Por favor, siga usted, senor Karasek. ?Que fue lo que sucedio al dia siguiente?
– Al dia siguiente Poldi llego con un desconocido a casa, y entonces no pude evitar el acordarme de la discusion de la noche anterior. Era un tipo alto, de complexion fuerte, muy bien afeitado. Ya no era lo que se dice un tipo joven, sino mas bien maduro. Y Poldi se fue directamente con el a la habitacion, sin presentarmelo. La verdad es que mi prima no me tenia acostumbrado a estas cosas, de modo que pense que seguro que a Ludwig no le hacia ninguna gracia que estuviera con aquel tipo a solas en su habitacion. Aunque por otra parte no tenia ninguna intencion de ponerme impertinente. Asi que me dije que lo mejor seria esperar a que el desconocido se fuera para cogerlo aparte y preguntarle que era lo que queria de Poldi. Pero cuando al cabo de media hora me decidi a asomar la cabeza, el tipo en cuestion ya se habia ido. El libro que llevaba, sin embargo, estaba sobre la mesa, y se lo dije a mi prima: «Ese senor ha olvidado el libro, un diccionario muy grueso que tendra su valor, digo yo».
– ?Se olvido aqui un libro? -exclamo el in geniero interrumpiendolo-. ?Donde esta? ?Puedo verlo?
– Claro, claro. Aqui mismo lo tiene usted -dijo el joven, y Solgrub cogio el libro del escritorio, el mismo que yo habia hojeado media hora antes sin fijarme en lo que estaba haciendo. Le lanzo una hojeada y solto un grito de sorpresa.
– ?Es italiano! -exclamo-. ?Un diccionario italiano! Doctor, ?quien ha acabado teniendo razon? Ese monstruo se expresa en italiano, ahi tiene usted la prueba. Eugen Bischoff lo utilizaba para poderse entender con el. ?Pero que es esto? Fijese usted bien, doctor, ?que cree usted que significa esto?
El doctor Gorski se inclino para ver lo que el ingeniero le mostraba:
– ?Y no hay nada mas que le llame la aten cion?
El doctor movio la cabeza en senal de negacion.
– ?Verdaderamente no hay nada que le sor prenda? ?Fijese con mas atencion! Senor Karasek, usted lo vio llegar. ?Esta usted seguro de que el desconocido no llevaba un segundo libro?
– Solo este. Segurisimo.
– Me parece muy extrano. Mire usted, doctor: se trata de un diccionario italiano-aleman. Falta la segunda parte, la de aleman-italiano. Aparentemente, Eugen Bischoff no necesitaba esta segunda parte. ?Como se explica esto? A mi me parece claro: Eugen Bischoff no hablaba con el asesino, se limitaba a escucharlo en silencio. ?Un momento! Les ruego que ahora no me distraigan. El uno habla y el otro calla y escucha y traduce. ?Que significa esto? ?Dejenme reflexionar un poco!
– ?Que es lo que ha ocurrido? -se oyo de pronto una voz de anciano, aguda y temblorosa, que llegaba desde la puerta-. Ahi fuera en la cocina esta la senora Sediak llorando. ?Que le ha pasado a Leopoldine?
El consejero Karasek, el padre de Agathe Teichmann, cuya noble cabeza goethiana se me habia quedado fijada en la memoria con toda viveza desde que anos atras tuviera la ocasion de conocerlo, habia cambiado mucho. Era un hombre anciano, de una delgadez casi espectral, se podria decir que daba la impresion de ser la fragilidad en persona. Y ahora, apoyandose en su baston, con los ojos fijos en el suelo, esperaba que alguien lo sacara de su inquietud.
El joven Karasek tuvo un sobrealto.
– ?Abuelo! -balbuceo. -No ha ocurrido na da. ?Que quieres que haya ocurrido? Poldi esta acostada, durmiendo en el sofa, ?no la ves? Hoy le ha tocado el turno de noche, y la pobre esta muy cansada.
– Esa criatura me tiene preocupado -suspiro el anciano-. Tiene demasiados pajaros en la cabeza, no me hace caso, nunca quiere que se le diga nada. En eso ha salido a su madre. Ya lo sabes, Heinrich, ?esa Agathe! Primero el divorcio, y luego todo el sufrimiento que la separacion trajo consigo. Y finalmente, por culpa de ese teniente, de ese Don Juan sin escrupulos… Cuando llegue a casa, con aquel espantoso olor a gas, estaba todo tan oscuro… ?Agathe!, grite…
– ?Abuelo! -le suplico el joven, y su rostro, antes totalmente inexpresivo, mostraba ahora la preocupacion mas enternecedora-. Abuelo, ol vidate de esto. Dios sabe cuanto tiempo ha pa sado ya.
– Ya lo tengo -dijo de pronto Solgrub en un tono de voz que hacia pensar que no se habia percatado de la llegada del anciano consejero-. Podemos irnos. Aqui no tenemos nada mas que hacer.
El viejo Karasek irguio la cabeza.
– ?Tienes visita, Heinrich?
– Son unos colegas de la oficina, abuelo.
– Esta bien, esta bien, Heinrich. Un poco de distraccion y de charla siempre van bien. ?Quizas estaban ustedes jugando a cartas, senores?
Disculpenme que no les haya saludado antes. Mis ojos hace tiempo que ya no ven las cosas de este mundo. Siempre fui miope, y los medicos me iban diciendo que con la edad mejoraria, pero esta claro que conmigo ha sido exactamente al reves. ?Que le ha ocurrido a Poldi? ?Donde esta esa chiquilla? Estoy esperando que me lea el periodico.
– ?Abuelo! -dijo el joven Karasek al tiempo que nos lanzaba una mirada llena de desconsuelo y desesperacion-. Dejala que duerma, esta cansada, no la despiertes. Ya te leere yo el periodico.
17
El doctor Gorski estaba del peor de los humores, y mientras descendia a tientas y con prudencia la empinada escalera completamente a oscuras comenzo a proferir todo tipo de resoplidos y maldiciones en voz baja.
– ?Solgrub! -grito-. ?Pero donde se ha metido ese hombre? Se ha quedado con mi linterna, y como que siempre va a su aire y sin pensar para nada en los demas, ahora resulta que me ha dejado en la estacada y sin luz. ?A eso es lo que le llamo yo ser considerado con los demas! ?Cuidado! Aqui viene otro escalon. Baron, ?donde esta usted? Pase adelante, se lo ruego, porque yo ya no se como seguir. ?Que? ?A la derecha o a la izquierda? Si al menos tuviera cerillas. Pero ni eso. Ya se que usted puede ver en la oscuridad. Debe de tener ojos de gato, siempre lo he dicho. Y su inclinacion en silencio ahi arriba, ?algo delicioso, signo de los mejores modales! Sin embargo, ?que se creia usted? ?Acaso no ha visto que el pobre viejo estaba ciego? Pues si, completamente ciego. Dios me libre de llegar a esa edad. ?Ah, luz! ?Por fin! ?Aleluya, loado sea el cielo, ya hemos llegado!
En la calle habia una ligera neblina. El cielo estaba cubierto de nubes y las farolas de gas proyectaban su luz mortecina sobre los adoquines, que brillaban mojados por el agua de la lluvia. Delante del cine habia una cola de gente que esperaba para entrar. La puerta de la bodega se abrio y durante un instante pude oir los canticos de unas voces roncas y la musica tristona de un orquestrion.
El ingeniero vino hacia nosotros.
– ?Pero donde se habian metido? -nos pregunto-. Llevo una eternidad aqui esperandoles. Son ya las nueve y diez, se nos ha hecho dema siado tarde para ir a ver al viejo sefardita.
– ?A Gabriel Albachary? -aullo de pronto el doctor, sin poderse contener por mas tiempo-. ?Por todos los diablos! ?Pero que mas quiere usted de el?
– ?Que que es lo que quiero de el? Doctor, usted es un poco duro de mollera, segun veo. Un jovencito en edad escolar discurriria mas rapido que usted. Pues resulta que querria ver de nuevo al Maestro del Juicio Final. Esta tarde… ?Pero por que me mira asi? Se trata del monstruo. ?No me comprende usted? Se trata del asesino de Eugen Bischoff.
El doctor Gorski sacudio la cabeza.
– ?Esta usted insinuando que aquel anciano es el asesino?
– ?Que anciano?
– El usurero.
– ?Dios santo! Doctor, usted tiene la infernal virtud de confundirlo todo hasta el extremo mas impensable. Fijese usted bien: primero la boquilla del cigarrillo. No, la verdad es que no ha sido facil adivinar cual era su funcion. Luego el libro, el diccionario. Al abrirlo me di cuenta de que aquella era la clave. Comence a darle vueltas, pero en aquel momento aparecio el viejo consejero con sus preguntas. No oi nada de lo que decia. La reflexion metodica, doctor, no es ninguna patrana. El asesino no escucha, sino que solamente habla. ?Que significa esto? Ahora ya se lo que significa. Al fin todo encaja, aunque la verdad es que no hay motivo para que me vanaglorie de nada, porque el dia ha estado plagado de errores. Se trata de un verdadero monstruo, de un coloso, y usted ha estado una hora