Ella puso la punta del termometro debajo de la lengua de el y luego utilizo la mano para levantarle suavemente la mandibula y cerrarle la boca. Muy profesional. Graciela era enfermera en la sala de urgencias cuando ambos se conocieron y en ese momento trabajaba de enfermera en una escuela primaria de Catalina. Se habia reincorporado al trabajo despues de las vacaciones de Navidad. McCaleb sentia que lo que ella preferia era ser madre a tiempo completo, pero nunca saco el tema a relucir porque no podian permitirselo. El tenia la esperanza de que en un par de anos el negocio de las excursiones de pesca se hubiera asentado y quiza, entonces tendrian la oportunidad de elegir. A veces lamentaba no haberse quedado con parte del dinero que habian cobrado por los derechos de un libro y una pelicula, pero tambien sabia que su decision de honrar a la hermana de Graciela no haciendo negocio con lo que habia ocurrido habia sido correcta. Habian donado la mitad del dinero a una fundacion infantil y la otra mitad la habian puesto en un fondo fiduciario para Raymond. Serviria para pagar la universidad, si decidia estudiar.

Graciela levanto la muneca de su marido y le comprobo el pulso, mientras el permanecia sentado en silencio, observandola.

– Vas acelerado -dijo, al tiempo que le soltaba la muneca-. Abre.

El abrio la boca y Graciela saco el termometro y lo leyo. Despues de lavarlo, lo puso en el estuche y lo guardo en el armario. Como no dijo nada, McCaleb concluyo que no tenia fiebre.

– Te habria gustado que tuviera fiebre, ?no?

– ?Estas loco?

– Si, te habria gustado. Asi podrias haberme pedido que lo dejara.

– ?Que quiere decir con pedirte que lo dejaras? Anoche dijiste que solo era cosa de una noche. Luego esta manana me has dicho que terminabas hoy. ?Que me estas diciendo ahora, Terry?

Miro a Cielo y estiro un dedo para que la nina lo agarrara.

– Aun no ha terminado. -Esta vez miro a Graciela-. Hoy han surgido algunas cosas.

– ?Algunas cosas? Sea lo que sea pasaselo a la detective Winston, Es su trabajo, no el tuyo.

– No puedo. Todavia no. No hasta que este seguro.

Graciela se volvio y camino de nuevo hasta la encera. Puso el plato con los tamales en el microondas y empezo a descongelarlos.

– ?Puedes llevarla adentro y cambiarla? Hace rato que no la cambio. Y dale un biberon mientras preparo la cena.

McCaleb levanto cuidadosamente a su hija de la gaulita y se la apoyo en el hombro. La nina hizo unos ruiditos inquietos y el le dio unos golpecitos en la espalda para calmarla. Se acerco a Graciela por la espalda, le paso el brazo por delante y la atrajo hacia el. La beso en la coronilla y dejo la cara entre el pelo de su esposa.

– Pronto todo volvera a la normalidad.

– Eso espero.

Ella toco el brazo que la enlazaba por debajo de sus pechos. El roce de los dedos de Graciela era la aprobacion que el estaba buscando. Era un momento dificil, pero estaban bien. McCaleb la apreto un poco mas y la beso en la nuca antes de soltarla.

Cielo observaba el lento movimiento de las estrellas y medias lunas de cartulina que colgaban por encima del cambiador mientras su padre le ponia un panal limpio. Raymond habia hecho el movil con Graciela como regalo de Navidad. Una corriente de aire hizo girar suavemente las figuras y los ojos azules de Cielo se fijaron en ellas. McCaleb se inclino para besar a la nina en la frente.

Despues de envolverla en dos mantas blancas, se la llevo al porche y le dio el biberon mientras se hamacaba suavemente en la mecedora. Al mirar al puerto vio que se habia dejado encendidas las luces del puente del Following Sea. Podria haber llamado al capitan de puerto al muelle y el encargado de la vigilancia nocturna se habria acercado a apagarlas. Sin embargo, sabia que iba a volver despues de cenar. Ya apagaria las luces entonces.

Miro a Cielo. La nina tenia los ojos cerrados, pero su padre sabia que estaba despierta. El biberon iba bajando rapidamente. Graciela habia dejado de amamantarla en exclusiva cuando se habia reincorporado al trabajo. Dar el biberon era algo nuevo y a el le parecia uno de los mayores placeres de su reciente paternidad. Con frecuencia hablaba a su hija en voz baja en esas ocasiones. Sobre todo le susurraba promesas, promesas de que siempre la querria y siempre estaria con ella. Le dijo que nunca se asustara ni se sintiera sola. Algunas veces, cuando la nina abria los ojos de repente y lo miraba, el sentia que le estaba comunicando las mismas cosas a el. Y sentia un tipo de amor que nunca habia sentido antes.

– Terry.

Levanto la cabeza al oir el susurro de Graciela.

– La cena esta lista.

El miro el biberon y vio que estaba casi vacio.

– Voy en un momento -contesto en otro susurro.

Despues de que Graciela hubo salido, McCaleb miro a su hija. El susurro habia hecho que abriera los ojos. Levanto la vista hacia el. El la beso en la frente y luego le sostuvo la mirada.

– Tengo que hacerlo, pequena -susurro.

Hacia frio dentro del barco. McCaleb encendio las luces del salon, coloco el calefactor en el centro de la sala y lo puso al minimo. Queria calentarse, pero no demasiado. Seguia cansado por el ejercicio del dia y no queria que le entrara el sueno.

Estaba en el camarote de proa, revisando sus viejos archivos, cuando oyo que el movil empezaba a sonar en la bolsa de cuero del salon. Cerro el archivo que estaba estudiando y se lo llevo consigo mientras subia las escaleras hacia el salon y sacaba el telefono de la bolsa. Era Jaye Winston.

– Bueno, ?que tal te ha ido en el Getty? Pensaba que ibas a llamarme.

– Ah, bueno, se hizo tarde y queria volver al barco y cruzar antes de que oscureciera. Olvide llamar.

– ?Has vuelto a la isla? -Sono decepcionada.

– Si, esta manana le dije a Graciela que volveria. Pero no te preocupes, todavia estoy trabajando en un par de cosas.

– ?Que paso en el Getty?

– Casi nada -mintio-. Hable con un par de personas y vi unos cuadros.

– ? Has visto alguna lechuza como la nuestra? -Winston se rio al formular la pregunta.

– Algunas bastante parecidas. Tengo un par de libros que quiero mirar esta noche. Iba a llamarte para ver si podiamos vernos manana.

– ?Cuando? Tengo una reunion a las diez y otra a las once.

– Estaba pensando en la tarde. Yo tambien tengo algo que hacer por la manana.

No queria decirle que queria ver las exposiciones preliminares del juicio contra Storey. Sabia que lo transmitirian en directo en Court TV, y podria verlo desde casa gracias al satelite.

– Bueno, es probable que pueda conseguir un helicoptero para ir hasta alli, pero tengo que consultarlo.

– No, yo voy a volver.

– ? Ah si? Genial. ?Quieres pasarte por aqui?

– No, estaba pensando en algo mas tranquilo y privado.

– ?Como es eso?

– Te lo contare manana.

– Te estas poniendo misterioso. No sera ningun truco para que el sheriff vuelva a invitarte a unos crepes, ?no?

Ambos rieron.

– No hay ningun truco. ?Hay alguna posibilidad de que vengas a Cabriillo y nos encontremos en mi barco?

– Alli estare. ?A que hora?

McCaleb la cito a las tres en punto, pensando que eso le daria a el tiempo para preparar un perfil y pensar en como decirle lo que pensaba decirle. Tambien le daria tiempo a prepararse para lo que esperaba que ella le dejara hacer esa noche.

– ?Algo sobre la lechuza? -pregunto despues de establecida la cita.

– Poca cosa, y nada bueno. Dentro estaba la marca del fabricante. El molde de plastico esta hecho en China. La empresa tiene dos importadores aqui, uno en Ohio y el otro en Tennessee. Probablemente desde alli las distribuyen a todas partes. Es una posibilidad remota y mucho trabajo.

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