Pierce habia oido hablar del lugar. Era un antro tan cutre que era fino. Lo frecuentaban los noctambulos de Hollywood con ropa de cuero negro. Tambien estaba cerca de las oficinas de Entrepeneurial Concepts Unlimited. ?Era una pista? No tenia ni idea.

– Ahora voy a echar ese vistazo -le dijo a Wainwright.

– Si, hagalo y dese prisa.

Mientras escuchaba el sonido discordante de cristales y botellas que hacia Wainwright al llenar la caja, Pierce entro en la sala de estar y se agacho delante de las cajas que el casero ya habia preparado. Una contenia vajilla y otros utensilios de cocina. Las otras dos contenian objetos del loft. Cosas del dormitorio. Habia una cesta con preservativos surtidos y varios pares de zapatos de tacon alto. Habia correas de cuero y fustas, una mascara completa con cremalleras en la boca y los ojos. En su pagina de L. A. Darlings, Lilly no anunciaba servicios sadomasoquistas. Pierce se pregunto si eso significaba que habia otro sitio Web, algo mas oscuro y con todo un nuevo conjunto de elementos a considerar en su desaparicion.

La ultima caja estaba llena de sujetadores y ropa interior transparente y negliges y minifaldas en colgadores. Era ropa similar a la que Pierce habia visto en uno de los armarios de la casa de Altair. Por un momento se pregunto que planeaba hacer Wainwright con las cajas. ?Venderlo todo en una singular venta de garaje? ?O simplemente iba a guardarlo mientras realquilaba el apartamento y la casa?

Satisfecho con su inventario de las cajas, Pierce decidio revisar el loft. Al levantarse, sus ojos se clavaron en la puerta y reparo en el cerrojo. Era un cerrojo de doble llave. Era preciso utilizar la llave tanto para entrar como para salir. Entonces entendio la amenaza de Wainwright de dejarlo encerrado tanto si habia terminado con su registro como si no. Si no tenias llave podias quedarte encerrado dentro. Pierce se pregunto que sentido tenia. ?Encerraba Lilly a los clientes en su apartamento con ella? Quiza era una forma de asegurarse el pago de los servicios ofrecidos. Tal vez no significaba nada en absoluto.

Paso a la escalera y empezo a subir al loft. En el rellano de arriba habia una ventanita desde la que se veia el tejado de la casa de enfrente y, mas alla, el extremo de la playa y el Pacifico. Pierce miro al callejon y vio su coche. Su mirada vago hasta la avenida, donde vislumbro a Robin debajo de una farola justo cuando la joven subia a un taxi verde y amarillo, cerraba la puerta y se alejaba.

Pierce se volvio de la ventana hacia el loft. El piso superior no tenia mas de veinte metros cuadrados, incluido el espacio para un pequeno cuarto de bano con ducha. El aire olia a una desagradable mezcla de incienso y algo mas que a Pierce le costaba situar. Era como el aire viciado de una nevera que se ha apagado. Estaba alli, pero quedaba enmascarado por el incienso que se aferraba a la habitacion como un fantasma.

En el suelo habia una cama grande sin cabezal que ocupaba casi todo el espacio disponible, dejando sitio tan solo para una mesita de noche pequena y una luz de lectura. En la mesa habia un quemador de incienso: una escultura del Kama Sutra de un hombre gordo copulando desde atras con una mujer delgada. La larga ceniza de una barrita de incienso consumida lamia el cuenco de la escultura y manchaba la mesa. A Pierce le sorprendio que Wainwright no se hubiera llevado la pieza, porque al parecer se estaba llevando todo lo demas.

La colcha era azul claro y la alfombra beige. Pierce se acerco a un armarito y abrio la puerta corredera. Estaba vacio, porque su contenido se hallaba en una de las cajas de abajo.

Pierce miro la cama. Parecia haber sido hecha con cuidado, la colcha estaba firmemente metida por debajo del colchon. Sin embargo, no habia almohadas, y eso le extrano. Penso que tal vez fuera una de las reglas del negocio de las chicas de compania. Robin habia dicho que la regla numero uno era decir no al sexo sin proteccion. Tal vez la dos era que no hubiera almohadas: resultaba demasiado facil que te asfixiaran con una.

Se agacho en la moqueta y miro debajo del somier. No habia nada mas que polvo.

Pero entonces vio una mancha oscura en la moqueta beige. Curioso, se irguio y empujo la cama contra la pared para dejar al descubierto el lugar. Una de las ruedas estaba rota y le costo mover la cama, que avanzo medio rodando medio saltando por la moqueta.

Fuera lo que fuese lo que habia salpicado o goteado en la moqueta estaba seco. Era de un color marronoso y Pierce no quiso tocarlo, porque penso que podia ser sangre. En ese momento entendio cual era la fuente del olor que se ocultaba tras el incienso. Se levanto y volvio a colocar la cama en su sitio.

– ?Que diablos esta haciendo ahi arriba? -grito Wainwright.

Pierce no contesto. Estaba enfrascado en su objetivo inmediato. Cogio una esquina de la colcha y tiro de ella para dejar al descubierto el colchon. No habia cubre colchones, ni sabana, ni mantas.

Empezo a retirar la colcha. Queria ver el colchon. Era facil llevarse sabanas y mantas de un apartamento y deshacerse de ellas. Tambien podian tirarse las almohadas, pero un colchon de tamano king-size era otra cuestion.

Al tirar de la colcha se cuestiono el instinto que estaba siguiendo ciegamente. No entendia por que sabia lo que aparentemente sabia. Pero cuando la colcha resbalo, Pierce sintio que se le hacia un nudo en el estomago. El centro del colchon era negro. Algo se habia solidificado y secado alli, algo que era del color de la muerte. Solo podia ser sangre.

– Dios mio -exclamo Wainwright.

Habia subido la escalera para ver cual era el origen de tanto ruido y estaba de pie detras de Pierce.

– ?Es eso lo que creo que es?

Pierce no respondio. No sabia que decir. El dia anterior le habian conectado un nuevo telefono. Poco mas de veinticuatro horas mas tarde, habia conducido a un macabro descubrimiento.

– Se equivoca de numero -murmuro.

– ?Que? -pregunto Wainwright-. ?Que esta diciendo?

– No importa. ?Hay telefono aqui?

– No, no que yo sepa.

– ?Tiene telefono movil?

– En el coche.

– Vaya a buscarlo.

14

Pierce levanto la mirada cuando entro el detective Renner. Trato de contener su ira, consciente de que con cuanta mas calma manejara la situacion, antes podria irse a casa. De todos modos, mas de dos horas en una sala de dos metros y medio por dos metros y medio con nada mas que una pagina de deportes de hacia cinco dias para leer le estaba agotando la paciencia. Ya le habian tomado declaracion en dos ocasiones. La primera vez, los agentes de patrulla que habian respondido a la llamada de Wainwright y la segunda, Renner y su companero cuando estos habian llegado al apartamento. Uno de los agentes de patrulla lo habia conducido entonces a la comisaria de la Division del Pacifico y lo habia encerrado en la sala de interrogatorios.

Renner llevaba una carpeta en la mano. Se sento frente a Pierce, al otro lado de la mesa, y la abrio. Pierce vio algun tipo de formulario policial con texto escrito a mano en todas las casillas. Renner miro el formulario durante un periodo desmesurado y luego se aclaro la garganta. Parecia un poli que habia estado en infinidad de escenas de crimenes. De cincuenta y constitucion todavia firme, a Pierce le recordo a Clyde Vernon por su aspecto taciturno.

– ?Tiene usted treinta y cuatro anos?

– Si.

– Vive en el dos mil ochocientos de Ocean Way, apartamento doce cero uno.

– Si.

Esta vez la exasperacion se filtro en la voz de Pierce. Los ojos de Renner subieron momentaneamente a los suyos y luego volvieron a fijarse en el formulario.

– Pero esa no es la direccion que consta en su licencia de conducir.

– No, acabo de mudarme. Ocean es mi nuevo domicilio. Antes vivia en Amalfi Drive. Mire, es mas de medianoche. ?De verdad me ha tenido aqui esperando todo este tiempo para hacerme estas preguntas obvias? Ya

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