mensaje. Colgo, se preparo lo que iba a decir en ingles y volvio a marcar.
– Hice lo que me dijiste. He venido a Londres porque creo que me persiguen. En este momento estoy en Simons, una cafeteria situada junto a Rawson, cerca de Picadilly, en Regent Street. Son las diez. Me quedare aqui una hora mas. Si no te pones en contacto conmigo en ese tiempo, intentare llamarte mas tarde.
Ho aparecio cuarenta minutos despues. Su impermeable amarillo destacaba chillon entre la masa de impermeables negros. Birgitta tuvo la sensacion de que aquello tambien tenia un significado especial.
Cuando la vio entrar en la cafeteria, Birgitta noto que estaba inquieta y, de hecho, empezo a hablar antes de haber retirado la silla para sentarse.
– ?Que ha pasado?
Una camarera acudio a tomar nota y Ho pidio un te. Cuando la joven se hubo marchado, Birgitta le ofrecio todo lujo de detalles acerca del hombre chino que se habia presentado en el hotel de Hudiksvall, le explico que era el hombre del que ya le habia hablado con anterioridad y que el propietario del hotel habia sido asesinado.
– ?Estas segura?
– No creeras que iba a emprender un viaje a Londres para contarte algo de lo que no estoy segura. He venido porque lo que te acabo de contar es veridico, ha ocurrido y tengo miedo. Ese hombre le pregunto a Sture Hermansson por mi. Se entero de mi direccion, sabe donde vivo. Y ahora estoy aqui. He hecho lo que Ma Li, o mas bien Hong, te pidio que me dijeras. Tengo miedo, pero tambien estoy furiosa, puesto que ni tu ni Hong me habeis dicho la verdad.
– ?Por que iba yo a mentir? Claro que has hecho un largo viaje a Londres; pero no olvides que mi viaje a Helsingborg fue igual de largo.
– No me habeis contado todo lo que esta pasando. No me explicais nada, pese a que estoy convencida de que hay cosas que explicar.
Ho empezaba a ponerse nerviosa. Birgitta no dejaba de pensar en el impermeable amarillo demasiado chillon.
– Tienes razon, pero podria ser que ni Ma Li ni Hong supieran mas de lo que han dicho.
– Cuando viniste a verme, no lo entendi -confeso Birgitta-. Pero ahora lo veo clarisimo. A Hong le preocupaba que alguien quisiera matarme. Eso fue lo que le transmitio a Ma Li. Y el mensaje paso de ella a ti, tres mujeres seguidas, todo para avisar a una cuarta mujer de que algo la amenazaba; pero no se trataba de una amenaza cualquiera. Era una amenaza de muerte. Ni mas ni menos. Al no entenderlo, he estado exponiendome a un peligro cuyas consecuencias acabo de comprender ahora. ?Estoy en lo cierto?
– Por eso fui a verte.
Birgitta se inclino hacia delante y tomo la mano de Ho.
– Pues ayudame a comprender. Responde a mis preguntas.
– Si puedo.
– Si que puedes. ?No es cierto que te acompano alguien a Helsingborg? ?No es cierto que, en estos momentos, alguien nos esta vigilando a las dos? Has tenido tiempo de llamar antes de venir.
– ?Y por que iba a hacer algo asi?
– Eso no es una respuesta, es otra pregunta. Yo quiero respuestas.
– No, nadie me acompano a Helsingborg.
– ?Por que te pasaste todo el dia en la sala de vistas donde yo estaba trabajando? Se supone que no entendias una palabra de lo que se decia, ?no?
– Exacto.
Birgitta cambio rapidamente al sueco. Ho fruncio el ceno y meneo la cabeza.
– No te entiendo.
– ?Seguro? ?No sera que, en realidad, entiendes mi idioma perfectamente?
– De haberlo hecho, habria hablado contigo en sueco, ?no crees?
– Comprenderas que abrigue mis dudas. Puede que sea una ventaja para ti fingir que no entiendes mi lengua. Me pregunto incluso si no llevaras ese impermeable amarillo para que
– Pero ?por que?
– No lo se. En este momento no se absolutamente nada. Lo mas importante, claro esta, es que Hong queria advertirme de algo. Pero ?por que ibas a ayudarme tu? ?Que puedes hacer?
– Empecemos por el final -la tranquilizo Ho-. Chinatown es un mundo aparte. Aunque tu y miles de ingleses y turistas se paseen por nuestras calles, Gerrard Street, Lisie Street, Wardour Street, las demas calles y callejas, lo unico que os dejamos ver es la superficie. Detras de tu Chinatown esta mi Chinatown. Un lugar donde uno puede esconderse, cambiar de identidad, sobrevivir durante meses e incluso anos sin que nadie sepa quien es. Aunque la mayoria de las personas que viven alli son chinos adaptados a la sociedad britanica, el punto de partida es, pese a todo, que nos hallamos en nuestro propio mundo. Y yo puedo ayudarte dejando que entres en mi Chinatown, a la que jamas tendrias acceso sin mi intervencion.
– Pero ?de que debo tener miedo?
– En su carta, Ma Li no se expreso con demasiada claridad. Ademas, no olvides que ella tambien tenia miedo. Eso no lo decia, pero yo lo note.
– Todos tienen miedo. ?Y tu?
– Aun no. Pero no lo descarto.
En ese momento, sono el telefono de Ho, que miro la pantalla y se levanto.
– ?Donde te alojas? -le pregunto-. ?En que hotel? Debo volver al trabajo.
– Sanderson.
– Se donde esta. ?Habitacion?
– Ciento treinta y cinco.
– ?Podemos vernos manana?
– ?Por que tan tarde?
– No podre faltar a mi trabajo hasta entonces. Esta noche tengo una reunion a la que debo asistir.
– ?En serio?
Ho tomo la mano de Birgitta.
– Si -afirmo-. Una delegacion china ha venido para hablar de negocios con varias grandes empresas britanicas. Si no asisto, me despiden.
– En estos momentos solo puedo contar contigo.
– Llamame manana por la manana. Intentare tomarme un rato libre.
Ho se perdio en medio de la lluvia con su impermeable amarillo aleteando al viento. Birgitta Roslin se quedo sentada, victima de un inmenso cansancio. Permanecio alli un buen rato antes de regresar al hotel, que, claro esta, no era el Sanderson. Aun no confiaba en Ho, como no confiaba en ningun asiatico.
Aquella noche fue al restaurante del hotel. Despues de la cena ceso la lluvia y Birgitta decidio salir y acercarse un rato al banco en que se sentaron un dia Staffan y ella, antes de que cerrasen la verja del parque.
Observaba pasar a la gente que iba y venia, unos jovenes que descansaban en el mismo banco se abrazaban a su lado. Al cabo de unos minutos se marcharon y ocupo su lugar un hombre de edad que llevaba en la mano el periodico del dia anterior, recien sacado de una papelera.
Una vez mas, intento llamar a Staffan, que seguia en alta mar cerca de Madeira, pese a que sabia que seria inutil.
Los visitantes del parque empezaron a ser cada vez mas escasos y, finalmente, se levanto con la intencion de regresar al hotel.
Entonces lo vio. Salio de uno de los senderos de detras del banco donde ella habia estado sentada. Iba vestido de negro, no podia ser otro que el hombre de la fotografia que saco de la camara de vigilancia de Sture Hermansson. Caminaba derecho hacia donde ella se encontraba y llevaba en la mano un objeto reluciente…
Birgitta lanzo un grito y dio un paso atras. El estaba cada vez mas cerca, ella cayo hacia atras y se golpeo la cabeza contra uno de los cantos de hierro del banco.
Lo ultimo que vio fue el rostro de aquel hombre, como si, con su mirada, hubiese tomado otra fotografia de aquel individuo.
Y eso fue todo. Despues, se sumergio en una oscuridad muda e inmensa.