– Fueron dos. Aun no he inspeccionado el arma pero se demostrara facilmente lo que digo.
Se acerco a la pared y senalo las flores azuladas y los arabescos del papel pintado.
– Aqui esta el disparo. Eugen se defendio. Disparo contra su agresor e inmediatamente despues apunto el arma contra si mismo. Asi es como tuvieron lugar los hechos. De modo que en el momento critico el baron estaba arriba, en la terraza. Es por ello que no puede tenersele en consideracion a la hora de intentar descubrir quien fue ese visitante desconocido.
El doctor Gorski se inclino sobre la senal del disparo que habia en la pared y busco el proyectil con su cortaplumas. Podia oir perfectamente el ruido de los aranazos del metal en el yeso. Felix seguia con el oido atento al sonido de la calle.
– ?Estas seguro de todo eso? -pregunto al cabo de un rato, sin dignarse tan solo a girar la cabeza-. Entonces dime, ?como consiguio entrar este desconocido por la puerta del jardin sin que nadie se diera cuenta? Nadie lo ha visto llegar, nadie ha oido que sonara la campana de la puerta. Aunque ya se lo que vas a decirme: que ese desconocido tuyo tenia en su poder una copia de la llave, ?no es asi?
El ingeniero sacudio la cabeza en senal de desaprobacion.
– No. Mas bien me inclino a suponer que ya hacia tiempo, quizas incluso horas, que estaba esperando a que Eugen Bischoff viniera al pabellon.
– Muy bien, entonces tambien sabras decirme como consiguio abandonarlo. Has dicho que todavia estaba aqui cuando sono el primer disparo. Entre un disparo y otro no debio de pasar mas de un segundo, y cuando llegamos la puerta estaba cerrada por dentro, con llave.
– Si, tambien he meditado largo rato sobre ello -dijo Solgrub sin mostrar ningun apuro -. Las ventanas tambien estaban cerradas. Reco nozco que este es el punto mas debil de mi razo namiento. Hasta ahora el unico que permitiria especular sobre la culpabilidad del baron.
– ?El unico, dices! -rugio Felix. -?Y la pipa? ?Quien la ha traido aqui? ?Acaso ha sido tambien ese misterioso visitante? ?O quizas el mismo Eugen?
– No querria descartar esta segunda posibilidad de antemano.
Felix parecia a punto de explotar en un renovado ataque de ira, pero el doctor Gorski, que hasta el momento se habia mantenido al margen, se le adelanto.
– No se, puede que me equivoque, pero ahora que lo dicen creo haber visto durante unos instantes esa pipa en la mano de Eugen Bischoff.
Aunque ya digo que puedo estar en un error.
– ?De veras, doctor? -le interrumpio Fe lix-. ?Puede usted recordar haber visto a Eugen fumando alguna vez? No, doctor, mi cunado no fumaba, odiaba el tabaco…
– No estoy diciendo -le corto el doctor- que tuviera la intencion de fumar. Quiza la cogio de un modo inconsciente, sencillamente porque se la habia encontrado en la mano sin pensar en ello. Mire usted, en cierta ocasion sali distraido con unas tijeras de casa, y si no llego a encontrarme con un conocido por la calle…
– No, doctor. Convendria que se esforzara en encontrar explicaciones que se sostengan mejor. Cuando entre, la pipa todavia estaba encendida, y mire, alli en el suelo aun hay media docena de cerillas que han sido usadas. La persona que la ha traido ha fumado en ella.
El doctor no supo que contestar. En cambio, aquellas palabras surtieron en el ingeniero un efecto harto dificil de describir.
Se puso de pie de un salto y nos miro a los tres palido como la cera. Luego exclamo:
– ?Todavia estaba encendida! Esto es, ?no lo recuerdas, Felix? ?En el escritorio tambien habia un cigarrillo encendido!
Ninguno de los alli presentes podiamos ni tan solo intuir adonde habia ido a parar con sus pensamientos. A causa de la excitacion habia hablado con un fuerte acento eslavo, y esto fue lo que mas me llamo la atencion. Sorprendidos por su reaccion, permanecimos todos mirandole con cara de extraneza, mientras el, palido, completamente fuera de si, incapaz de decir nada ni de poder explicar nada, balbuceaba e intentaba controlarse en medio de un ataque de ira por el hecho de que no comprendieramos de inmediato lo que nos queria decir.
Felix movio la cabeza de un lado para otro.
– Deberias expresarte con mayor claridad, Waldemar. No he entendido palabra de lo que me has dicho.
– ?Y yo que he sido el primero en entrar! -consiguio articular el ingeniero. -?Maldita sea! ?Pero donde tengo yo los ojos?… ?Que me exprese con mayor claridad, dices? ?Como si no fuera ya lo suficientemente claro! Se encerro por dentro, paso el cerrojo, exactamente igual que Eugen Bischoff, y luego, cuando la hospedera consiguio entrar, encontro sobre su escritorio un cigarrillo encendido. ?Me entiendes ahora o es que no quieres entenderme?
Por fin sabiamos de que nos estaba hablando. La verdad es que yo no habia pensado mas en aquel misterioso suicidio del oficial de la Armada amigo de Eugen Bischoff. No pude evitar una leve sensacion de terror al darme cuenta de la similitud entre ambas muertes. Y por primera vez senti que surgia dentro de mi la sombria y terrible sospecha de que habia una correpondencia entre ambos sucesos.
– Las mismas circunstancias, el mismo de senlace – dijo el ingeniero pasandose la mano por el ceno fruncido-. Casi el mismo procedimiento. Y ademas siempre, en los tres casos, la ausencia de cualquier movil aparente.
– ?Y que conclusiones sacas tu de todo ello? -pegunto Felix visiblemente afectado y poco se guro ya de su postura.
– Sobre todo una: que el senor Von Yosch no es culpable de la muerte de Eugen. ?Queda eso claro de una vez por todas?
– ?Y quien es entonces el culpable, Waldemar?
El ingeniero mantuvo largamente su mirada puesta sobre el cuerpo sin vida que yacia en el suelo. Como obedeciendo a un extrano presentimiento bajo el tono de su voz. Casi como un susurro dijo:
– Cuando nos conto la suerte que habia co rrido su amigo es posible que se encontrara a un paso solamente de descubrir el secreto de toda aquella historia. Al menos asi lo debia de prever en el momento de abandonar el salon de musica. Por eso estaba tan excitado, como fuera de si, ?lo recuerdas?
– ?Y bien? ?Que mas?
– Aquel joven oficial murio al descubrir el motivo de la muerte de su hermano. Al parecer, Eugen tambien descubrio el secreto. Quizas esta sea la razon por la cual el tambien murio…
La campanilla de la puerta principal interrumpio el silencio que habian provocado estas ultimas palabras. El doctor Gorski abrio la puerta y miro hacia afuera. Se oyeron voces.
Felix irguio la cabeza. El semblante de su rostro habia vuelto a mudarse y habia recobrado su frio aire de superioridad.
– La policia -dijo en un tono de voz completamente transformado-. Waldemar, verdaderamente no creo que llegues a darte cuenta de cuan fantasticas son estas regiones a las que nos has conducido. No, tus teorias lo son todo menos convincentes. Me perdonareis, pero querria hablar a solas con los senores de la policia.
Se dirigio hacia el doctor Gorski y le estrecho calurosamente la mano.
– Buenas noches, doctor. Nunca olvidare lo que hoy ha hecho por mi y por Dina. ?Que habriamos hecho nosotros sin usted? Ha pensado en todo y ha sabido conservar la cabeza clara en los peores momentos.
Dicho esto, sus ojos fueron a posarse sobre mi.
– No creo que haga falta decirle, capitan, que por lo que a mi respecta nada ha cambiado en este asunto. Pienso que nos separamos habiendo llegado a un compromiso, ?no es verdad? Por mi parte le respondi con un ligera inclinacion.
10
Lo que ocurrio en la villa de los Bischoff esta pronto dicho. Cuando cruzabamos el jardin nos encontramos con la policia, que acababa de llegar. Tres agentes de paisano, uno de ellos provisto de una cartera y una carpeta de piel de color marron de notable tamano, avanzaban hacia nosotros mientras el jardinero sordo les iba iluminando el camino con una linterna. Nos apartamos para dejarles paso. Un hombre ya de edad avanzada, con la cara gruesa y una barba gris y afilada, que resulto ser el medico forense del distrito, se detuvo e intercambio unas palabras con el doctor Gorski.
– ?Buenas noches, colega! -dijo sin quitarse el panuelo con que se cubria la boca-. Un poco frio para esta epoca