intenso rugia mas alla, en la oscuridad. Agua. El mar.

– ?Salta! -le ordeno el chico.

Irene observo el orificio negro. A sus ojos, una entrada directa al infierno resultaba mas apetecible. -?Que hay ahi abajo?

Ismael suspiro, agotado. Los pasos del angel sonaban proximos. Muy proximos.

– Es una entrada a la Cueva de los Murcielagos.

– ?Esta es la segunda entrada? ?Dijiste que era peligrosa!

– No tenemos eleccion…

Las miradas de ambos se encontraron en la penumbra. Dos metros mas alla, el angel negro hizo crujir sus garras. Ismael asintio. La chica tomo su mano y, cerrando los ojos, salto al vacio. El angel se lanzo tras ellos y atraveso la entrada a la gruta, cayendo hacia el interior de la caverna.

El descenso a traves de la oscuridad se hizo infinito. Cuando finalmente sus cuerpos se sumergieron en el mar, una punzada de frio se filtro por cada poro de su piel, mordiente. Al emerger a la superficie, apenas un hilo de claridad se filtraba desde el agujero en la cuspide de la gruta. El vaiven de la marea los impulsaba contra unos muros de roca afilada.

– ?Donde esta? -pregunto Irene, luchando por contener el temblor que le provocaba la gelida temperatura del agua.

Durante unos segundos, ambos se abrazaron en silencio, esperando que en cualquier momento aquella invencion infernal emergiese de las aguas y pusiera fin a sus vidas en la oscuridad de aquella caverna. Pero ese momento nunca llego. Ismael fue el primero en advertirlo.

Los ojos escarlatas del angel brillaban con intensidad en el fondo de la gruta. El enorme peso de la criatura le impedia emerger a flote. Un rugido de ira llego hasta ellos a traves de las aguas. Aquella presencia que manipulaba el angel se retorcia de rabia al comprobar que su titere asesino habia caido en una trampa que lo hacia inservible. Aquella masa de metal jamas conseguiria llegar a la superficie. Estaba condenado a permanecer en el fondo de la cueva hasta que el mar lo transformase en un monton de chatarra oxidada.

Los muchachos se quedaron alli, observando como el brillo de aquellos dos ojos palidecia y se desvanecia bajo las aguas para siempre. Ismael dejo escapar un suspiro de alivio. Irene lloro en silencio.

– Se acabo -murmuraba temblando la muchacha-. Se acabo.

– No -dijo Ismael-. Eso no era mas que una maquina, sin vida ni voluntad. Algo la movia desde el interior. Lo que ha intentado matarnos sigue ahi…

– Pero ?que es?

– No lo se…

En aquel momento, una explosion se produjo en el fondo de la caverna. Una nube de burbujas negras emergio a la superficie, fundiendose en un espectro negro que repto sobre las paredes de roca hacia la entrada en la cuspide de la gruta. La sombra se detuvo y los observo desde alli.

– ?Se marcha? -pregunto Irene, aterrada.

Una risa cruel y envenenada inundo la gruta. Ismael nego lentamente con la cabeza.

– Nos deja aqui… -dijo el muchacho-, para que la marea haga el resto…

La sombra escapo a traves de la entrada a la cueva.

Ismael suspiro y condujo a Irene hasta una pequena roca que emergia a la superficie y ofrecia el espacio justo para ambos. La aupo hasta la roca y la rodeo con los brazos. Temblaban de frio y estaban heridos, pero por unos minutos se limitaron a tenderse sobre la roca y respirar profundamente, en si1encio. En algun momento, Ismael advirtio que el agua parecia rozarle los pies de nuevo, y comprendio que la marea estaba subiendo. No era aquel ser que los perseguia quien habia caido en la trampa, sino ellos mismos…

La sombra los habia abandonado a merced de una muerte lenta y terrible.

10. ATRAPADOS

El mar rugia al romper en la boca de la Cueva de los Murcielagos. Las frias corrientes de la Bahia Negra irrumpian con fuerza entre los canales de roca, creando un rumor estremecedor por el eco interno de la caverna, sumida en la oscuridad. El orificio de entrada en la roca se alzaba sobre ellos, lejano e inalcanzable, simulando el ojo de una cupula. En unos minutos el nivel del agua habia ascendido unos centimetros. Irene no tardo en advertir que la superficie de roca que ocupaban, como naufragos, se reducia. Milimetro a milimetro.

– La marea esta subiendo -murmuro. Ismael se limito a asentir, abatido.

– ?Que nos va a pasar? -pregunto ella, intuyendo la respuesta, pero esperando que el chico, inagotable caja de sorpresas, se sacase de la manga algun ardid de ultima hora.

El le dirigio una mirada sombria. Las esperanzas de Irene se desvanecieron al instante.

– Cuando sube la marea, bloquea la entrada de la cueva -explico Ismael-. Y ya no hay otra salida de esta cueva que ese orificio en la cuspide, pero no existe modo alguno de llegar a el desde aqui abajo.

Hizo una pausa y su rostro se sumergio en las sombras.

– Estamos atrapados -concluyo.

La idea de la marea subiendo lentamente hasta ahogados como ratas en una pesadilla de oscuridad y frio le helo la sangre a Irene. Mientras huian de aquella criatura mecanica, la adrenalina habia bombeado suficiente excitacion en sus venas como para nublar su capacidad de razonar. Ahora, temblando de frio en la oscuridad, la perspectiva de una muerte lenta se le antojaba insufrible.

– Tiene que haber otro modo de salir de aqui -apunto.

– No lo hay.

– ? y que vamos a hacer?

– De momento, esperar…

Irene comprendio que no podia seguir presionando al muchacho en busca de respuestas. Probablemente el, consciente del riesgo que la cueva entranaba, estaba mas asustado que ella. Y, pensandolo bien, un cambio de conversacion tampoco les vendria mal.

– Hay algo… Mientras estabamos en Cravenmoore… -empezo-. Cuando entre en aquella habitacion, vi algo alli. Algo sobre Alma Maltisse…

Ismael le dirigio una mirada impenetrable. -Creo…, creo que Alma Maltisse y Alexandra Jann son una misma persona. Alma Maltisse era el nombre de soltera de Alexandra, antes de casarse con Lazarus -explico Irene.

– Eso es imposible. Alma Maltisse se ahogo en el islote del faro hace anos -objeto Ismael.

– Pero nadie encontro su cuerpo…

– Es imposible -insistio el chico.

– Mientras estuve en aquella habitacion, me fije en su retrato y… Habia alguien tendido en la cama. Una mujer.

Ismael se froto los ojos y trato de poner sus pensamientos en claro.

– Un momento. Supongamos que tienes razon.

Supongamos que Alma Maltisse y Alexandra Jann son una misma persona. ?Quien es la mujer que viste en Cravenmoore? ?Quien es la mujer que durante todos estos anos ha permanecido encerrada en ese lugar, asumiendo la identidad de la esposa enferma de Lazarus? -pregunto.

– No lo se… Cuanto mas sabemos de este asunto, menos lo entiendo -dijo Irene-. Y hay algo mas que me preocupa. ?Que significado tenia la figura que vimos en la fabrica de juguetes? Era una replica de mi madre. Solo de pensado se me ponen los pelos de punta. Lazarus esta construyendo un juguete con el rostro de mi madre…

Una oleada de agua helada les bano los tobillos. El nivel del mar habia subido por lo menos un palmo desde que estaban alli. Ambos intercambiaron una mirada angustiada. El mar rugio de nuevo y una bocanada de agua atrono en la entrada de la caverna. Aquella prometia ser una noche muy larga.

La medianoche habia dejado un rastro de niebla sobre los acantilados que trepaba escalon a escalon desde el embarcadero hasta la Casa del Cabo. El farol de aceite todavia se balanceaba en el porche, agonizante. A excepcion del rumor del mar y el susurro de las hojas en el bosque, el silencio era absoluto. Dorian yacia en la cama sujetando un pequeno vaso de cristal en cuyo interior sostenia una vela encendida. No queria que su madre viese luz, y

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