este asunto es de mas envergadura e importancia que el mio y veo llegado el dia en que os encontrare tumbado en el hospital donde…

– ?En el hospital? ?A mi? -le interrumpio el escultor.

– Si. Con las fracturas de brazos y piernas inevitables en estos casos -prosiguio Bandello-, pero cubierto de gloria. ?A todos nos consume la envidia, pues vos sois el hombre a quien messere Leonardo ha concedido el honor y la distincion de ser el primero entre los mortales que se eleve como un dios hasta las nubes, con alas de aguila!

– Lo de las alas de aguila no es ni mucho menos definitivo -objeto Marco d'Oggiono-. A mi messere Leonardo golo me ha hablado de un par de alas de murcielago que habia destinado para el maestro Simoni. Pues ya sabeis que las alas de murcielago resultan mucho mas baratas que las de aguila.

– ?De que estais hablando? -exclamo sobresaltado el escultor-. ?Por todos los santos! ?Es que messere Leonardo no ha tenido en cuenta que estoy muy ocupado con mi Ecce Homo? ?Y acaso no sabe que en estos tiempos dificiles tengo que alimentar ademas a mi padre que esta viejo y enfermo y no gana ni un centimo con su oficio? ?A mi! ?Hasta las nubes! ?Y sin consultarme! ?Que se ha creido? ?Pretende que el viejo, enfermo como esta, tenga que mendigar su pan en la calle? Y vos -se dirigio ahora con vehemencia al joven Bandello-, un mozuelo imberbe, un gandul que no tiene que ocuparse de nadie en el mundo… -Tened en cuenta, maestro Simoni -apunto Bandello-, que como estais acostumbrado a trabajar la madera mas dura con el formon, la gubia y el mazo, poseeis una fuerza poco comun en la musculatura de los brazos, y esa es la razon por la que messere Leonardo os ha elegido a vos para esa empresa y no a mi que solo manejo la pluma. Contentaos pues. Yo tambien cumplo con la parte que me corresponde. Sin murmurar he llevado a mis espaldas durante todo el largo trayecto a los tordos, los pinzones y los verderones en sus jaulas para servir a messere Leonardo. Hablad con el, maestro Simoni, pero hacedlo sin rodeos. Decidle que exigis alas de aguila, que son las que os corresponden y no esas miserables alas de murcielago tan indignas de vos. ?Id y hablad con el!

Con un gesto senalo a messere Leonardo que habia caminado mas deprisa que ellos y ahora esperaba delante de la posada del estanque donde Niccola y Joachim Behaim mantenian sus conversaciones amorosas.

El pintor D'Oggiono coloco su brazo alrededor de los hombros del escultor y fingio tener un buen consejo para el.

– ?Escuchad! -dijo-. Con las alas de murcielago las cosas no tendran un desenlace demasiado malo. No os llevaran hasta las nubes, permanecereis siempre a escasa altura del suelo y si caeis, no sufrireis mas que un susto o quizas la rotura de una pierna. Luego podreis concluir vuestro Ecce Homo y seguir ejerciendo vuestro oficio con un prestigio aumentado y nadie se dara cuenta de que cojeais o de que arrastrais un poco el pie. Por consiguiente, hacedme caso a mi y no a Bandello, pues yo solo deseo vuestro bien. ?Apresuraos, hablad con messere Leonardo y exigid alas de murcielago!

El escultor miro confuso y desesperado a D'Oggiono que ni siquiera pestaneo. Quiso correr tras messere Leonardo que les precedia para pedirle una explicacion, pero cuando su mirada cayo sobre Matteo Bandello que ya no podia contener la risa se dio cuenta de que se habian burlado de el. Y aunque se sentia muy aliviado de no tener que afrontar peligros ni de tener que jugarse la vida por los aires, monto en colera y empezo a jurar como un pagano.

– ?Mal rayo os parta, hijos de puta! ?Que el diablo os arranque vuestras lenguas de vibora! -grito, despues de haberles deseado la peste, la viruela, la gangrena y toda clase de calamidades y plagas, y haber maldecido el aire que respiraban-. Sabia desde el principio que no era cierta esa historia. ?A mi no se me engana tan facilmente, recordadlo bien! ?A mi no!

Y enjugo de su frente las gotas de sudor frio que atestiguaban la angustia mortal que habia pasado.

Delante de la posada del estanque, messere Leonardo le exponia mientras tanto al poeta de la corte Bellincioli lo importante que era para un pintor conocer y comprender exactamente la anatomia de los nervios, musculos y tendones.

– Hay que ser capaz de reconocer -le explicaba-, tanto en los diversos movimientos humanos como en cualquier empleo de fuerza, que musculo es la causa del movimiento y del despliegue de la fuerza, para representar ese musculo en particular y mostrarlo en pleno esfuerzo, independientemente de los demas. Y quien no sea capaz de hacerlo, deberia pintar un manojo de rabanos y no el cuerpo humano.

Y volviendose hacia los otros que se habian acercado mientras tanto dijo:

– No nos quedaremos aqui, y tu, Matteo tendras que continuar un trecho mas con tu carga, pues no habia pensado en ese aguafiestas.

Senalo al aguila ratera que revoloteaba nerviosamente brizando gritos furiosos.

– Si, haremos bien en irnos de aqui -opino Bandello-. El aguila ha descubierto la presencia de los pajaros que llevo y les esta dando un susto de muerte con sus gritos. Ninguno de ellos abandonara su carcel sabiendo que ese depredador anda cerca.

Siguieron caminando por la carretera hacia el pequeno pinar. El escultor se detuvo un instante y, volviendose, dirigio una mirada a la posada. Despues alcanzo a los demas.

– Se ha ido, ya no esta -comento-. ?No la habeis visto? Solo aparecio un momento detras de la ventana, pero yo la reconoci.

– ?A quien habeis reconocido? -pregunto el pintor D'Oggiono.

– A esa muchacha, a Niccola -respondio el escultor-. Vos la conoceis, la hija del prestamista. Y aunque al pasar no me regale nunca una mirada, me llevo una alegria cada vez que me cruzo con ella. Es encantadora. Acude a San Eusorgio a oir misa.

– Si, es hermosa -dijo messere Leonardo-. Al crear su rostro, Dios hizo un gran milagro.

– Vino aqui procedente de Florencia y de las florentinas tiene ese caminar ingravido -la elogio el escultor.

– Sin embargo -observo el poeta Bellincioli-, ni su caminar ni su belleza le han deparado un marido o un galan.

– ?Como? ?Un galan? -exclamo el joven Bandello-. No os dais cuenta de que el maestro Simoni se ha enamorado ciegamente de ella? ?Pretendeis negarlo, maestro Simoni? ?Vamos, regresad y hablad con ella, exponedle vuestros sentimientos!

– ?Hablar con ella? -se asombro el escultor-. ?Pensais que eso es tan sencillo?

– Volved y no seais tan pusilanime -le animo el joven Bandello-. ?Animo! Sois un hombre apuesto, ella no se mostrara esquiva. ?O quereis que lo intente yo? Solo es cuestion de hallar las palabras adecuadas.

Hizo como si estuviese delante de la muchacha y a pesar de las jaulas que llevaba a la espalda, consiguio hacer una reverencia bastante elegante.

– ?Senorita! -inicio su discurso-. Sin animo de importunaros… ?No! Eso suena vulgar. Hermosa senorita, ya que tengo la dicha de encontrarme con vos tan de improviso, os ruego, con todas mis fuerzas, que acepteis mi amor y me enseneis la manera de ganar el vuestro… ?Que os ha parecido, maestro Simoni? ?Os gusta? Si, estas formulas no se pueden comprar en la botica.

– Dejadla en paz -dijo Bellincioli-. Ella es lo bastante inteligente para no embarcarse en aventuras amorosas con tipos como vosotros, pues sabe que al final solo sera desdenada y humillada. Creedme, no es ninguna suerte tener esa belleza cuando se es la hija de Boccetta.

Durante un rato siguieron su camino en silencio.

– Y yo os digo que ella tiene un galan -declaro de pronto el pintor D'Oggiono-, y que en estos momentos esta con el. Seguramente es un forastero, uno que no sabe quien es su padre. Asi que ella se cita con su galan en esa Posada. Me gustaria saber…

Se encogio de hombros y no hablo mas del asunto.

– Se han marchado -dijo Niccola y, dirigiendose con un suspiro de alivio hacia Joachim Behaim, regreso a sus brazos-. Era messere Leonardo con sus amigos; estoy segura de que entre ellos habra alguno que me conoce. Menudo susto me he llevado. ?Si me hubiesen visto aqui… no, por la gloria de mi alma, no habria podido ocurrirme nada peor!

8

Cuando Joachim Behaim le conto que, para propiciar un nuevo encuentro con ella se habia instalado en una

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