– Y aunque llegueis a tener mas anos que una corneja -le aseguro- no recibireis de Boccetta ni un pimiento.

– ?Dejadme en paz con vuestros pimientos! -grito Behaim-. ?No me gustan crudos ni asados!

– Voy a deciros como se las gasta ese Boccetta -continuo el escultor-. Hasta ahora ha estafado a todos los que han tratado con el. Dos veces hizo quiebra y las dos, habia una estafa detras. Estuvo en la carcel, pero logro salir sin asumir responsabilidad alguna. Todos saben que es un estafador, pero no hay manera de agarrarle. Cuando exijais vuestro dinero, os dara palabras, nada mas que palabras y en cuanto os deis la vuelta, se reira de vos y ese sera vuestro unico beneficio.

Joachim Behaim descargo el puno sobre la mesa.

– Soy capaz de despachar a cien como el -balbucio-. Hare valer mis derechos. Apuesto dos ducados contra uno.

– ?Dos ducados contra uno? -exclamo D'Oggiono-. Acepto la apuesta. ?Trato hecho?

– Trato hecho -dijo Behaim tendiendo la mano a D'Oggiono por encima de la mesa.

– Podeis llevarle a los tribunales -tomo ahora la palada el organista Martegli-. Si, podeis hacerlo, pero en ese caso se quedaran los abogados y los procuradores con vuestro dinero y no ganareis nada. Pensad bien lo que digo. El oprobio y la verguenza no le afectan.

– ?Quien sois vos? -pregunto Behaim en su borrachera-. No os conozco. ?Por que os meteis en mis asuntos?

– ?Disculpad! -murmuro turbado el maestro organista que era un hombre callado y humilde.

– Ese Boccetta -refirio el escultor- es un tipo raro. Vive como el mas pobre de los mendigos, lleva el mismo su cesta cuando va al mercado a comprar col, pan duro y raices, pues otra cosa no llega a su mesa. Y eso que podria permitirse todas las comodidades y vivir como un prelado. Dinero tiene de sobra, pero lo ha enterrado o escondido, quizas debajo de un monton de clavos herrumbrosos o Dios sabe donde. Malvive por temor a malvivir algun dia.

– Como una sanguijuela -dijo Behaim bostezando.

– Si, es una verdadera sanguijuela -le dio la razon el escultor.

– Yo -dijo Behaim senalando su pecho-. Yo si que soy una sanguijuela cuando me cuelgo de alguien. No tendra una hora de respiro. Ni una sola hora. Y no pienso…

Sus pensamientos se volvieron confusos. Trato de incorporarse pero no pudo. Se dijo a si mismo que tenia que volver a casa, arrastrandose a cuatro patas, para ser exacto, pues no le estaba permitido caminar derecho como las demas personas. Durante un rato se quedo sentado con la mirada perdida, luego recordo lo que pensaba decir:

– … irme de Milan hasta que no tenga mi dinero.

– En ese caso -opino uno de los dos maestros canteros arrimandose un poco- hariais bien en encargar vuestra lapida en mi taller. Pues es aqui, y no en otro lugar, donde sereis enterrado. No lo tomeis a mal, senor, pero ese es mi oficio.

Joachim Behaim oyo esas palabras pero no entendia su significado. El tabernero se habia acercado a el y reclamaba su dinero. Tuvo que reclamarlo hasta tres veces y alzar cada vez mas la voz, solo entonces comprendio Behaim que tenia que pagar su vino. Saco su bolsa, y con mano insegura esparcio diversas monedas sobre el tablero de la mesa. El tabernero retiro lo que le correspondia, metio el resto del dinero en la bolsa y deposito esta en la mano del aleman.

Durante un rato, Behaim permanecio inmovil, medio dormido, con los ojos cerrados, la cabeza inclinada sobre el pecho. Sus dedos agarraban firmemente la bolsa del dinero. De pronto oyo que hablaban de el.

– Un aleman que viene de Levante. Se ha emborrachado. Nadie le conoce. No sabemos que hacer con el.

Joachim Behaim bostezo, alzo la cabeza y abrio los ojos. Vio al hombre con el que se habia cruzado ese mismo dia en el patio del viejo castillo, conversando con el hermano Luca -ese hombre de nariz aguilena, cabellera ondulada, cejas pobladas y poderosa frente, el hombre de aspecto atemorizante-. Quiso levantarse y hacer una reverencia, Pero no fue capaz. La cabeza se abatio sobre su pecho y el sueno le invadio.

Por segunda vez ponia el destino a Joachim Behaim en el camino de messere Leonardo, y de nuevo tenia Behaim Su bolsa del dinero agarrada con mano firme. Pero los pensamientos de Leonardo estaban con la estatua del difunto duque al que habia representado montado a caballo.

– Es el tratante que vendio hoy al Moro dos hermosos caballos -dijo-. Ojala hubiese venido antes a Milan. Si yo hubiese dispuesto de su gran bereber como modelo para el caballo del duque, esta obra habria resultado mejor.

4

Lo primero que noto Joachim Behaim al despertar a la manana siguiente fue el hecho sorprendente de que un grueso infolio le hubiese servido de almohada durante la noche. Despues cayo en la cuenta de que estaba echado sobre un saco de paja y que se hallaba completamente vestido y cubierto con un abrigo que reconocio como suyo; y mientras se preguntaba de que manera habia llegado a casa y por que estaba echado sobre un saco de paja y no en su cama, le sobrevino una inquietud que sin embargo desaparecio en seguida cuando tento los bolsillos de su abrigo y encontro en uno de ellos su bolsa de dinero. Se froto los ojos para quitarse la somnolencia y solo entonces se percato de que no estaba solo en la habitacion. Un hombre se hallaba sentado en el suelo con las piernas cruzadas a la manera turca y, mientras silbaba tranquilamente, trataba de abrir un arca que parecia descansar sobre dos sillas colocadas juntas; sin embargo, el arca, de eso estaba Behaim seguro, no se habia encontrado en su habitacion el dia anterior y no comprendio para que le podia servir.

– ?Fuera de aqui! -dijo en un tono sereno pero terminante, pues queria una vez por todas poner en su sitio a su patron, el cerero, que al parecer habia entrado indebidamente en su cuarto y tenia quizas intencion de seguir utilizando en el futuro ese aposento-. ?Que buscais aqui y a estas horas de la manana? ?Coged vuestra arca y largaos!

– ?Buenos dias! -dijo el hombre sentado en el suelo-I Asi que estais despierto; si considerais propio de los deberes de la hospitalidad que salga y os deje solo, lo hare de buen grado, solo os pido que aguardeis unos minutos pues no quisiera interrumpir mi trabajo en este preciso instante.

– ?Menos cuentos! -gruno el aleman-. La proxima vez llamad a la puerta y pedid permiso como es debido.

El hombre que estaba sentado delante del arca volvio la cabeza y se aparto los cabellos castanos de la frente y al hacerlo se vio que sostenia un pincel en la mano del que caian gotas de pintura azul.

– ?Senor! ?Que permiso debo pedir? -pregunto-. ?Por quien me tomais y a que puerta debo llamar?

– ?Por la sangre de los santos martires! Teneis razon, es verdad que no sois la persona por la que os tomaba - exclamo Behaim completamente desconcertado-. ?Pero quien diablos sois y como habeis llegado hasta aqui? Tengo la sensacion de haber visto vuestra cara en otra ocasion.

– Soy Marco d'Oggiono, para serviros, senor…, pintor y antiguo discipulo de messere Leonardo. Y anoche fui vuestro companero de mesa en el Cordero…, ?os acordais ahora de mi?

– Por supuesto, senor, por supuesto -dijo Behaim con un bostezo que trato en vano de reprimir-. Tengo que pediros disculpas pues, a decir verdad, os habia tomado por mi casero, un individuo de muy pocas luces aunque indiscreto y charlatan… a esos individuos conviene mantenerlos alejados, y lo que opinara de que le mancheis el suelo con pintura azul, es algo que ignoro. De modo que sois el senor D'Oggiono. ?Y que buen motivo os conduce tan de manana hasta mi?

– ?Senor! -protesto ahora D'Oggiono con cierta impaciencia-. Por lo visto, aun no estais del todo despierto. Meted vuestra cabeza en agua fria, a ver si os despejais, alli en el rincon esta la palangana. Estais en mi casa, en mi cuarto y el suelo que mancho es el mio.

– Asi que por eso estaba tan desorientado al despertar -explico Joachim Behaim meneando la cabeza y todavia un poco confuso.

– Ayer -prosiguio el pintor- nos fue del todo imposible averiguar de vos en que posada os alojabais. Asi que os traje a casa y habeis dormido sobre el saco de paja que utiliza en otras ocasiones el reverendo hermano Luca cuando, debido a la hora avanzada o al mal tiempo, pasa aqui la noche. No se donde habra pasado esta noche. Pero ya estuvo aqui esta manana para pedirme prestados dos carlini, Pues el buen hermano esta mal provisto de bienes

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