primero. Y lo que es mas, debia parecer considerado y mostrar empatia hasta un punto que indicara compasion mas que camaraderia. Asi que espero pacientemente a que Niso hablara. Durante un rato el cirujano siguio mirando el rio en silencio. Luego cambio de posicion y volvio la cabeza hacia el tribuno, sin ser completamente capaz de cambiar la expresion de desesperanza de su rostro.

– Es extrano pero, por muchos anos que haya servido a Roma, todavia me siento, y me hacen sentir, como un forastero. Puedo curar las heridas de los hombres, hablo con ellos en su lengua y comparto su sufrimiento en largas campanas. Sin embargo, cuando saco a relucir mi raza u origenes es como si un agrio olor se interpusiera entre nosotros. Veo que casi retroceden fisicamente. Por la manera en que muchos de ellos reaccionan, cualquiera diria que soy Anibal en persona. En cuanto menciono Cartago parece que nada haya cambiado en los ultimos trescientos anos. ?Pero que he hecho yo para que actuen de esta manera?

– Nada -contesto Vitelio con tacto-. Nada en absoluto. Es la forma en que nos han educado. Anibal es un nombre que ha pasado a nuestro folclore. Y ahora todo lo cartagines se asocia con el terrible monstruo al que una vez le falto muy poco para arrasar Roma.

– ?Y asi es como va a ser siempre? -La dolorosa amargura en el tono de voz de Niso era evidente-. ?No es hora de que vuestra gente cambie?

– Claro que si. Pero no mientras todavia se pueda sacar ventajas politicas de los antiguos miedos. La gente necesita a alguien a quien odiar, de quien sospechar, a quien echarle la culpa de la injusticia que hay en sus vidas. Ahi es donde entrais vosotros. Y por «vosotros» me refiero a los no romanos que conviven con los ciudadanos. Fijate en Roma. Al principio se vio amenazada por los etruscos, despues por los celtas, luego por los cartagineses. Todas fueron amenazas muy reales contra nuestra supervivencia que nos hicieron mantenernos unidos. Pero cuando nos convertimos en la nacion mas poderosa de la tierra y ya no hubo enemigos que hicieran temblar a Roma, nos encontramos con que seguia siendo conveniente tener a alguien a quien temer y odiar. Ser romano significa pensar que eres el mejor. Y ser el mejor solo tiene sentido si hay algo menos digno con lo que compararte y a lo que enfrentarte.

– Y vosotros los romanos pensais realmente que sois la raza superior en todo el mundo, supongo.

– La mayoria si lo hace y, tal como lo verian ellos, lo que hay de verdad en eso se hace mas evidente con cada victoria sobre un enemigo, con cada pedazo de tierra que se anade al Imperio. Eso anima al populacho de Roma y le proporciona algo de lo que estar orgulloso mientras se gana la vida a duras penas en medio de una terrible miseria.

– ?Y usted, tribuno? -Niso clavo sus ojos oscuros en el oficial--. ?Usted que cree?

– ?Yo? -Vitelio bajo la mirada hacia la negra forma de sus botas-. Yo creo que los romanos no son ni mejores ni peores que otros pueblos. Creo que algunos de nuestros dirigentes son lo bastante cinicos para darse cuenta de que no se puede sacar ningun provecho politico de esa idea. En realidad, son conscientes de que mientras puedan conseguir que el descontento de la gente no se centre en las verdaderas condiciones de su existencia, la plebe seguira trampeando y causara pocos problemas a sus gobernantes. Esa es una de las razones por la que Roma tiene tantas festividades publicas y espectaculos. Pan, circos y prejuicios: los tres pilares sobre los que se sostiene Roma.

Niso lo observo en silencio un momento. -Todavia no me ha dicho que es lo que usted cree, tribuno.

– ?No lo he hecho? -Vitelio se encogio de hombros-. Tal vez sea porque hoy en dia uno tiene que ser muy discreto con lo que cree. -Se llevo la mano al costado y se saco un pequeno odre del cinturon, lo destapo, apreto y dirigio un chorro del liquido a su boca-. ?Ah! ?Esto si que esta bueno! ?Quieres un poco?

– Gracias. -Niso cogio el odre, echo la cabeza hacia atras y bebio. Trago y chasqueo los labios-. ?Que es?

– Un vino de familia. De un vinedo que mi padre posee en la Campania. Llevo bebiendolo desde que era un crio. Es bueno.

– ?Bueno? ?Exquisito! -Tal vez. Sea como sea, encuentro que ayuda a aclarar el mundo si se toma en cantidad suficiente. Es fuerte y un poco cunde mucho. ?Mas?

– Si, senor. Se turnaron para beber y pronto el calido vino empezo a surtir efecto en su interior y Niso se fue sumiendo en un estado de animo mas animado y receptivo. El vino parecia haber afectado de la misma manera al tribuno. Este levanto una rodilla y la rodeo con las manos.

– Vivimos en una epoca extrana, Niso. -Vitelio tuvo mucho cuidado de arrastrar las palabras-. Tenemos que ser cautos con lo que decimos y a quien se lo decimos. Me preguntaste que creia yo.

– Si.

– ?Puedo fiarme de ti? --Vitelio se volvio y le sonrio-. ?Puedo permitirme confiar en ti, mi amigo cartagines? ?Puedo suponer que eres quien pretendes ser y no algun astuto espia del emperador?

A Niso le dolio aquella acusacion, tal como Vitelio esperaba.

– Senor, hace poco tiempo que nos conocemos. -El vino hacia que se le trabara la lengua al hablar--. Sin embargo, creo, estoy seguro, de que podemos confiar el uno en el otro. Al menos, yo confio en usted.

Vitelio esbozo una debil sonrisa y dio una palmada en el hombro al cartagines.

– Y yo tambien confio en ti. De verdad que si. Y te voy a decir lo que creo. -Hizo una pausa para mirar con detenimiento a su alrededor. Aparte del incesante y duro trabajo de los zapadores, solo un punado de hombres se movian entre las tiendas alineadas. Seguro de que nadie los oiria.

Vitelio se inclino para acercarse mas a su interlocutor.

– Lo que yo creo es lo siguiente. Que el legitimo destino de Roma ha sido distorsionado por los Cesares y sus compinches. La unica preocupacion del emperador ha sido mantener contenta a la plebe. No importa nada mas. Elimina a Claudio y el populacho no necesitara estar tan consentido todo el tiempo. Y eso significa que se puede aliviar la carga al resto del Imperio. Entonces quiza podamos esperar un Imperio basado en la asociacion entre naciones civilizadas en lugar de uno basado en el miedo y la opresion. Quien sabe, puede que incluso Cartago volviera a su justa posicion en un imperio como ese…

Vitelio vio el efecto que sus palabras causaban en Niso. Su rostro estaba entonces petrificado en una expresion de fervor idealista. Vitelio tuvo que contenerse para no sonreir. Le divertia enormemente que las personas fueran tan facilmente sobornables por causas morales. Les proporcionabas una serie de atractivos ideales para que se hicieran ilusiones y podias ordenarles hacer cualquier cosa en pro de la causa. Busca a un hombre que ansie ser importante y conseguir la admiracion de los demas y tendras a un fanatico. La gente asi era idiota, se dijo a si mismo Vitelio. Peor que idiotas. Eran un peligro para otras personas, pero, lo que era mas importante, eran un peligro para ellos mismos. Los ideales eran un producto de imaginaciones enganadas. Vitelio creia ver el mundo romano tal como era en realidad: el medio por el cual aquellos con astucia suficiente para moldearlo segun sus deseos podian conseguir sus objetivos, nada mas. La gente demasiado estupida para darse cuenta de eso no era mas que un instrumento listo para ser utilizado por hombres mejores.

O por mujeres, reflexiono al recordar la habilidad con que Flavia habia llevado a cabo su juego contra el emperador a espaldas de su marido. Ella y sus amigos podrian haber tenido exito de no ser por los brutales metodos de Narciso y sus agentes imperiales, como el mismo Vitelio. Vitelio se acordo del hombre al que tuvieron que golpear hasta casi matarlo,antes de que revelara el nombre de Flavia. Despues lo habian ejecutado inmediatamente y, en aquellos momentos, la unica persona aparte de el que conocia la complicidad de Flavia era Vespasiano.

– El renacer de Cartago -musito Niso-. Solo me he atrevido a sonar con ello.

– Pero primero debemos acabar con Claudio -dijo Vitelio en voz baja.

– Si -susurro Niso-. ?Pero como? Vitelio lo miro fijamente, como si considerara cuan lejos podria llegar por ese camino. Tomo otro trago de vino antes de seguir hablando con una voz apenas mas alta que la del cirujano.

– Hay una manera. Y tu puedes ayudarme. Necesito hacer llegar un mensaje directamente a Carataco. ?Lo haras?

Habia llegado el momento de decidirse y Niso bajo la cabeza, la coloco entre las manos y trato de pensar. El vino ayudo a simplificar el proceso, aunque solo fuera porque evitaba que cualquier pensamiento frio y logico interfiriera con sus emociones y suenos. Sin que le costara mucho, tuvo claro que Roma nunca lo aceptaria en su seno. Que Cartago siempre seria tratada con cruel desprecio. Que las iniquidades del Imperio durarian siempre… a menos que Claudio fuera eliminado. La verdad era evidente y molesta. Ebrio como estaba, la perspectiva de lo que debia hacer le lleno el corazon de frio terror.

– Si, tribuno. Lo hare.

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