– Lo siento, Nicole. Pensaba que…

Ella cerro de un portazo, sin volverse a mirarlo.

– Vete -escucho Pierce que ella le decia desde el cuarto de bano.

Entonces oyo que se abria el grifo de la ducha y supo que se estaba limpiando de su contacto por ultima vez.

Pierce termino de vestirse y bajo la escalera. Se sento en el ultimo peldano y se puso los zapatos. Se preguntaba como habia podido estar tan desesperadamente equivocado con ella.

Antes de irse, volvio a la sala y se quedo de pie ante la libreria. Los estantes estaban repletos de libros de tapa dura. Era un altar al conocimiento, la experiencia y la aventura. Pierce recordo la vez que habia entrado en la sala de estar y la habia descubierto en el sofa. Ella no estaba leyendo, solamente estaba mirando sus libros.

Uno de los estantes estaba dedicado por completo a libros de tatuajes y diseno grafico. Se acerco y paso el dedo por los lomos de los libros hasta que encontro el que buscaba. Lo saco. Eran un libro sobre pictogramas chinos, el libro de donde ella habia elegido su tatuaje. Paso las paginas hasta que encontro fu y leyo el texto. Citaba a Confucio.

Con solo arroz para comer, con solo agua para beber y mi brazo doblado por almohada, soy feliz.

Deberia haberlo sabido. Pierce entendio que deberia haber sabido que no era ella. La logica no funcionaba. La ciencia no funcionaba. Le habian llevado a dudar de la unica cosa de la que deberia haber estado seguro.

Paso las paginas del libro hasta que vio shu, el simbolo del perdon.

– «El perdon es la accion del corazon» -leyo en voz alta.

Se llevo el libro a la mesa de cafe y lo dejo alli, todavia abierto por la pagina que mostraba shu. Nicole no tardaria en encontrarlo.

Pierce cerro la puerta al salir de la casa y fue a su coche. Se sento al volante pensando en lo que habia hecho, en sus pecados. Sabia que tenia lo que merecia, como la mayoria de la gente.

Puso la llave y arranco el motor. La memoria de acceso aleatorio de su mente mostro la imagen del coche de la pizzeria que habia visto antes. Un recordatorio de que tenia hambre.

Y en ese momento los atomos impactaron para crear un nuevo elemento. Tuvo una idea. Una buena idea. Apago el motor y volvio a salir.

Nicole o bien seguia en la ducha o no pensaba abrir la puerta. Pero no le importo, porque todavia conservaba la llave. Abrio y recorrio el pasillo hasta la cocina.

– Nicole -anuncio-. Soy yo, solo necesito usar el telefono.

No hubo respuesta y penso que oia correr el agua en el otro extremo de la casa. Nicole seguia en la ducha.

En el telefono de la cocina marco el numero de Informacion de Venice y pidio el numero de Domino's Pizza. Habia dos locales y apunto ambos numeros, anotandolos en una libreta que Nicole guardaba junto al telefono.

Marco el primer numero y mientras aguardaba abrio el armario que habia encima del telefono y saco las paginas amarillas. Sabia que si no funcionaba con Domino's tendria que probar con todas las pizzerias con entrega a domicilio de Venice para llevar a cabo su plan.

– Domino's Pizza, ?puedo ayudarle?

– Quiero pedir una pizza.

– ?Numero de telefono?

De memoria le dio el numero de movil de Lucy LaPorte.

Oyo que lo tecleaban en un ordenador. Aguardo y el hombre del otro lado del telefono dijo:

– ?Cual es su direccion?

– Quiere decir que no salgo alli.

– No, senor.

– Disculpe, me he equivocado de pizzeria.

Colgo y llamo al segundo Domino's y siguio el mismo proceso, dandole el numero de Lucy a la mujer del otro lado de la linea.

– ?Nueve cero nueve Breeze?

– ?Disculpe?

– ?Su direccion es nueve cero nueve Breeze? ?LaPorte?

– Ah, si, eso es.

Pierce anoto la direccion, sintiendo en la sangre una descarga de adrenalina que hizo que su caligrafia le saliera apretada e irregular.

– ?Que quiere?

– ?En su ordenador no sale lo que pedimos la ultima vez?

– Tamano normal, con cebolla, pimiento y champinones.

– Bien. Lo mismo.

– ?Algo para beber? ?Pan de ajo?

– No, solo la pizza.

– Muy bien, treinta minutos.

La mujer colgo sin despedirse ni darle a el la oportunidad de hacerlo. Pierce colgo el telefono y se volvio para encaminarse hacia la puerta.

Nicole estaba alli de pie. Tenia el pelo mojado y llevaba un albornoz que habia sido de Pierce. Ella se lo habia regalado en su primera Navidad juntos, pero el nunca lo usaba porque no le gustaba ponerse albornoz. Nicole se lo apropio y le quedaba demasiado grande, lo cual le daba un aspecto mas sexy. Sabia el efecto que a el le causaba verla en albornoz y lo usaba como bandera. Cuando se duchaba y se ponia el albornoz, significaba que iban a hacer el amor.

Pero no esta vez. Nunca mas. La mirada de Nicole era cualquier cosa menos provocativa o sexy. Ella miro las paginas amarillas abiertas por los anuncios de pizza a domicilio.

– No puedo creerlo, Henry. Despues de lo que acaba de pasar, tu bajas y pides una pizza como si tal cosa. Pensaba que tenias conciencia.

Ella se acerco a la nevera y la abrio.

– Te he pedido que te marcharas.

– Ya me voy, pero no es lo que tu crees, Nicole. Estoy intentando encontrar a alguien y esta es la unica forma.

Ella cogio una botella de agua de la nevera y empezo a abrir el tapon.

– Te he pedido que te vayas -repitio.

– Muy bien, ya me voy.

Hizo un movimiento para pasar entre Nicole y la isla de la cocina, pero de repente cambio el curso y avanzo hacia ella. La cogio por los hombros y la atrajo para besarla en la boca. Ella lo empujo rapidamente, salpicando agua en los dos.

– Adios -dijo Pierce antes de que ella tuviera tiempo de hablar-. Todavia te quiero.

Mientras caminaba hacia la puerta, saco del llavero la llave de la casa y la dejo en la mesita de la entrada, bajo el espejo que habia junto a la puerta. Se volvio para mirarla mientras abria la puerta. Ella le dio la espalda.

36

Breeze era una de las calles peatonales de Venice, lo cual significaba que Pierce iba a tener que aparcar el coche y acercarse a pie. En diversos barrios cercanos a la playa, los pequenos bungaloes estaban encarados, con solo una acera entre uno y otro, sin calles. Detras de las casas se extendian estrechos callejones para que los propietarios tuvieran acceso a sus garajes, pero las partes delanteras de las viviendas se alineaban junto a la acera compartida. En Venice el plano era distinto, el diseno promovia la buena vecindad y al mismo tiempo cabian mas casas en pequenas parcelas de terreno. Las viviendas en las calles peatonales se cotizaban mucho.

Pierce encontro un lugar para aparcar en Ocean, cerca del monumento a los caidos en la guerra pintado a mano, y camino hasta Breeze. Eran casi las siete y el cielo estaba empezando a adquirir el color naranja tostado de

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