apartamento-. Es alli.
– ?Ese es su coche?
– No, ella tiene un Lexus.
Bien. Recordo lo que habia dicho Wainwright. El coche estacionado era un monovolumen Volvo. Pierce retrocedio y encajo su BMW entre dos filas de cubos de basura. Estaba prohibido aparcar ahi, pero los coches todavia podian pasar por el callejon y no pensaba quedarse mucho rato.
– Vas a tener que salir por este lado.
– Genial. Gracias.
Pierce sostuvo la puerta abierta mientras Robin trepaba por encima de los asientos. En cuanto estuvo fuera del coche empezo a caminar hacia Speedway.
– Espera -dijo Pierce.
– No, he terminado. Vuelvo a la avenida y cogere un taxi.
Pierce podria haber discutido con ella, pero lo dejo estar.
– Oye, gracias por tu ayuda. Si la encuentro te lo hare saber.
– ?A quien? ?A Lilly o a tu hermana?
Eso le dio que pensar por un momento. A veces la lucidez llegaba de quien menos uno la esperaba.
– ?Necesitas algo? -grito Pierce tras ella.
Robin se detuvo de repente, se volvio y camino a paso rapido hasta el, con la ira destellando de nuevo en sus ojos.
– Oye, no finjas que te preocupas por mi, ?de acuerdo? Esta mierda tuya es mas asquerosa que los tios que quieren correrse en mi cara. Al menos ellos son honestos.
Robin se volvio y se alejo por el callejon. Pierce la observo unos segundos para ver si ella lo miraba por encima del hombro. Pero no lo hizo, se limito a continuar caminando, al tiempo que sacaba del bolso un telefono movil para pedir un taxi.
Pierce rodeo el Volvo y se fijo en que en la parte de atras habia dos cajas de carton y otros objetos voluminosos tapados por mantas. Subio las escaleras que conducian al apartamento de Lilly. Al llegar alli vio que la puerta estaba entornada. Se inclino por encima de la barandilla y miro al callejon, pero Robin estaba casi en Speedway, demasiado lejos para llamarla.
Se volvio de nuevo y pego la cabeza a la jamba, pero no oyo nada. Empujo la puerta con un dedo y se quedo en el porche cuando esta giro hacia adentro. A medida que se abria fue viendo una sala de estar con pocos muebles y una escalera que subia por la pared del fondo hasta un
Pierce se asomo y miro al interior del apartamento sin llegar a entrar en el. Vio tres cajas de carton en el suelo de la sala, pero no parecia haber nadie mas en el apartamento salvo el hombre de la cocina. Daba la sensacion de que este estaba vaciando la casa y llevandose las cosas en cajas.
Pierce golpeo la puerta y llamo:
– ?Lilly?
El hombre de la cocina se sobresalto y casi se le cayo la botella de ginebra que sostenia. Entonces puso cuidadosamente la botella en la barra.
– Ya no esta aqui-grito desde la cocina-. Se ha mudado.
Pero se quedo en la cocina, inmovil. Pierce penso que el hombre actuaba de manera extrana, como si no quisiera que le vieran la cara.
– ?Entonces quien es usted?
– Soy el casero y estoy ocupado. Tendra que volver.
Pierce empezo a entenderlo. Entro en el apartamento y avanzo hacia la cocina. Cuando llego al umbral vio a un individuo con una melena gris recogida en una cola de caballo. El hombre llevaba una camiseta blanca sucia y pantalones cortos blancos mas sucios todavia. Estaba muy moreno.
– ?Por que he de volver si se ha mudado?
La pregunta sorprendio al hombre.
– Lo que quiero decir es que no puede entrar aqui. Ella se ha ido y yo estoy trabajando.
– ?Cual es su nombre?
– Mi nombre no importa. Haga el favor de marcharse.
– Usted es Wainwright, ?no?
El hombre miro a Pierce con una expresion que era una respuesta afirmativa.
– ?Quien es usted?
– Soy Pierce. He hablado con usted hoy. Yo fui el que le dijo que ella se habia ido.
– Ah. Bueno, tiene razon, hace mucho que se ha ido.
– El dinero que le pagaba era por los dos sitios. Los cuatro mil. Eso no me lo dijo.
– No lo pregunto.
– ?Es el dueno de este edificio, senor Wainwright?
– No voy a responder a sus preguntas, gracias.
– ?O es de Billy Wentz y usted solo lo administra para el?
De nuevo, el reconocimiento destello en los ojos un instante antes de desaparecer.
– Muy bien, ahora marchese. Fuera de aqui.
Pierce nego con la cabeza.
– Todavia no voy a irme. Si quiere llamar a la policia, adelante. Veremos que opinan de que se lleve sus cosas, aunque me ha dicho que ha pagado el mes. Tal vez tambien miremos debajo de las mantas en la parte de atras del coche. Apuesto a que encontrariamos una television de plasma que estaba colgada en la pared de la casa que ella alquilaba en Altair. Probablemente ha estado antes alli, ?no?
– Ella abandono la casa -dijo Wainwright con irritacion-. Deberia haber visto la cocina.
– Estoy seguro de que estaba horrible. Tan horrible, supongo, que decidio vaciar la casa y quiza cobrar dos veces el alquiler, ?eh? Los alquileres en Venice escasean. ?Ya tiene otro inquilino preparado? A ver si lo adivino, ?otra chica de L. A. Darlings?
– Mire, no trate de darme lecciones en mi trabajo.
– Ni lo sueno.
– ?Que quiere?
– Echar un vistazo. Mirar las cosas que se lleva.
– Entonces dese prisa, porque en cuanto termine me voy. Y cerrare la puerta con llave, tanto si esta usted fuera como si no.
Pierce dio un paso hacia el, entrando en la cocina y posando la mirada en la caja que habia sobre la barra. Estaba llena de botellas de licor y cristaleria vieja, nada importante. Levanto una de las botellas marrones y vio que era whisky escoces de dieciseis anos. Del bueno. Volvio a dejar la botella en la caja.
– Eh, despacio -protesto Wainwright.
– ?Entonces, Billy sabe que esta vaciando el apartamento?
– No conozco a ningun Billy.
– Asi que tenia la casa de Altair y esta. ?De que otras propiedades se ocupa?
Wainwright cruzo los brazos y se recosto en la barra.
No estaba colaborando y Pierce de repente sintio el impulso de coger una de las botellas de la caja y rompersela en la cabeza.
– ?Y las Marina Executive Towers? ?Son suyas?
Wainwright busco en uno de los bolsillos delanteros del pantalon y saco un paquete de Camel. Extrajo un cigarrillo y volvio a guardarse el paquete. Se volvio hacia uno de los quemadores de gas de la cocina y encendio el cigarrillo en la llama, luego metio la mano en la caja y rebusco entre la cristaleria hasta que encontro lo que estaba buscando. Saco la mano con un cenicero de cristal que puso encima de la barra y dejo el cigarrillo en el.
Pierce se fijo en que habia algo grabado en el cenicero. Se inclino ligeramente para leerlo.
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