que iba a preparar hasta que todo habia cambiado el dia anterior. Lamento no haberlo protegido con una contrasena.
– A mi me parece allanamiento de morada -dijo Bosch, con los ojos en la pantalla-. O algo peor.
En la nueva postura de Bosch la cazadora de cuero que llevaba se abrio y McCaleb vio la pistola en la cartuchera de la cadera. El continuo con el arma preparada.
Bosch volvio a mirar a McCaleb.
– Todavia no he tenido tiempo de mirar todo esto. Parece que hay un monton de notas y analisis. Probablemente todo de primera, conociendote. Pero, de alguna manera, de algun modo, te has equivocado. Yo no soy el hombre que buscas, McCaleb.
McCaleb se deslizo lentamente en la cama inferior de la otra litera. Sostuvo el arma con un poco menos de precision. Sentia que Bosch no constituia un peligro inmediato. Si hubiera querido podria haberle tendido una trampa cuando habia entrado.
– No tendrias que estar aqui, Harry. No tendrias que estar hablando conmigo.
– Ya se, todo lo que diga podra ser utilizado en mi contra ante un tribunal. Pero ?con quien voy a hablar? Tu me has cargado con esto y quiero que me descargues.
– Bueno, es demasiado tarde. Me han apartado del caso. Y no querras saber quien se ha hecho cargo de el.
Bosch se limito a mirarlo y esperar.
– La division de derechos civiles del FBI. ?Creias que asuntos internos era una pesadilla? Esta gente vive y respira por una sola cosa, cortar cabelleras. Y una cabellera del Departamento de Policia de Los Angeles es un tesoro.
– ?Como ha sido eso, por el periodista?
McCaleb asintio.
– Supongo que eso significa que tambien ha hablado contigo.
– Lo intento ayer. -Bosch miro en torno a si, se fijo en el cigarrillo que tenia en la mano y se lo puso en la boca-. ?Te importa que fume?
– Ya lo has hecho.
Bosch saco un mechero de la cazadora y encendio el cigarrillo. Saco la papelera de debajo del escritorio para usarla como cenicero.
– Parece que no puedo dejarlo.
– Personalidad adictiva. Una cualidad buena y mala en un detective.
– Si, lo que tu digas. -Dio una calada-. Nos conocemos desde hace, ?cuanto?, ?diez?, ?doce anos?
– Mas o menos.
– Hemos trabajado en casos juntos y tu no trabajas con alguien en un caso sin tomarle en cierto modo la medida. ?Me explico?
McCaleb no respondio. Bosch sacudio la ceniza en el borde de la papelera.
– ?Y sabes que me molesta, mas incluso que la acusacion misma? Que venga de ti. Me molesta como y por que has podido pensar eso. Ya sabes, ?que clase de medida tomaste de mi que te ha permitido dar este salto?
McCaleb hizo un gesto con ambas manos como para decir que la respuesta era obvia.
– La gente cambia. Si hay algo que aprendi en mi profesion es que cualquiera de nosotros es capaz de cualquier cosa si se dan las circunstancias adecuadas, las presiones correctas, los motivos precisos, el momento justo.
– Todo eso son chorradas psicologicas. No…
La frase de Bosch se desvanecio. Volvio a mirar al ordenador portatil y los papeles desparramados por el escritorio. Senalo la pantalla del portatil con el cigarrillo.
– Hablas de oscuridad, de una oscuridad mas negra que la noche.
– ?Y?
– Cuando estuve en Vietnam… -Dio una profunda calada al cigarrillo y exhalo, echando la cabeza hacia atras y soltando el humo hacia el techo-. Me pusieron en los tuneles y, dejame que te diga, si quieres oscuridad, aquello era oscuridad. Alla abajo a veces no podias ver tu puta mano a menos de diez centimetros de la cara. Estaba tan oscuro que te dolian los ojos de intentar ver algo. Cualquier cosa.
Dio otra larga calada al cigarrillo. McCaleb examino los ojos de Bosch, inexpresivos, perdidos en el recuerdo. De repente, volvio. Se agacho, apago el cigarrillo a medio consumir en el borde interior de la papelera y lo tiro.
– Esta es mi forma de dejar de fumar. Me fumo esta porqueria de mentolados y nunca mas de medio cigarrillo cada vez. He bajado a un paquete a la semana.
– No va a funcionar.
– Ya lo se.
Levanto la cara hacia McCaleb y sonrio torciendo la boca a modo de disculpa. Sus ojos volvieron a cambiar rapidamente y retomo su relato.
– Y algunas veces de repente no estaba tan oscuro en los tuneles. De alguna manera, habia la suficiente luz para conocer el camino. Y la cuestion es que nunca supe de donde venia. Estaba como atrapada alli abajo con el resto de nosotros. Mis companeros y yo la llamabamos luz perdida. Estaba perdida, pero nosotros la encontrabamos.
McCaleb espero, pero Bosch no dijo nada mas.
– ?Que me estas diciendo, Harry?
– Que se te paso algo. Yo no se donde esta, pero se te paso algo.
Sostuvo la mirada a McCaleb con sus ojos oscuros. Se inclino de nuevo hacia el escritorio y levanto la pila de documentos de Jaye Winston. Los tiro por la pequena sala hasta el regazo de McCaleb. McCaleb no hizo ningun movimiento para cogerlos y se esparcieron por el suelo.
– Vuelve a mirar. Se te paso algo, y yo fui el resultado de la suma de lo que viste. Vuelve y encuentra la pieza que falta. Eso cambiara la suma.
– Ya te he dicho que estoy fuera.
– Yo vuelvo a meterte dentro.
Lo dijo con un tono de permanencia, como si no le dejara eleccion a McCaleb.
– Tienes hasta el miercoles. Esa es la fecha tope del periodista. Tienes que parar ese articulo con la verdad. Si no lo haces, ya sabes lo que J. Reason Fowkkes hara con el.
Se quedaron sentados en silencio durante un buen rato, mirandose el uno al otro. McCaleb se habia encontrado y habia hablado con decenas de asesinos en serie en su epoca en el FBI. Pocos de ellos admitieron sus crimenes. Bosch no era diferente, pero la intensidad con la que lo miraba sin pestanear era algo que McCaleb nunca habia visto antes en ningun hombre, ni culpable ni inocente.
– Storey ha matado a dos mujeres, y esas son solo las que conocemos. El es el monstruo al que te has pasado la vida persiguiendo, McCaleb. Y ahora… y ahora le estas dando la llave que abre la puerta de su jaula. Si sale, volvera a hacerlo. Conoces a los que son como el. Sabes que lo hara.
McCaleb no podia competir con los ojos de Bosch. Bajo la mirada a la pistola que sostenia.
– ?Que te hizo pensar que te escucharia, que haria esto? -pregunto.
– Te he dicho que tomas la medida de alguien. Yo he tomado la tuya, McCaleb. Tu lo haras. O el monstruo al que liberaras te acechara durante el resto de tu vida. Si Dios esta en los ojos de tu hija, ?como vas a poder volver a mirarla?
McCaleb asintio de manera inconsciente e inmediatamente se pregunto que estaba haciendo.
– Recuerdo que una vez me dijiste algo -dijo Bosch-. Dijiste que Dios esta en los detalles y el diablo tambien. Quenas decir que la persona que estas buscando suele estar ahi mismo, enfrente de nosotros, escondiendo constantemente los detalles. Yo siempre recuerdo eso. Todavia me ayuda.
McCaleb asintio otra vez. Bajo la vista a los documentos del suelo.
– Escucha, Harry, has de saberlo. Estaba convencido de esto cuando se lo lleve a Jaye. No estoy seguro de que pueda verlo de otra forma. Si quieres ayuda, probablemente yo no soy la persona adecuada.
Bosch nego con la cabeza y sonrio.
– Por eso precisamente eres la persona adecuada. Si tu puedes convencerte, el mundo puede convencerse.
– Si, ?donde estuviste en Nochevieja? Por que no empezamos por ahi.
Bosch se encogio de hombros.