– ?Hay poco trabajo los sabados?

– En general.

– ? Quien se cuida de las maquinas si no hay nadie mas aqui?

– Ah, bueno, siempre hay alguien alli atras. Me referia a aqui fuera.

La mujer se sento en una silla, tras el mostrador. El aro de plata que sobresalia de su estomago atrajo la mirada de Pierce y le recordo a Nicole. Esta llevaba mas de un ano trabajando en Amedeo antes de que se la encontrara en una cafeteria de Main Street, un domingo por la tarde. Acababa de salir de una sesion de ejercicios y llevaba unos pantalones de chandal grises y un sujetador de deporte que exponia un aro dorado en el ombligo. Fue como descubrir un secreto de un conocido de largo tiempo. Nicole siempre habia sido una mujer atractiva a sus ojos, pero todo cambio despues de ese momento en la cafeteria. Nicole se volvio erotica para el y le fue detras, deseoso de descubrir tatuajes ocultos y de conocer todos sus secretos.

Pierce paseo dentro de los limites de la sala de espera mientras la mujer del mostrador hacia lo que tuviera que hacer para estar lista. Oyo que se iniciaba un ordenador y que la mujer abria y cerraba algunos cajones. Se fijo en una serie de logos colgados de la pared, correspondiente a diversos sitios Web que operaban a traves de Entrepeneurial Concepts. Vio el de L. A. Darlings y varios mas. La mayoria eran sitios de pornografia, donde una suscripcion de 19,95 dolares mensuales daba acceso a miles de fotos descargables de tus actos sexuales y fetichismos favoritos. El banner de PinkMink.com bien podria haber servido para un anuncio de pomada para el acne.

Junto a la pared de los banners estaba la puerta con el rotulo de «Privado». Pierce miro a la mujer de detras del mostrador y vio que estaba absorta en la pantalla. Giro el pomo. La puerta se abrio. Llevaba a un pasillo sin iluminar con tres conjuntos de puertas dobles, con una separacion de seis metros entre ellas, en el lado izquierdo.

– Eh, disculpe -dijo la mujer desde detras de el-. No puede entrar ahi.

Los rotulos colgados del techo con finas cadenas enfrente de las puertas las identificaban como Estudio A, Estudio B y Estudio C.

Pierce retrocedio y cerro la puerta. Volvio al mostrador. Se fijo en que la mujer llevaba un alfiler con su nombre.

– Pensaba que eran los lavabos. ?Que hay alli atras?

– Son los estudios de fotografia. No tenemos lavabos publicos aqui. Estan en el vestibulo del edificio.

– Puedo esperar.

– ?En que puedo ayudarle?

Pierce apoyo los codos en el mostrador.

– Tengo un problema, Wendy. Una de las anunciantes de una pagina Web de L. A. Darlings tiene mi numero de telefono. Las llamadas que deberia recibir ella las recibo yo. Y supongo que si me presentara en la puerta de la habitacion de un hotel alguien se llevaria una decepcion.

Sonrio, pero ella no dio muestras de apreciar su broma.

– ?Una errata? -dijo-. Puedo arreglarlo.

– No es exactamente una errata.

Le explico que habia obtenido un numero de telefono nuevo y que se habia dado cuenta de que era la misma linea que la que figuraba en una pagina Web con el nombre de Lilly.

La mujer estaba sentada detras del mostrador. Levanto la cabeza con ojos de sospecha.

– Si acaban de darle el numero, ?por que no pide que se lo cambien?

– Porque no me habia dado cuenta de que tenia este problema y ya he encargado tarjetas de visita nuevas con el numero impreso y las he enviado por correo. Seria muy caro y costoso volver a hacer lo mismo con un numero nuevo. Estoy seguro de que si me dice como contactar con esta mujer, ella estara de acuerdo en modificar su pagina. Vamos, ella no esta haciendo ningun negocio si todas sus llamadas me llegan a mi, ?no?

Wendy nego con la cabeza como si la explicacion y el razonamiento de Pierce la superaran.

– Muy bien, dejeme ver algo.

La mujer se volvio hacia el ordenador y fue a la lista de chicas de compania morenas del sitio L. A. Darlings. Hizo clic en la foto de Lilly y descendio hasta el numero de telefono.

– Dice usted que este es su numero y no el de ella, pero antes si era el de ella.

– Exactamente.

– Entonces, si la chica cambio el numero, ?por que no lo cambio tambien con nosotros?

– No lo se, por eso estoy aqui. ?Tiene alguna otra forma de contactar con ella?

– Ninguna que pueda darle. Nuestra informacion de clientes es confidencial.

Pierce asintio. No esperaba otra cosa.

– Muy bien. Pero ?puede ver si hay otro numero de contacto para llamarla y hablarle de este problema?

– ?Ha probado en el movil?

– He probado y sale el buzon de voz. Le he dejado tres mensajes explicandole todo este asunto, pero no me ha llamado. No creo que haya recibido los mensajes.

Wendy pulso en la barra de desplazamiento vertical y miro la foto de Lilly.

– Es sexy -dijo-. Apuesto a que esta recibiendo un monton de llamadas.

– Solo hace un dia que tengo el telefono y me esta sacando de quicio.

Wendy empujo la silla hacia atras y se levanto.

– Voy a comprobar algo. Vuelvo enseguida.

Paso por detras de la particion que habia tras el mostrador y desaparecio en el pasillo de atras, dejando por estela el chancleteo de las sandalias. Pierce espero un momento y se inclino sobre el mostrador para inspeccionar todas las superficies. Suponia que Wendy no era la unica que trabajaba alli. Probablemente era un trabajo que compartian dos o tres empleados con sueldos minimos, empleados que podrian precisar ayuda para acordarse de las contrasenas del sistema.

Busco algun Post-it en el ordenador y en la parte posterior del mostrador, pero no vio nada. Se agacho y levanto el cartapacio, pero tampoco habia nada debajo, salvo un billete de un dolar. Metio el dedo en un plato de clips, pero no encontro nada. Se inclino un poco mas por encima del mostrador para ver si habia un cajon para lapices, pero no lo habia.

Justo cuando se le ocurrio algo oyo el ruido de las sandalias. Wendy estaba volviendo. Pierce hurgo en el bolsillo, saco un dolar y volvio a inclinarse sobre el mostrador. Levanto el cartapacio, dejo el billete y cogio el que estaba alli. Se lo guardo en el bolsillo sin mirarlo. Todavia tenia la mano en el bolsillo, cuando la mujer regreso con una carpeta fina en la mano y se sento.

– Bueno, he averiguado parte del problema -dijo.

– ?Cual era?

– Esta chica dejo de pagar su cuota.

– ?Cuando fue eso?

– En junio pago hasta agosto. Despues no pago septiembre.

– Entonces, ?por que sigue colgada la pagina?

– Porque a veces se tarda un poco en limpiar a las gorronas. Sobre todo cuando tienen un aspecto como el de esta tia.

Wendy senalo la pantalla del ordenador con la carpeta y dejo esta en el mostrador.

– No me sorprenderia que el senor Wentz quisiera mantenerla aunque no pague. Los tios ven chicas asi y vuelven.

Pierce asintio.

– Y el numero de visitas es lo que determina las tarifas, ?no?

– Eso es.

Pierce miro la pantalla. En cierto modo, Lilly seguia trabajando. Si no para ella, si para Entrepeneurial Concepts Unlimited. Volvio a mirar a Wendy.

– ?Esta el senor Wentz? Me gustaria hablar con el.

– No, hoy es sabado. Tendra suerte si lo encuentra entre semana, pero yo nunca lo he visto un sabado.

– ?Y que podemos hacer? Mi telefono no para de sonar.

– Bueno, puedo tomar nota y tal vez el lunes alguien podria…

– Mire, Wendy, no quiero esperar hasta el lunes. Tengo un problema ahora. Si el senor Wentz no esta aqui,

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