– El emperador necesita una victoria militar. La necesita para si mismo y nosotros se la vamos a ofrecer. Si hacemos lo que dices y aplastamos completamente la oposicion, ?con quien combatira entonces cuando llegue aqui?
– Y si dejamos a Carataco en paz hasta que venga Claudio, puede que no podamos vencer a los britanos de ninguna manera. Tal vez llegue a tiempo de unirse a la huida en desbandada hacia los barcos. ?Como quedaria eso en su trayectoria politica?
– ?Vespasiano! -interrumpio Sabino al tiempo que le lanzaba una severa mirada a su hermano menor--. Estoy seguro de que la cosa no llegara a ese extremo. Incluso si Carataco se las arregla para reunir otro ejercito, nosotros dispondremos del refuerzo de los soldados que el emperador traiga con el. La mayor parte de la octava, algunas cohortes de la guardia pretoriana y hasta elefantes. ?No es asi? -Sabino miro por encima de la mesa hacia donde estaba Plautio.
– Asi es. Mas que suficiente para arrasar todo lo que los britanos nos pongan por delante. Cuando esos salvajes vean a los elefantes, saldran corriendo.
– ?Elefantes! rio con amargura al recordar un vivido relato de la batalla de Zama que habia leido cuando era nino-. Me da la impresion de que supondran mas peligro para los nuestros que para el enemigo. Los soldados de la octava son en su mayoria un punado de ancianos invalidos y reclutas novatos y los pretorianos estan acostumbrados a la vida facil de Roma. No los necesitamos, a ninguno de ellos, si atacamos ahora.
– Lo cual no podemos hacer bajo ninguna circunstancia -dijo Plautio con firmeza-. Esas son las ordenes y nosotros las obedecemos. No intentamos interpretarlas ni eludirlas. Y no se hable mas del asunto. -El general se quedo mirando fijamente a Vespasiano y el ultimo intento de protesta del legado se perdio en su garganta. No tenia sentido continuar con el tema, aunque todos los presentes debian de saber que era lo mas razonable desde el punto de vista militar. El despliegue efectivo de la estrategia militar habia quedado anulado por la agenda politica.
Sabino advirtio la resignacion de su hermano y rapidamente desvio la discusion hacia el proximo punto de la orden del dia.
– Senor, tenemos que considerar la asignacion de los reemplazos. Es de lo mas urgente.
– Muy bien. -Plautio estaba ansioso por cambiar de tema--.
He revisado las cifras de vuestros efectivos y he decidido la distribucion. La parte mas importante va a la segunda legion. -Le dedico una sonrisa apaciguadora a Vespasiano-. Tu unidad es la que mas bajas ha sufrido desde que desembarcamos.
Plautio termino su distribucion de reemplazos, la cual solo dejo descontento con su suerte al comandante de la vigesima. No se le habian concedido soldados de mas y, lo que era aun peor, su legion quedo relegada al papel de reserva estrategica, un movimiento garantizado a disminuir su participacion en la gloria que se preparaba, suponiendo que la campana concluyera con el exito de los invasores.
– Una ultima cuestion, caballeros. -Plautio se echo hacia atras y se aseguro de que recibia toda la atencion de cada uno de los oficiales-. Me han llegado informes de que el enemigo esta utilizando equipo romano: espadas, proyectiles de honda y algunas armaduras de escamas. Si se tratara de uno o dos articulos nada mas, tal vez no me preocuparia. Ya se sabe que es habitual que un veterano dado de baja venda su equipo del ejercito a algun vendedor ambulante. Pero la cantidad que se ha recuperado hasta el momento es demasiado grande para pasarla por alto. Parece que alguien ha estado pasando armas a los britanos. Nos ocuparemos de ello cuando termine la campana, pero hasta entonces quiero que se anoten todos los articulos que recupereis en el campo de batalla. Cuando encontremos al traficante podremos rematar el combate con una bonita crucifixion.
De pronto, los temores que Vespasiano albergaba sobre los contactos de su esposa con los Libertadores afloraron al frente de sus pensamientos, acompanados por un escalofrio que le recorrio la espalda.
– Este comerciante ha estado bastante atareado, senor -dijo Hosidio Geta con tranquilidad.
– ?Y eso significa…? -Significa que debe de dirigir una considerable organizacion exportadora si ha estado transportando por barco la cantidad de equipo que hasta ahora hemos encontrado. No es el tipo de operacion que pasa facilmente inadvertida.
– ?Tienes alguna objecion en decir claramente lo que piensas?
– Ninguna, senor.
– Pues hazlo, por favor. -Creo que nos encontramos ante algo un poco mas siniestro que un oportunista esperando sacar un rapido beneficio. La cantidad de armas que la novena ha encontrado hasta ahora es demasiado grande. Quienquiera que sea el que este respaldando esta operacion tiene acceso a dinero, a algunos responsables de las fabricas de armas y a una pequena flota de embarcaciones mercantes.
– Los Libertadores surgiendo de nuevo de entre las sombras, sin duda -sugirio Vitelio con una sonrisa burlona.
Geta se dio la vuelta en su taburete hacia el. -?Tienes una explicacion mejor, tribuno? -Yo no, senor. Solo repetia un rumor que corre por ahi. -Entonces, si no te importa, limitate unicamente a expresar aquellos comentarios que contribuyan a las deliberaciones de tus superiores. El resto te los puedes guardar para impresionar a los tribunos subalternos.
Una cascada de risas se extendio entre los oficiales superiores y Vitelio se sonrojo de amarga humillacion.
– Como quiera, senor. Geta movio la cabeza satisfecho y se volvio hacia el general.
– Senor, tenemos que informar al palacio enseguida. Sea quien sea el responsable de abastecer a los britanos con nuestro equipo correra a ponerse a salvo en cuanto se haga publico lo que hemos descubierto.
– Ya hay un despacho dirigido a Narciso en camino -replico Plautio con aire de suficiencia.
A Vespasiano se le ocurrio que el general queria que todos los alli presentes creyeran que el ya habia sido mucho mas previsor que el mas avezado de sus comandantes. Bien podria ser que se hubiera enviado un mensaje al primer secretario, pero el legado dudaba que en el se mencionara una sola palabra de las conclusiones de Geta. Ese otro mensaje seguiria apresuradamente al primero en el momento en que concluyera la reunion. La rapidez con la que Plautio paso al siguiente punto de discusion no hizo mas que afianzar sus sospechas.
Finalmente Plautio empujo su silla hacia atras y dio por terminada la reunion. Los legados y los oficiales superiores del Estado Mayor se levantaron de sus asientos y salieron en fila hacia donde su escolta de caballeria aguardaba para llevarlos de vuelta a sus legiones. Cuando Vespasiano iba a despedirse de su hermano, Plautio lo llamo.
– Quiero hablar contigo un momentito. ?Nos disculpas, Sabino?
– Por supuesto, senor. Cuando estuvieron a solas, Plautio sonrio. -Tengo buenas noticias para ti, Vespasiano. Habras oido decir que el emperador va a traer consigo a un sequito considerable.
– ?Aparte de los elefantes? El general se rio por cortesia. -No te preocupes por ellos. Solo son para dar tono y no podran acercarse a menos de un kilometro y medio de la linea de batalla, al menos por lo que a mi respecta. Todos los generales tienen que aparentar que obedecen ordenes en publico; en privado tratamos de hacer lo que debemos para alcanzar la victoria. Los generales deben asegurarse de obedecer a los emperadores, cualesquiera que puedan ser sus relativos meritos militares. ?No estas de acuerdo?
Vespasiano sintio que se quedaba livido mientras notaba que el temor y la ira se escapaban a su control.
– ?Se trata de otra prueba de lealtad, senor? -Esta vez no, pero haces bien en ser prudente. No, simplemente intentaba tranquilizarte y que vieras que tu general al mando no es el idiota que al parecer tu crees que es.
– ?Senor! -protesto Vespasiano-. ?Nunca ha sido mi intencion…!
– calma, legado. -Plautio levanto las manos-. Se lo que tu y los demas debeis de estar pensando. En vuestro lugar yo sentiria lo mismo. Pero yo soy el representante del emperador y mi trabajo es hacer lo que el dice. Si desobedeciera sus ordenes se me condenaria por insubordinacion o algo peor. Si no consigo derrotar al enemigo tambien estoy condenado, pero al menos podre defenderme diciendo que no hacia mas que cumplir ordenes. - Plautio hizo una pausa--. Debes de pensar que soy debil y despreciable. Tal vez. Pero algun dia, si tu estrella sigue ascendiendo, te encontraras en mi situacion, con un talentoso e impaciente legado ansioso por llevar a cabo la estrategia militar necesaria sin considerar ni por un momento la agenda politica de la cual esta emana. Espero que entonces recuerdes mis palabras.
Vespasiano no respondio, se limito a quedarse mirando con frialdad al general, avergonzado de su incapacidad para hacer frente a los comentarios condescendientes de aquel hombre. Los sermones pronunciados por los oficiales superiores no habia mas remedio que escucharlos con silenciosa frustracion.
– Y ahora -continuo diciendo Plautio-, la buena noticia que te prometi. Tu esposa y tu hijo van a viajar con el emperador. _?Flavia va a estar entre su sequito? Pero, ?por que?