– Listado de residentes de Tampa. El nombre es Vivian Quinlan.

Renner aguardo entonces y Pierce observo la cara del detective en busca de una reaccion. Conforme pasaban los segundos sentia que el estomago se le retorcia como una doble helice de ADN.

– De acuerdo, gracias -dijo Renner.

El detective cerro el telefono y volvio a guardarlo. Miro a Pierce un momento, luego saco un boligrafo del bolsillo de la camisa y anoto un numero de telefono en la parte exterior de la carpeta. Pierce pudo leer el numero del reves y reconocio que era el que habia obtenido de la agenda telefonica de Lilly Quinlan.

Exhalo demasiado sonoramente. Por fin un respiro.

– Creo que tiene razon -dijo Renner-. Comprobare lo que me ha dicho a una hora mas razonable.

– Si, eso seria mejor.

– Como creo que le he dicho antes, no tenemos acceso a Internet aqui en la brigada, asi que no he visto ese sitio Web que ha mencionado. En cuanto llegue a casa lo comprobare. Pero usted ha dicho que el sitio esta vinculado con el de esa otra mujer, Robin.

– Exacto. Trabajaban juntas.

– ?Y usted llamo a Robin cuando no pudo contactar con Lilly?

– Eso es.

– Y hablo con ella por telefono y ella le dijo que Lilly se habia ido a Tampa a ver su mama.

– Dijo que no lo sabia. Pensaba que podria haber ido alli.

– ?Conocia a Robin de antes de esta llamada telefonica?

– No.

– Voy a arriesgarme aqui, senor Pierce, y le digo que apuesto a que Robin es una chica de alterne. Una prostituta. Asi que lo que me esta diciendo es que esa mujer metida en esa clase de negocio recibe una llamada de un perfecto desconocido y termina contandole a ese desconocido donde cree que esta su companera de delito desaparecida. Un poco raro, ?no cree?

Pierce casi gimio. Renner no iba a ceder. Estaba picoteando implacablemente en los flecos de su declaracion, amenazando con sacar a la luz todo el asunto. Pierce solo queria salir, irse. Y de pronto se dio cuenta de que necesitaba decir o hacer algo que se lo permitiera. Ya no le preocupaban las consecuencias a largo plazo. Solo necesitaba salir. Si lograba llegar a Robin antes que Renner, quiza con un poco de suerte podria hacerlo funcionar.

– Bueno… supongo que de algun modo fui capaz de convencerla de que, bueno, de que de verdad queria encontrarla y asegurarme de que estaba bien. Quiza ella tambien estaba preocupada por Lilly.

– ?Y eso fue por telefono?

– Si, por telefono.

– Ya veo. Bueno, de acuerdo, comprobare todo esto con Robin.

– Si, compruebelo. ?Puedo…?

– Y esta dispuesto a someterse a la prueba del poligrafo, ?no?

– ?Que?

– Un poligrafo. No tardara mucho. Podemos ir al centro y que se ocupen de esto.

– ?Esta noche? ? Ahora mismo?

– Probablemente no. No creo que consiguiera sacar a nadie de la cama para que le hiciera la prueba. Pero podriamos hacerlo manana a primera hora.

– Bien. Preparelo para manana. ?Puedo irme ahora?

– Ya casi estamos, senor Pierce.

Los ojos de Pierce se fijaron de nuevo en la declaracion. «Seguro -penso- que ya hemos cubierto todo el formulario. ?Que es lo que falta?»

Renner busco los ojos de Pierce sin mover la cabeza en absoluto.

– Bueno, su nombre ha surgido un par de veces en el ordenador. Pensaba que podriamos hablar de eso.

Pierce sintio que enrojecia de calor. Y de rabia. Se suponia que aquella vieja detencion no debia constar en sus antecedentes. Habia cumplido con la condicional y con las ciento sesenta horas de servicio a la comunidad. Eso habia sido hacia mucho tiempo. ?Como lo sabia Renner?

– ?Esta hablando del asunto de Palo Alto? -pregunto-. Nunca me acusaron oficialmente. Se desvio. Me suspendieron de la facultad durante un semestre. Cumpli con el servicio comunitario y la condicional. Nada mas.

– Detenido como sospechoso de suplantar a un agente de policia.

– Fue hace casi quince anos. Estaba en la facultad.

– Pero se da cuenta de lo que estoy viendo aqui. Suplantar a un agente de policia entonces. Ahora dando vueltas como una especie de detective. Tal vez tiene un complejo de heroe, senor Pierce.

– No, es completamente distinto. Lo que hice entonces fue hacer unas cuantas llamadas de telefono para obtener cierta informacion con un poco de ingenieria social. Actue como si fuera un policia del campus para conseguir un numero de telefono. Eso fue todo. No tengo complejo de heroe, ni siquiera se lo que es eso.

– ?Un numero de telefono de quien?

– De un catedratico. Queria el numero de su casa y no estaba en la guia. No fue nada.

– El informe dice que usted y sus amigos utilizaron el numero para molestar al catedratico. Para gastarle una broma muy elaborada. Detuvieron a otros cinco estudiantes.

– Fue inofensivo, pero tuvieron que hacer un ejemplo de nosotros. Fue cuando el hacking estaba empezando a proliferar. Nos suspendieron a todos y nos cayo la condicional y servicio a la comunidad, pero el castigo fue mas severo que el delito. Lo que hicimos era inofensivo. Menor.

– Lo siento, pero no considero que hacerse pasar por un agente de policia sea ni ofensivo ni menor.

Pierce estuvo a punto de protestar mas, pero se mordio la lengua. Sabia que no iba a convencer a Renner. Espero a la siguiente pregunta y al cabo de un momento el detective continuo.

– En los registros dice que cumplio el servicio a la comunidad en Sacramento, en un laboratorio del Departamento de Justicia. ?Estaba pensando en hacerse policia?

– Fue despues de que yo cambiara mi orientacion a quimica. Solo trabaje en el laboratorio de hematologia. Comprobaba distintas muestras de sangre para ver si coincidian, trabajo basico. Distaba mucho de ser trabajo policial.

– Pero tuvo que ser interesante, ?eh? Tratar con policias, reunir pruebas de casos importantes. Lo bastante interesante para que se quedara despues de cumplir con sus horas.

– Me quede porque me ofrecieron un trabajo y Stanford es caro. Y no me dieron los casos importantes. La mayoria de los casos me llegaban por courier. Yo hacia el trabajo y enviaba el paquete de vuelta. No era gran cosa. De hecho era bastante aburrido.

Renner continuo sin transicion.

– Su detencion por suplantar a un agente de policia tambien sucedio un ano despues de que su nombre apareciera en un informe criminal aqui en Los Angeles. Esta en el ordenador.

Pierce empezo a negar con la cabeza.

– No. Nunca me han detenido por nada aqui. Solo esa vez en Stanford.

– No he dicho que lo detuvieran. He dicho que su nombre aparece en un informe criminal. Ahora todo esta en el ordenador. Usted es hacker, ya lo sabe. Uno pone un nombre y a veces es sorprendente lo que descubre.

– Yo no soy hacker. Ya no tengo ni idea de eso. Y sea cual sea el informe del que esta hablando tiene que ser otro Henry Pierce. No recuer…

– No lo creo. ?Kester Avenue en Sherman Oaks? ?Tenia una hermana llamada Isabelle Pierce?

Pierce se quedo de piedra. Estaba sorprendido de que Renner hubiera establecido la conexion.

– La victima de un homicidio, mayo de mil novecientos ochenta y ocho.

Pierce no pudo hacer otra cosa que asentir. Era como un secreto que salia a la luz o una venda arrancada de una herida abierta.

– Se cree que fue victima de un asesino conocido como el Fabricante de Munecas, mas tarde identificado como Norman Church. Caso cerrado con la muerte de Church, el nueve de septiembre de mil novecientos noventa.

Caso cerrado, penso Pierce. Como si Isabelle fuera simplemente un expediente que pudiera cerrarse, guardarse en un cajon y olvidarse. Como si un asesinato pudiera resolverse de verdad.

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