Business y eso…

– No me importa lo que cueste. No me importa donde te sientes. Quiero que vueles esta noche. Llamame por la manana, en cuanto lo hayas presentado.

– ?Algo va mal, Henry? Pareces un poco…

– Si, algo va mal, Jacob, por eso te envio esta noche.

– Bueno, ? quieres que hablemos? Tal vez pueda ayudar.

– Puedes ayudar subiendo a ese avion y presentandolo todo manana a primera hora. No puedo decirte nada mas ahora. Solo ve alli, presenta los papeles y llamame. No importa la hora que sea. Llamame.

– Muy bien, Henry, lo hare. Lo preparare todo ahora mismo.

– ?A que hora abre la oficina?

– A las nueve.

– Perfecto, entonces te llamare poco mas de las seis, hora de aqui. Y ?Jacob?

– ?Si, Henry?

– No le digas a nadie mas que a tu mujer y tus hijos que te vas esta noche, ?de acuerdo?

– Eh… ?y Charlie? Hoy ha dicho que tal vez me llamaria esta noche para revisar las ultimas…

– Si Charlie te llama, no le digas que te vas hoy. Si llama despues de que te hayas marchado, dile a tu mujer que le diga que has tenido que salir por otro cliente. Una emergencia.

Kaz se sumio en un largo silencio.

– ?Has entendido esto, Jacob? No estoy diciendo nada de Charlie. Es solo que en este momento no puedo fiarme de nadie. ?Lo entiendes?

– Si, lo entiendo.

– Muy bien, te dejo para que puedas llamar al aeropuerto. Gracias, Jacob. Llamame desde Washington.

Pierce apago el telefono. Se sentia mal por poner en entredicho a Charlie Condon a ojos de Kaz, pero sabia que no podia correr riesgos. Volvio a descolgar y llamo a la linea directa de Condon. Seguia alli.

– Soy Henry.

– Acabo de ir a buscarte a tu despacho.

– Estoy en casa, ?que ocurre?

– Pense que tal vez querias despedirte de Maurice. Pero ya se ha ido. Manana vuelve a Nueva York, pero dijo que queria hablar contigo antes de marcharse. Llamara por la manana.

– Bien. ?Habeis cerrado el trato?

– Tenemos un preacuerdo. Al final de la semana proxima tendremos los contratos.

– ?Como ha salido?

– Consegui los veinte, pero por tres anos. El desglose es dos millones de entrada y luego un millon cada dos meses. El sera el presidente del consejo y se queda diez puntos. Los puntos se le confieren segun un calendario. Se queda con un punto por el primer pago y luego un punto mas cada cuatro meses. Si pasa algo y el se retira, se va solo con los puntos que ha acumulado. Nos reservamos una opcion de recompra de un ano al ochenta por ciento.

– Bien.

– ?Solo bien? ?No estas contento?

– Es un buen acuerdo, Charlie. Para nosotros y para el.

– Yo estoy muy contento, y el tambien.

– ?Cuando tendremos el primer pago?

– El periodo de fideicomiso es de treinta dias. Un mes, despues subida de sueldo para todos, ?no?

– Si.

Pierce sabia que Condon esperaba entusiasmo, cuando no euforia, por el contrato. Pero Pierce no podia darselos. Ni siquiera sabia donde estaria dentro de un mes.

– Bueno, ?adonde te has ido? -pregunto Condon.

– Ah, a casa.

– ?A casa? ?Por que? Pensaba que ibamos a…

– Tengo cosas que hacer. Escucha, ?han preguntado por mi Maurice o Justine? ?Algo mas sobre el accidente?

Se produjo un silencio mientras Condon pensaba sobre el particular.

– No, de hecho pensaba que tal vez sacarian a relucir otra vez que querian el atestado del accidente, pero no lo han hecho. Creo que estaban tan anonadados con lo que han visto en el laboratorio que ya no se han preocupado mas por lo que te ha pasado en la cara.

Pierce recordo el color morado del rostro de Goddard en las gafas de resonancia termica.

– Eso espero.

– ?No piensas contarme que te paso?

Pierce vacilo. Se estaba sintiendo culpable por ocultarle cosas a Condon. Pero tenia que mantener la cautela.

– Ahora mismo no, Charlie. No es el momento.

La respuesta detuvo la replica de Condon, y en el silencio Pierce sintio el dano que estaba infligiendo a la relacion entre ambos. Si al menos hubiera una forma de estar seguro respecto a Condon. Si hubiera una pregunta que pudiera formular… Pero sus habilidades de ingenieria social le habian abandonado y eso dejo solo el silencio.

– Bueno -dijo Condon-. Me voy a ir. Felicidades, Henry. Hoy ha sido un gran dia.

– Felicidades, Charlie.

Despues de colgar, Pierce saco el llavero para comprobar algo. No las llaves del candado, pues las habia dejado en el almacen, ocultas encima de una senal de salida de emergencia de la tercera planta. Reviso una vez mas el llavero para asegurarse de que todavia tenia la llave de la casa de Amalfi Drive. Si Nicole no estaba en casa, iba a entrar de todos modos. Y la esperaria.

34

Pierce tomo el California Incline hasta la autovia de la costa y luego enfilo hacia el norte, hacia la boca del canon de Santa Monica. Doblo a la derecha en Channel y estaciono en el primer lugar de parquimetro que encontro libre. Bajo del BMW y camino de regreso a la playa, mirando por encima del hombro y a su alrededor cada diez metros en busca de perseguidores. Cuando llego a la esquina miro en torno una vez mas y a continuacion bajo rapidamente la escalera hasta el tunel para peatones que pasaba por debajo de la autovia y conducia a la playa.

Los muros del tunel eran un colage de graffiti, algunos de los cuales Pierce reconocio a pesar de que hacia mas de un ano que no atravesaba ese paso subterraneo. En tiempos mas felices con Nicole habia sido su costumbre ir a buscar el diario y cafe los domingos por la manana y llevarselo todo a la playa, pero durante el ultimo ano Pierce habia estado trabajando en Proteus la mayor parte de los domingos y no habia tenido tiempo para la playa.

Al otro lado, el tunel se ramificaba en dos escaleras separadas, la mas lejana de las cuales salia a la arena justo al lado del canal de desague que vaciaba el agua de lluvia del canon en el oceano. Eligio esta escalera y salio a la luz solar para encontrar la playa desierta. Vio al socorrista de amarillo de pie donde el y Nicole tomaban cafe y leian el diario. El lugar parecia tan abandonado como su ritual dominical. Solo queria verlo, recordarlo, antes de subir la colina para enfrentarse a ella. Al cabo de un rato, camino de nuevo hacia la entrada del tunel y bajo una vez mas la escalera.

Cuando habia recorrido la cuarta parte del tunel de cincuenta metros, Pierce vio que un hombre se aproximaba a el desde el otro lado. A causa de la luz que llegaba de atras, el hombre aparecia como una silueta. Pierce de pronto empezo a temer una confrontacion con Renner en la galeria. El poli lo habia seguido hasta alli e iba a detenerle.

El hombre se aproximo, moviendose con rapidez y todavia inidentificable. Unos metros mas adelante aparecio a la vista y Pierce se dio cuenta de que no era Renner ni nadie a quien conociera. Era un joven de poco mas de veinte

Вы читаете Llamada Perdida
Добавить отзыв
ВСЕ ОТЗЫВЫ О КНИГЕ В ИЗБРАННОЕ

0

Вы можете отметить интересные вам фрагменты текста, которые будут доступны по уникальной ссылке в адресной строке браузера.

Отметить Добавить цитату