habian ajustado el intermitente. Y entonces van y lo matan. Del mismo modo que a los ancianos con los que vivia. Aunque no del todo.
– ?Cual es la diferencia?
Lars Emanuelsson se retrepo en la silla. Su estomago se expandio sobresaliendo por encima del cinturon. Para Birgitta Roslin era un hombre completamente repugnante. El lo sabia, pero no le importaba lo mas minimo.
– Ahora te toca a ti. Vivi Sundberg, libros y cartas.
– Soy pariente lejana de algunas de las victimas. Le di a Sundberg un material que me habia pedido.
El reportero la observo con los ojos entrecerrados.
– ?Me lo creo?
– Puedes creer lo que quieras.
– ?Que tipo de libros? ?Que cartas?
– Se trataba de esclarecer las relaciones de parentesco entre la familia.
– ?Que familia?
– Brita y August Andren.
El reportero asintio reflexivo y apago el cigarro con inesperada energia.
– Casa numero dos o numero siete. La policia le ha dado un codigo a cada casa. La casa numero dos se llama 2/3. Lo que significa, claro esta, que en ella se encontraron tres cadaveres. -Siguio observandola mientras sacaba un cigarrillo a medio fumar de un paquete arrugado-. Pero eso no explica el porque de la frialdad en la conversacion que mantuviste con Vivi Sundberg.
– Ella tenia prisa. ?Cual era la diferencia en el caso del nino?
– No he conseguido adivinarlo del todo. He de admitir que los policias de Hudiksvall y los refuerzos del grupo de homicidios de Estocolmo saben mantener la boca cerrada. Sin embargo, creo saber que el nino no fue victima de una violencia innecesaria.
– ?A que te refieres?
– ?A que otra cosa me puedo referir? A que lo mataron sin que le infligiesen antes un sufrimiento, un martirio y una angustia innecesarios. Claro que de ahi pueden extraerse un sinfin de conclusiones distintas a cual mas atractiva y, probablemente por ello, mas erronea. Aunque en eso puedes entretenerte tu misma, si te interesa.
Se levanto despues de apagar una vez mas el cigarrillo en la maceta.
– Y ahora voy a seguir dando vueltas -aseguro-. Puede que volvamos a vernos. ?Quien sabe?
Birgitta Roslin lo vio salir a la calle. Un recepcionista que pasaba por alli se detuvo al ver que intentaba despejar el humo con las manos.
– No he sido yo -declaro Birgitta Roslin-. Yo me fume mi ultimo cigarrillo a la edad de treinta y dos anos, o sea, mas o menos cuando tu naciste.
Subio a su habitacion con la intencion de hacer la maleta, pero se quedo mirando por la ventana, observando al esforzado padre que seguia alli con los ninos en el trineo. ?Que era, en realidad, lo que le habia dicho aquel hombre tan desagradable? Y, en el fondo, ?era tan desagradable como ella pretendia? El solo hacia su trabajo. Y ella no habia sido muy servicial. De haberse comportado de otra manera, tal vez el le habria proporcionado mas informacion.
De modo que se sento ante el pequeno escritorio de la habitacion y empezo a tomar notas. Como de costumbre, pensaba mejor boligrafo en mano. En efecto, no habia leido en ningun periodico que hubiesen matado a un nino. Era la unica victima joven, a menos que hubiese mas muertos de los que la gente no supiese aun. Lo que Lars Emanuelsson le habia dicho significaba en definitiva que los demas habian sido maltratados, tal vez torturados, antes de ser asesinados. ?Por que el nino se habia librado de ello? ?Seria simplemente porque era pequeno y el asesino tuvo cierta consideracion con el por ese motivo? ?O habria otra razon?
Las respuestas no eran faciles. Y tampoco era su problema. Aun se sentia avergonzada por lo que habia sucedido el dia anterior. Se comporto de un modo inadmisible. No osaba pensar siquiera en lo que habria sucedido si la hubiese sorprendido algun periodista. En tal caso, se habria visto obligada a emprender un humillante regreso a Escania.
Termino de hacer la maleta y se preparo para dejar la habitacion. Sin embargo, decidio encender el televisor primero para ver el pronostico del tiempo y asi elegir el camino de regreso justo cuando estaban televisando una conferencia de prensa en la comisaria de Hudiksvall. Sobre una pequena tarima se veia a tres personas sentadas; Vivi Sundberg era la unica mujer. De pronto sintio una picazon. ?Y si aparecia en television para contar que una jueza de Helsingborg habia sido sorprendida actuando como una vulgar ladrona? Birgitta Roslin se dejo caer sobre el borde de la cama y subio el volumen del aparato. En ese momento estaba hablando Tobias Ludwig, que se hallaba sentado en el centro.
Comprendio que se trataba de una retransmision en directo. Cuando Tobias Ludwig termino, el fiscal Robertsson, que era la tercera persona de la tribuna, tomo el microfono y dijo que la policia agradeceria cualquier tipo de informacion por parte de la poblacion en general. Podia ser un coche, algun extrano que anduviera por la zona, cualquier cosa que les hubiera llamado la atencion.
Cuando el fiscal concluyo su intervencion, le toco el turno a Vivi Sundberg. La policia alzo una bolsa de plastico y la sostuvo para que todos pudieran verla. La camara la enfoco de cerca. En la bolsa habia una cinta de seda roja y Vivi Sundberg dijo que a la policia le gustaria saber si alguien la reconocia.
Birgitta Roslin se acerco a la pantalla del televisor. ?Donde habia visto ella una cinta roja parecida a la de la bolsa? Se puso de rodillas ante el aparato, para ver mejor. No le cabia la menor duda, la cinta le recordaba algo. Rebusco en su memoria, pero sin exito.
Llego el turno de preguntas de los periodistas. Desaparecio la imagen. Y el mapa del tiempo paso a ocupar en la pantalla el lugar que antes habia ocupado la sala de la comisaria. Habria precipitaciones en forma de nieve en la costa este del golfo de Finlandia.
Birgitta Roslin decidio tomar una carretera del interior. Pago y dio las gracias en recepcion. Mientras se dirigia al coche, el gelido viento le cortaba la cara. Puso la maleta en el asiento trasero, estudio el mapa y opto por atravesar los bosques en direccion a Jarvso y luego seguir rumbo al sur.
Ya en la carretera, se detuvo de pronto en una zona de aparcamiento. No podia dejar de pensar en la cinta roja que habia visto por television. Tenia un vago recuerdo de algo que su memoria no lograba asir. Entre ella y la imagen apenas se interponia una fina membrana. Pero no lo lograba. «Ya que he venido hasta aqui, deberia quedarme hasta averiguar que es lo que no consigo recordar», se dijo al tiempo que marcaba el numero de la comisaria. Por alli transitaban camiones que transportaban vigas de madera y, de vez en cuando, alguno pasaba y levantaba pesadas nubes de nieve en polvo que, por unos segundos, entorpecian la visibilidad. En la comisaria tardaron en responder. La recepcionista que finalmente atendio su llamada sonaba estresada. Birgitta le pidio que la pasara con Erik Hudden.
– Tiene que ver con la investigacion -le aclaro-. La de Hesjovallen.
– Creo que esta ocupado. Voy a ver.
Cuando por fin lo oyo al telefono, Birgitta ya habia empezado a desesperar. Tambien el sonaba estresado e impaciente.
– Aqui Hudden.
– No se si te acuerdas de mi -comenzo Birgitta Roslin-. Soy la jueza que se presento en el pueblo y se empeno en hablar con Vivi Sundberg.
– Si, te recuerdo.
Se pregunto si Vivi Sundberg le habria contado algo de lo sucedido durante la noche, pero le dio la impresion de que Erik Hudden no sabia nada al respecto. Tal vez se lo hubiese guardado, tal y como le habia prometido. «Tal vez porque tampoco ella se atuvo del todo a las normas al dejarme entrar en la casa.»
– Se trata de la cinta roja que aparecio en la tele -prosiguio.
– Por desgracia, creo que fue un error mostrarla -se lamento Erik Hudden.
– ?Por que?
– Tenemos la centralita colapsada por personas que aseguran haberla visto…, sobre todo en los paquetes de los regalos de Navidad…
– A mi la memoria me dice algo muy distinto. Creo que la he visto.
– ?Donde?
– No lo se, pero desde luego, no en los regalos de Navidad.