– Una cuestion importante que no me disgustara discutir contigo. Pero no ahora. El presidente esta esperando.
– A mi no.
– Disfruta del porche esta tarde. Si, para medianoche, no he llamado a tu puerta, ya no te visitare y podras acostarte.
Ya Ru dejo la copa de vino y se marcho con una sonrisa. Hong se dio cuenta de que habia empezado a sudar durante la breve conversacion. Una voz anuncio en voz alta que su autobus partiria dentro de treinta minutos. Hong volvio a llenar su plato y, cuando termino de comer, se encamino a la parte posterior del palacio, donde esperaba el autobus. Hacia mucho calor y los rayos del sol se reflejaban contra las paredes de piedra blanca del edificio. Se puso las gafas de sol y un sombrero blanco que llevaba en el bolso. Estaba a punto de subir al autobus cuando alguien se dirigio a ella. Hong se dio media vuelta.
– ?Ma Li? ?Que haces tu aqui?
– Vine a sustituir al viejo Tsu. Le dio una embolia y no pudo asistir, asi que me llamaron para que acudiese en su lugar. Por eso mi nombre no figura en la lista.
– Pues no te vi cuando salimos esta manana.
– Alguien me indico con tono muy severo que, segun el protocolo, no debia ir en coche. Ahora ire en el vehiculo que me corresponda.
Hong extendio las manos y estrecho las de Ma Li. Ella era la persona a la que habia estado esperando, alguien con quien poder hablar. Ma Li y ella eran amigas desde la facultad, despues de la Revolucion Cultural. Hong recordaba que una manana muy temprano, en una de las salas de dia de la universidad, encontro a Ma Li dormida en una silla. Cuando desperto, empezaron a hablar.
Desde el principio fue como si estuviesen destinadas a ser amigas. En la memoria de Hong aun perduraba claramente la primera conversacion que mantuvieron. Ma Li le dijo que habia llegado el momento de dejar de «bombardear el cuartel general». Era una de las instrucciones de Mao a los revolucionarios, ni siquiera los lideres del Partido Comunista se librarian de las criticas. Ma Li le confeso entonces que, para ella, habia llegado la hora de «bombardear el vacio que existia en su corazon, su inmensa falta de conocimiento, contra la que debia combatir».
Ma Li se convirtio en analista economico y empezo a trabajar en el Ministerio de Comercio, donde formo parte del grupo de expertos financieros que, las veinticuatro horas del dia, controlaban los movimientos de divisas en todo el mundo. Hong, por su parte, fue contratada como consejera del ministro en asuntos de seguridad interna, con la mision, entre otras, de coordinar el punto de vista del alto mando militar sobre la proteccion interior y exterior del pais, y en especial en lo tocante a la seguridad de los altos cargos politicos. Hong fue a la boda de Ma Li, pero, desde que esta tuvo a sus dos hijos, empezaron a verse solo de vez en cuando, de forma bastante irregular.
Y ahora volvian a encontrarse, en un autobus aparcado en la parte trasera del palacio de Robert Mugabe. Hablaron sin cesar durante el viaje de regreso a los
Hacia un calor sofocante mientras bajaban al rio. En la distancia se veian los rayos y se oia el sordo tronar presagio de la tormenta. En el rio no se avistaba ningun animal; como si, de repente, se tratase de un terreno totalmente abandonado. Cuando Ma Li agarro a Hong del brazo, esta se sobresalto.
– ?Ves alli? -pregunto Ma Li al tiempo que senalaba un punto.
Hong miro al lugar que le indicaba, pero no detecto ningun movimiento entre el espeso boscaje que flanqueaba la orilla.
– Detras de aquellos arboles cuya corteza han arrancado los elefantes, junto al risco que se alza como una lanza surgiendo de la tierra…
Entonces lo vio. La cola del leon se movia despacio, azotando la tierra roja. Los ojos y la melena del animal se atisbaban de vez en cuando por entre las hojas.
– Tienes buena vista -observo Hong.
– He aprendido a observar. De lo contrario, el terreno resulta peligroso. Tambien en la ciudad o en una sala de reuniones existe un paisaje donde se pueden esconder numerosas trampas que caen sobre ti si no estas alerta.
En silencio, casi con veneracion, observaron como el leon bajaba hasta la orilla, entraba en el agua y empezaba a chapotear. A lo lejos, en medio del rio, se entreveian las cabezas de unos hipopotamos. Un martin pescador con el mismo colorido plumaje que el que aparecio en el porche de Hong se poso en la barandilla con una libelula en el pico.
– Que paz… -comento Ma Li-. Cada dia la anoro mas, cuanto mas vieja me hago, mas anoro la paz. ?Sera uno de los primeros signos de la vejez? Nadie desea morir rodeado del ruido de maquinas o aparatos de radio. El precio de nuestros exitos es el gran silencio. «Acaso puede vivir alguien sin la calma que experimentamos ahora?
– Tienes razon -admitio Hong-. Pero ?que hacemos con las amenazas invisibles que acechan nuestras vidas?
– ?Te refieres a la suciedad, a los venenos? ?Las plagas que no cesan de mutar y cambiar de apariencia?
– Segun la Organizacion Mundial de la Salud, Pekin es hoy la ciudad mas sucia del mundo. No hace mucho, llegaron a detectar hasta ciento cuarenta y dos microgramos de particulas por metro cubico de aire. La cifra en Nueva York era de veintisiete y en Paris, veintidos. Ya sabemos que el diablo siempre se manifiesta en los detalles.
– Piensa en todas las personas que, por primera vez, tienen la oportunidad de comprar una motocicleta. ?Como convencerlos de que no lo hagan?
– Fortaleciendo la influencia del Partido sobre el desarrollo. Lo que producen las materias primas y lo que producen las ideas.
Ma Li acaricio levemente a Hong en la mejilla.
– Siento una honda gratitud cada vez que me doy cuenta de que no estoy sola. No me averguenzo cada vez que aseguro que
– «Una campana para preservar el derecho del Partido Comunista a gobernar» -repitio Hong-. Estoy de acuerdo contigo. Aunque, al mismo tiempo, tu y yo sabemos que el peligro esta dentro. Hubo un tiempo en que la mujer de Mao fue el nuevo topo de la clase alta, pese a que se contaba entre las que con mas entusiasmo enarbolaban la bandera roja. En la actualidad, son otros los que se cobijan en el seno del Partido, aunque lo unico que pretenden es oponer resistencia y sustituir la estabilidad del pais por una libertad capitalista que nadie podra controlar.
– La estabilidad no existe -sentencio Ma Li-. Soy analista y se cual es el curso que el flujo de dinero sigue en nuestro pais, de modo que tambien se mucho mas que tu o que otras personas sobre ese particular. Aunque, claro esta, no puedo decir nada.
– Estamos solas. El leon no nos escucha.
Ma Li la miro, como estudiandola. Hong sabia exactamente lo que estaba pensando: ?podre confiar en ella o no?
– No digas nada si tienes la menor duda -le advirtio Hong-. Si elegimos mal a la persona en la que confiar, nos vemos indefensos y desarmados. Como ya nos adelanto Confucio.
– Yo confio en ti -aseguro Ma Li-. Aun asi, es inevitable, el instinto de supervivencia nos pone alerta.
Hong senalo la orilla del rio.
– Ya se ha ido el leon. Y ni nos hemos dado cuenta.
Ma Li asintio.
– Este ano, el Gobierno aprobara un incremento de cerca del quince por ciento en defensa -prosiguio Hong-. Teniendo en cuenta que a China no la amenazan enemigos cercanos reales, el Pentagono y el Kremlin se preguntan, claro esta, el porque de dicho incremento. Sus analistas comprenden sin mayor esfuerzo que el Estado y el Ejercito estan preparandose para poder hacer frente a una amenaza interna. Ademas, invertimos casi diez billones de yuanes en vigilar Internet. Son cifras imposibles de ocultar. Sin embargo, existe otra estadistica que muy pocos conocen. ?Cuantas revueltas y protestas masivas crees que se produjeron en nuestro pais el ano pasado?
Ma Li reflexiono un instante antes de responder.