Bosch se volvio y dio unos pasos hacia la sala, pero entonces se detuvo. Regreso hasta McEvoy, que estaba escribiendo en el bloc.
– ?Que esta escribiendo? Yo no he dicho nada.
– Ya lo se. Eso es lo que estoy escribiendo.
McEvoy levanto la mirada del bloc para mirarlo.
– Ha dicho la semana que viene -dijo Bosch-. ?Cuando se publica?
– El
– Entonces, ?hasta cuando tengo tiempo si decido hablar con usted?
– Tiene hasta el miercoles por la manana. Pero eso seria apurando al maximo. Ya no podria hacer mucho, mas que poner algunas citas. El momento de hablar es ahora.
– ?Quien se lo ha dicho? ?Quien es su fuente?
McEvoy nego con la cabeza.
– No puedo hablar de mis fuentes con usted. De lo que quiero hablar es de sus alegaciones. ?Mato a Edward Gunn? ?Es usted una especie de angel vengador? Eso es lo que ellos creen.
Bosch miro de arriba abajo al periodista antes de contestar finalmente.
– No cite esto, pero que le den por culo. ?Me entiende? No se si esto es alguna clase de farol, pero deje que le de un consejo. Sera mejor que se asegure de que esta en lo cierto antes de escribir en ese periodico suyo. Un buen investigador siempre conoce las motivaciones de sus fuentes, lo llamamos tener un trolometro. Sera mejor que el suyo funcione bien. -Se volvio y entro rapidamente en la sala.
Langwiser acababa de terminar con el especialista en pelos cuando Bosch volvio a la sala. De nuevo Fowkkes se levanto y se reservo el derecho de volver a llamar al testigo durante la fase de la defensa.
Mientras el testigo pasaba por la puerta de detras de la tribuna de los abogados, Bosch se deslizo ?unto a el y fue a ocupar su lugar en la mesa de la acusacion. No miro ni dijo nada ni a Langwiser ni a Kretzler. Plego los brazos y miro el bloc que habia dejado en la mesa. Se dio cuenta de que habia adoptado la misma postura que habia visto a David Storey en la mesa de la defensa. La postura de un hombre culpable. Bosch bajo rapidamente las manos a su regazo y levanto la cabeza para ver el escudo del estado de California que colgaba de la pared, sobre la mesa del juez.
Langwiser se levanto y llamo al siguiente testigo, un tecnico en huellas dactilares. Su testimonio fue breve y corroboro un poco mas el de Bosch. Fowkkes no lo interrogo. Despues del tecnico subio al estrado el agente de policia que habia acudido en respuesta a la llamada de la companera de piso de Krementz y luego el sargento, que fue el siguiente en llegar.
Bosch apenas escucho al testigo. No hubo nada nuevo en el testimonio y su mente corria en otra direccion. Estaba pensando en McEvoy y en el articulo en el que estaba trabajando el periodista. Sabia que tenia que informar a Langwiser y Kretzler, pero queria tiempo para pensar en las cosas. Decidio esperar hasta despues del fin de semana.
La companera de piso de la victima, Jane Gilley, fue el primer testigo que aparecio que no formaba parte de la comunidad de las fuerzas del orden. Estaba llorosa y fue sincera en su testimonio, confirmando los detalles de la investigacion ya revelados por Bosch, pero tambien anadiendo mas detalles de informacion personal. Declaro que Jody Krementz estaba sumamente entusiasmada por la idea de salir con uno de los grandes nombres de Hollywood y explico que ambas habian pasado el dia anterior haciendose la manicura y la pedicura y en la peluqueria.
– Ella pago tambien lo mio -declaro Gilley-. Fue un encanto.
El testimonio de Gilley puso una cara humana a lo que hasta entonces habia sido un analisis casi aseptico de los profesionales del asesinato de las fuerzas del orden.
Cuando Langwiser concluyo con el Interrogatorio de Langwiser, Fowkkes por fin rompio su norma de actuacion y anuncio que queria formular algunas preguntas a la testigo. Se acerco al estrado sin ninguna nota. Cruzo las manos a la espalda y se inclino ligeramente hacia el microfono.
– Veamos, senorita Gilley, su companera de piso era una mujer atractiva, ?no es asi?
– Si, ella era hermosa.
– ?Y era popular? En otras palabras, ?salia con muchos chicos?
Gilley asintio vacilante.
– Ella salia.
– Mucho, poco, ?con que frecuencia?
– Resulta dificil decirlo. Yo no era su secretaria s ademas tengo novio.
– Ya veo. Entonces, tomemos, pongamos, las diez semanas anteriores a su muerte. ?Cuantas de esas semanas pasaron sin que Jody tuviera una cita?
Langwiser se levanto y protesto.
– Senoria, esto es ridiculo. No tiene nada que ver con la noche del doce al trece de octubre.
– Oh, senoria, yo creo que si-contesto Fowkkes-. Y creo que la senora Langwiser lo sabe. Si me da un poco de cuerda, pronto podre atarlo.
Houghton desestimo la protesta y solicito a Fowkkes que volviera a formular la pregunta.
– En las diez semanas anteriores a su muerte, ?cuantas semanas pasaron sin que Jody Krementz tuviera una cita con un hombre?
– No lo se. Puede que una o puede que ninguna.
– Puede que ninguna-repitio Fowkkes-. Y, senorita Gilley, ?cuantas de esas semanas diria que su companera de piso tuvo al menos dos citas?
Langwiser protesto de nuevo, pero la protesta volvio a ser desestimada.
– No conozco la respuesta -dijo Gilley-. Muchas.
– Muchas -repitio Fowkkes.
Langwiser se levanto y pidio al juez que advirtiera a Fowkkes que no repitiera la respuesta de la testigo a no ser en forma de pregunta. El juez asi lo hizo y Fowkkes continuo como si no lo hubieran amonestado en absoluto.
– ?Eran esas citas con el mismo hombre?
– No, casi siempre eran distintos. Con algunos repetia.
– O sea que le gustaba tantear el terreno, ?es asi?
– Supongo.
– ?Eso es un si o un no, senorita Gilley?
– Es un si.
– Gracias. En las diez semanas previas a su muerte, semanas en las que ha dicho que con mucha frecuencia tuvo al menos dos citas, ?con cuantos hombres diferentes se cito?
Gilley nego con la cabeza, exasperada.
– No tengo ni idea. No los conte. Ademas, ?que tiene eso que ver con…?
– Gracias, senorita Gilley. Le agradecere que se limite a contestar las preguntas que le planteo.
El abogado espero, ella no dijo nada.
– Veamos, ?en alguna ocasion tuvo dificultades Jody cuando dejaba de salir con un hombre? ?Cuando pasaba al siguiente?
– No se a que se refiere.
– Me refiero a si todos los hombres estaban contentos de no tener otra cita.
– Algunas veces se ponian furiosos cuando no queria volver a salir con ellos, pero nada importante.
– ?No hubo amenazas de violencia? ?No tenia miedo de ninguno?
– No que a mi me contara.
– ?Le hablaba de todos los hombres con los que salia?
– No.
– Veamos, en estas fechas, ?solia llevar hombres a la casa que ustedes dos compartian?
– A veces.
– ?Se quedaban a dormir?
– A veces, no lo se.
– Usted muchas veces no estaba alli, ?verdad?
– Si, muchas veces me quedaba en casa de mi novio.