cantar la gloria del dia del Juicio Final junto a los angeles del Senor -dijo Salimbeni en voz baja.

– Y ahora veo a miles y miles, una muchedumbre infinita de caballeros, consejeros reales y mujeres ricamente vestidas que levantan los brazos a lo alto y lloran, y un gran lamento sale de sus gargantas.

– Se lamentan por lo que ha sido y ya no podra volver a ser. Lloran porque estan condenados a la oscuridad y porque les ha sido negada para toda la eternidad la contemplacion del Senor.

– En el cielo hay una enorme senal de fuego. ?Ay de mi! Este color no es de este mundo, y mis ojos no pueden soportar su vision.

– Es el rojo de las trompetas -grito maese Salimberi con voz atronadora-. Es el rojo de las trompetas cuando el sol del dia del Juicio Final se refleja en ellas.

– ?Y de quien es esa voz que grita mi nombre desde la tempestad del viento? -pregunto el maes tro con voz aterrorizada, y su cuerpo comenzo a temblar. De pronto profirio un aullido que sono como el profundo lamento de un animal, cruzando interminable por el espeso silencio de la noche.

– ?Ay de mi! ?Ahi estan y se me quieren lle var con ellos, son los demonios del infierno, vie nen de todas partes, y el aire esta lleno de ellos!

Y el pobre hombre intento huir aterrorizado, pero los demonios invisibles parecian tenerlo bien cogido. Entonces cayo al suelo, dando patadas y manotazos al vacio y profiriendo espantosos aullidos con el rostro completamente desfigurado. Luego se levanto y comenzo a correr de nuevo, y otra vez cayo por los suelos. Era algo tan horroroso de ver que casi crei morir de miedo.

– ?Ayudadle, maese Salimbeni! -grite en medio de mi desesperacion, pero el medico sacudio la cabeza.

– Es demasiado tarde, pues las visiones de la noche ya se han apoderado de el.

– ?Piedad, maese Salimberi! ?Tened piedad de el! -grite.

En aquel momento los demonios del infierno lo debian de haber cogido y se lo llevaban a rastras, pero el seguia resistiendose y aullaba con todas sus fuerzas. Entonces maese Salimbeni avanzo unos pasos hacia el, en direccion adonde el monticulo caia en picado sobre la cantera, y se interpuso en su camino.

– ?A ti te hablo, asesino que no temes al Se nor Todopoderoso! – grito-. ?Levantate y con fiesa tu crimen!

– ?Piedad! -aullo el maestro al tiempo que caia de rodillas y se cubria el rostro con las manos.

Entonces maese Salimbeni levanto su puno y le golpeo en medio de la frente con tal fuerza que el maestro cayo al suelo como muerto.

Hoy se que esto no fue ninguna crueldad, sino todo un acto de compasion, y que maese Salimberi, con ese golpe, lo que hacia era liberar al maestro del poder de sus visiones.

Llevamos su cuerpo sin sentido al taller, y alli permanecio sin dar signos de vida hasta la noche del dia siguiente. Cuando volvio en si no sabia si era de dia o de noche, deliraba y no dejaba de hablar de los demonios del infierno y del espantoso color de las trompetas.

Mas tarde, cuando su locura comenzo a ceder, se fue volviendo mas y mas ensimismado y se sento en un rincon de su taller con los ojos fijos en el vacio, sin hablar con nadie. Pero por las noches podia oir como gimoteaba en su habitacion y rezaba todo tipo de plegarias. Hasta que el dia de San Esteban desaparecio de la ciudad sin que nadie supiera adonde habia ido.

Transcurridos tres anos, y yendo yo camino de Roma, me detuve en el monasterio de los hermanos seraficos de los Siete Dolores, donde se conservan el manto y el cinto de la Virgen Maria, junto con una madeja de hilo hecho con sus propias manos. De modo que le rogue al prior que me acompanara a la capilla para poder contemplar aquellas reliquias. Alli vi a un monje subido a un andamio que estaba trabajando en un gran fresco, y tarde no poco rato en reconocer en sus rasgos los de mi antiguo maestro Giovansimone Chigi.

– Ese esta muy mal de la cabeza -me dijo el prior-, pero hay que reconocer que su trabajo es verdaderamente soberbio. Le llamamos el Maestro del Juicio Final, porque solo pinta este tema, una y otra vez, siempre lo mismo. Y si por ventura le pido que pinte aqui una Anunciacion o en aquella otra pared el milagro de la curacion del invalido, o el de la multiplicacion de los panes y los peces, entonces se enfurece y se pone como loco, de manera que hay que acabar dejandole hacer su voluntad.

La tarde caia, y una luz rosacea se proyectaba a traves de las ventanas sobre las baldosas de piedra. Y en la pared pude reconocer la roca del trono de Dios flotando en el aire, y el valle de Josafat, el coro de los bienaventurados y los demonios de multiples formas que salian del lodazal en llamas. El maestro se habia pintado a si mismo entre los condenados, y todo estaba representado con tanta veracidad que no pude evitar que un escalofrio me recorriera la espalda.

– ?Maestro Giovansimone! -le grite. Pero ni me oyo. Con las manos temblorosas, y sin dejar de rezar ni un instante, pintaba la figura de un querubin enfurecido con una tal rapidez y ansiedad que bien podria decirse que todavia le perseguian los demonios del infierno.

Esta es mi historia sobre el Maestro del Juicio Final, y no es mucho mas lo que se, pues cuando al cabo de unos anos volvi a visitar el monasterio encontre la capilla vacia y los monjes me mostraron el lugar donde el maestro yacia enterrado. Quiera Cristo, nuestra estrella del alba y nuestra esperanza, que estemos el y todos nosotros entre los bienaventurados el dia del Juicio Final.

Por lo que a maese Salimbeni se refiere, y a quien yo llamo el verdadero Maestro del Juicio Final, nada mas he vuelto a saber de el desde aquella noche. Podria ser que haya vuelto a los lejanos reinos de Oriente, donde ya habia pasado muchos anos de su vida. Pero he conservado en la memoria el secreto de su arte, y aqui lo transcribo para aquellos que se sientan con el animo firme y seguro:

Toma, hombre curioso, extracto de cormentil en aguardiente, y de el haz tres partes, luego…

21

– ?Siga, siga usted! ?No se detenga! -suplico el doctor Gorski.

– Eso es todo -dijo Felix-. Aqui se interrumpe el manuscrito.

– ?Imposible! No puede ser que acabe aqui. Falta la parte mas importante. ?Dejeme ver!

– Convenzase usted mismo, doctor. No hay nada mas. Solo mapas, los mapas de las provincias espanolas. Granta et Murcia. Utriusque Castillae nova descriptio. Insulas Balearides et Pytiusae. Nada escrito por el otro lado. Andalusia continens Sevillam et Cordubam. Ni el minimo rastro de anotaciones a mano. El manuscrito de bio de quedar inacabado.

– ?Pero y la composicion de la droga! ?De donde saco Eugen Bischoff la composicion de la droga si no de aqui? Ha de estar entre estas paginas. Se habra saltado una hoja, Felix, busque usted bien.

Los tres estabamos con los cinco sentidos puestos sobre el grueso volumen. Felix volvio a pasar las hojas hacia atras.

– ?Aqui falta una! -exclamo el doctor Gorski-. Aqui, entre la descripcion de Asturias y las dos Castillas. Alguien ha cortado la pagina.

– Tiene razon -constato Felix-. La hoja ha sido cortada con un cuchillo de hoja roma.

El doctor se dio un golpe en la frente con la palma de la mano.

– ?Claro, ha sido Solgrub! ?Quien, si no Solgrub! ?Lo ven ustedes? ?Queria evitar que al guien mas despues de el realizara el experimento! Por eso ha destruido la ultima pagina del manus crito, la hoja que contenia la composicion de la pocima. ?Que haremos ahora, Felix?

– Si, ?que haremos ahora?

Los dos se quedaron mirandose el uno al otro, sin saber que decir.

– Debo confesarle -fue el doctor Gorski el primero en romper el silencio- que estaba decidido a probar los efectos de esta droga en mi organismo, una vez tomadas, naturalmente, todas las precauciones necesarias.

– Y yo tenia la misma intencion -explico Felix.

– ?Ah! De ningun modo. Yo jamas hubiera permitido que usted, que es totalmente lego en cuestiones medicas… ?Pero para que discutir? Ninguno de nosotros tres sabra jamas que fuer zas inconcebibles han sido las que han arrastrado a Solgrub, a Eugen Bischoff y Dios sabe a cuan tos mas a una muerte tan misteriosa.

Y dicho esto cerro las pesadas tapas del libro chapadas en bronce.

– Ya no podra seducir a nadie mas. Nuestro pobre Solgrub ha sido su ultima victima. Y cuanto mas vueltas le doy al asunto… La misma fisiologia del cerebro nos da ya un punto de partida. Tengo mi propia teoria sobre el

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