamas, pero todos creian en el y dejaban ofrendas en su honor. Todos ellos marcaban a fuego su piel con el emblema de la mariposa negra. La profecia decia que, algun dia, un Mesias enviado por el Principe de los Mendigos llegaria a los tuneles y daria su vida para redimir del sufrimiento de sus habitantes. La perdicion de ese Mesias vendria de sus propias manos.

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