vistazo en direccion a la puerta. Mediaban mas de ocho metros hasta ella. No tenia escapatoria posible, pero Irene si.

– Cuando te lo diga, echa a correr hacia la puerta y no pares hasta que estes fuera de la casa.

– ?Que estas diciendo?

– No discutas ahora -protesto Ismael, sin apartar los ojos de la criatura-. ?Corre!

El muchacho estaba calculando mentalmente el tiempo que podia tardar en correr hasta la ventana y tratar de escapar por los riscos de la fachada cuando sucedio lo inesperado. Irene, en vez de dirigirse hacia la puerta y huir, asio un madero encendido del fuego y se encaro con el angel.

– Mirame, mal nacido -grito, prendiendo la capa que cubria al angel con las llamas del tronco y arrancando un alarido de rabia a la sombra que se ocultaba en su interior.

Ismael, atonito, se lanzo hacia Irene y llego justo a tiempo de derribarla sobre el suelo, antes de que las cinco cuchillas de la garra la rebanasen en el aire. La capa del angel se transformo en un manto de llamas y la colosal silueta de la criatura se torno en una espiral de fuego. Ismael agarro a Irene del brazo y la incorporo. Juntos trataron de correr hacia la salida, pero el angel se interpuso en su camino tras arrancarse la capa de fuego que lo enmascaraba. Una estructura de acero ennegrecido afloro bajo las llamas.

Ismael, sin soltar a la chica ni un segundo (en prevision de nuevas intentonas de heroismo), la arrastro hasta la ventana y lanzo una de las sillas contra el cristal. Una lluvia de cristales estallo sobre ellos y el frio viento de la noche impulso los cortinajes hasta el techo. Sentian los pasos del angel avanzando hacia ellos a su espalda.

– ?Rapido! ?Salta a la cornisa! -grito el muchacho.

– ?Que? -gimio una incredula Irene.

Sin entretenerse en razonar, el la empujo hasta el exterior. La muchacha cruzo las fauces abiertas en el cristal y se encontro con una caida en vertical de casi cuarenta metros. El corazon le dio un vuelco, convencida de que en decimas de segundo su cuerpo se precipitaria al vacio. Ismael, sin embargo, no aflojo su presa ni un apice y de un tiron la aupo de nuevo sobre la estrecha cornisa que bordeaba la fachada, como un pasillo entre las nubes. El salto tras ella y la empujo hacia adelante. El viento le helo el sudor que le caia por el rostro.

– ?No mires abajo! -grito.

Habian avanzado apenas un metro justo cuando la garra del angel asomo por la ventana a su espalda; sus unas arrancaron una lluvia de chispas sobre la roca, horadando cuatro cicatrices en la piedra. Irene grito al sentir que sus pies temblaban sobre la cornisa y su cuerpo parecia balancearse peligrosamente hacia el vacio.

– No puedo seguir, Ismael-anuncio-. Si doy un paso mas, me caere.

– Puedes. Y lo haras. Andando -la urgio el, aferrandola de la mano con fuerza-. Si te caes, nos caemos los dos.

La muchacha trato de sonreirle. De pronto, un par de metros mas adelante, una de las ventanas exploto violentamente y proyecto mil pedazos de vidrio hacia el exterior. Las garras del angel asomaron por ella y, un instante despues, todo el cuerpo de la criatura se adhirio a la fachada como una arana.

– Dios mio… -gimio Irene.

Ismael intento retroceder, tirando de ella. El angel repto sobre la piedra; su silueta se confundia casi con los rostros diabolicos de las gargolas que apuntalaban el friso superior de la fachada de Cravenmoore.

La mente del chico examino el campo visual que se abria ante ellos a toda velocidad. La criatura avanzaba palmo a palmo en su direccion. -Ismael…

– ?Ya lo se, ya lo se!

El muchacho calculo las posibilidades que tenian de sobrevivir a un salto desde aquella altura. Cero, siendo generoso. La alternativa de volver a entrar en la habitacion requeria demasiado tiempo. En el intervalo que tardasen en rehacer sus pasos sobre la cornisa, el angel estaria sobre ellos. Sabia que le quedaban apenas unos segundos para tomar la decision, fuera cual fuese. La mano de Irene se aferro con fuerza a la suya; estaba temblando. El chico dirigio una ultima mirada al angel, que reptaba hacia ellos lenta pero inexorablemente. Trago saliva y miro en direccion contraria. El sistema de canalizacion del desague descendia junto a la fachada a sus pies. La mitad de su cerebro se estaba preguntando si aquella estructura podria soportar el peso de dos personas, mientras la otra mitad estaba tramando el modo de asirse a aquella gruesa caneria, su ultima oportunidad.

– Agarrate fuerte a mi -murmuro por fin. Irene lo miro; luego miro hacia el suelo, un abismo, y leyo su pensamiento. -?Ay, Dios mio!

Ismaelle guino un ojo. -Buena suerte -susurro.

La garra del angel se clavo a cuatro centimetros de su rostro. Irene grito y se aferro a Ismael, cerrando los ojos. Estaban cayendo en un descenso vertiginoso. Cuando la muchacha volvio a abrirlos, ambos estaban suspendidos en el vacio. Ismael descendia por el canal de desague practicamente sin poder frenar su trayectoria. El estomago se le subio a la garganta. Sobre ellos, el angel golpeo la caneria, aplastandola contra la fachada. Ismael noto que el roce le arrancaba la piel de las manos y los antebrazos sin piedad, produciendo una quemazon que, al cabo de pocos segundos, habria de convertirse en un dolor agudo. El angel repto hacia ellos y trato de agarrar el canalon… Su propio peso lo arranco de la pared.

y la masa metalica de la criatura se precipito al vacio, arrastrando tras de si toda la caneria. Esta, con Ismael e Irene, trazo un arco en el aire hacia el suelo. El muchacho lucho por no perder el control, pero el dolor y la velocidad a la que caian pudieron mas que sus esfuerzos.

La caneria resbalo entre sus brazos y ambos se vieron cayendo sobre el gran estanque que bordeaba el ala oeste de Cravenmoore. El impacto sobre la lamina helada de agua negra los golpeo con rabia. La inercia de la caida los propulso hasta el fondo resbaladizo de la laguna. Irene sintio que el agua helada le penetraba por las fosas nasales y le quemaba la garganta. Una oleada de panico la asalto. Abrio los ojos bajo el agua y solo vio un pozo de negrura entre el escozor. Una silueta aparecio a su lado: Ismael. El muchacho la agarro y la llevo a la superficie. Ambos emergieron al aire libre con una exhalacion.

– De prisa -urgio Ismael.

Irene advirtio marcas y heridas en sus manos y sus brazos.

– No es nada -mintio el muchacho, saltando fuera del estanque.

Ella lo siguio. Sus ropas estaban empapadas y el frio de la noche las adheria a su cuerpo simulando un doloroso manto de escarcha sobre la piel. Ismael escruto las sombras a su alrededor.

– ?Donde esta? -pregunto Irene.

– Tal vez el impacto de la caida lo ha…

Algo se movio entre los arbustos. En seguida reconocieron los dos ojos escarlatas. El angel seguia alli y, fuera lo que fuese lo que guiaba sus movimientos, no estaba dispuesto a dejarlos escapar con vida.

– ?Corre!

Ambos se precipitaron a toda velocidad hacia el umbral del bosque. Sus ropas empapadas dificultaban la marcha, y el frio empezaba a calar sus huesos. El sonido del angel entre la maleza llego hasta ellos. Ismael tiro con fuerza de la chica, dirigiendose hacia la zona mas profunda del bosque, donde la niebla se espesaba.

– ?Adonde vamos? -gimio Irene, consciente de que estaban internandose en una parte del bosque que le era desconocida.

Ismael no se molesto en contestar y se limito a tirar de ella desesperadamente. Irene sintio la maleza desgarrandole la piel de los tobillos y el peso de la fatiga consumiendole los musculos. No podia mantener aquel ritmo mucho mas. En cuestion de segundos, la criatura los alcanzaria en las entranas del bosque y los despedazaria con sus garras.

– No puedo seguir…

– ?Si puedes!

El muchacho la estaba arrastrando. La cabeza le daba vueltas y podia oir las ramas rotas crujiendo a sus espaldas, a escasos metros de ellos. Por un instante penso que iba a desvanecerse, pero una punzada de dolor en la pierna la devolvio a una dolorosa conciencia. Una de las garras del angel habia emergido de entre los arbustos y le habia abierto un corte en el muslo. La chica grito. El rostro de la criatura surgio tras ellos. Irene intento cerrar los ojos, pero no pudo apartar la mirada de aquel infernal depredador.

En aquel momento, la entrada de una gruta disimulada en la maleza aparecio frente a ellos. Ismael se lanzo hacia el interior, arrastrandola consigo. Luego este era el lugar hacia el que la estaba llevando. Una cueva. ?Acaso Ismael creia que el angel no dudaria en darles caza alli? Por toda respuesta, Irene oyo el sonido de las garras aranando las paredes de roca de la gruta. Ismael la arrastro a traves del angosto tunel hasta detenerse junto a un orificio en el suelo, un agujero en el vacio. Un frio viento impregnado de salitre emanaba del interior. Un rumor

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