– Gracias, pero quiza la proxima vez, Raymond. Ponte el cinturon.
Una vez que el nino se hubo abrochado el cinturon, McCaleb se aparto del coche electrico. Miro a Graciela, que ya no lo estaba mirando a el.
– Bueno -dijo McCaleb-. Volvere en cuanto pueda. Y llevare el movil por si quereis llamarme.
Graciela no le contesto. Arranco y se dirigio hacia Manila Avenue. McCaleb miro a su familia hasta que se perdieron de vista.
33
En el camino de regreso al muelle sono su telefono movil. Era Jaye Winston que le devolvia la llamada. Estaba hablando en voz muy baja y explico que telefoneaba desde la casa de su madre. A McCaleb le costaba entenderla, de manera que se sento en uno de los bancos que habia en el paseo del casino. Se inclino hacia adelante con los codos en las rodillas, una mano sosteniendo el movil y la otra agarrada a la muneca.
– Se nos paso algo -dijo McCaleb-. Se me paso algo.
– Terry, ?de que estas hablando?
– En el expediente. En el registro de detenciones de Gunn. Era…
– Terry, ?que estas haciendo? Estas fuera del caso.
– ?Quien lo dice, el FBI? Yo ya no trabajo en el FBI, Jaye.
– Pues lo digo yo. No quiero que sigas adelante con.,.
– Tampoco trabajo para ti, Jaye, ?recuerdas?
Hubo un largo silencio.
– Terry, no se que estas haciendo pero tienes que parar. No tienes ninguna autoridad, ningun papel en este caso. Si esos Twilley y Friedman descubren que sigues husmeando en esto pueden detenerte por interferir con la justicia. Y sabes que son de los que lo harian.
– ?Quieres un papel? Tengo un papel.
– ?Que? Te retire mi autorizacion ayer. No puedes utilizarme en esto.
McCaleb dudo, pero decidio decirselo.
– Tengo un papel. Supongo que podrias decir que trabajo para el acusado.
Esta vez el silencio de Winston fue mas largo todavia. Al final hablo muy lentamente.
– ?Me estas diciendo que has ido a ver a Bosch?
– No. Vino el. Se ha presentado en mi barco esta manana. Tenia razon con lo de la coincidencia de la otra noche; primero yo visitandolo en su casa y luego la llamada de su companera hablandole de ti. El saco sus conclusiones. El periodista del
– Te ha convencido.
– No, me he convencido yo mismo.
Se oyeron voces de fondo y Winston le dijo a McCaleb que esperara. Oyo entonces voces ahogadas con una mano sobre el microfono. Parecia que discutian. McCaleb se levanto y continuo caminando hacia el muelle. Winston volvio a la linea al cabo de unos segundos.
– Lo siento -dijo-. No es un buen momento.
– ?Podemos vernos manana por la manana?
– ?De que estas hablando? -dijo Winston casi gritando-. Acabas de decirme que estas trabajando para el sospechoso de una investigacion. No voy a reunirme contigo. ?Como cono crees que se veria eso? Espera un momento.
Oyo su voz ahogada disculpandose por el lenguaje con alguien. Entonces volvio a la linea.
– Tengo que colgar.
– Mira, a mi no me importa lo que parezca. A mi me interesa la verdad y pensaba que a ti tambien. Si no quieres verme, no nos veamos. Yo tambien tengo que colgar.
– Terry, espera.
McCaleb escucho, pero ella no dijo nada. Le parecio que algo la distraia.
– ?Que, Jaye?
– ?Que es eso que dices que se nos paso por alto?
– Estaba en el expediente de la ultima detencion de Gunn. Supongo que despues de que Bosch te dijera que habia hablado con el en el calabozo pediste todo el registro. Solo lo mire por encima la primera vez que estudie el expediente.
– Yo saque los registros -dijo ella a la defensiva-. Paso la noche del treinta de diciembre en la comisaria de Hollywood. Fue alli donde lo vio Bosch.
– Y salio despues de pagar la fianza por la manana. A las siete y media.
– Si. ?Y? ?Que quieres decir?
– Mira quien le pago la fianza.
– Terry, estoy en casa de mis padres. No tengo…
– De acuerdo, perdona. La fianza la deposito Rudy Tafero.
Silencio. McCaleb estaba en el muelle. Camino hasta la pasarela que conducia al embarcadero de las lanchas y se apoyo en la barandilla. Volvio a colocar su mano libre sobre el movil.
– De acuerdo, lo saco Rudy Tafero -dijo Winston-. Supongo que tendra licencia para depositar fianzas. ?Que significa eso?
– No has estado viendo la tele. Tienes razon, Tafero tiene licencia (al menos puso un numero de licencia en el informe de la fianza), pero tambien es detective privado y consultor de seguridad. Y (escucha esto) trabaja para David Storey.
Winston no dijo nada, pero McCaleb la escucho respirar en el telefono.
– Terry, creo que sera mejor que te calmes. Estas interpretando demasiado.
– No existen las coincidencias, Jaye.
– ?Que coincidencias? El tipo tiene licencia para depositar fianzas. Es lo que hace, sacar a gente de la carcel. Te apuesto una caja de Donuts a que tiene el despacho enfrente de la comisaria de Hollywood, como todos. Probablemente saca uno de cada tres borrachos o una de cada cuatro prostitutas del calabozo.
– No crees que sea tan simple y lo sabes.
– No me digas lo que yo creo.
– Esto paso cuando el estaba preparando el caso de Storey. ?Por que iba a ir Tafero y firmar la fianza el mismo?
– Porque puede que no tenga ningun empleado y, como te he dicho, quiza lo unico que tiene que hacer es cruzar la calle.
– No me lo creo. Y hay algo mas. En los papeles pone que Gunn utilizo su unica llamada a las tres de la manana del treinta y uno de diciembre. El numero esta en la ficha: llamo a su hermana a Long Beach.
– De acuerdo, ?y que? Eso ya lo sabiamos.
– Yo la he llamado hoy y le he preguntado si telefoneo a un fiador para el. Me dijo que no. Me dijo que estaba cansada de recibir llamadas en plena noche y pagarle fianzas. Le dijo que esta vez era cosa suya.
– Asi que fue con Tafero. ?Que pasa?
– ?Como lo encontro? Ya habia hecho su llamada.
Winston no tenia respuesta. Ambos permanecieron un rato en silencio. McCaleb miro hacia el puerto. El taxi acuatico amarillo avanzaba con lentitud por uno de los carriles, sin ningun pasajero a bordo. Hombres solos en sus barcos, penso McCaleb.
– ?Que vas a hacer? -pregunto finalmente Winston-. ?Adonde vas a ir con esto?
– Voy a volver a Los Angeles esta noche. Podemos vernos por la manana.
– ?Cuando? ?Donde? -El tono de su voz revelaba que estaba molesta ante la perspectiva del encuentro.
– A las siete y media, enfrente de la comisaria de Hollywood.
Hubo una pausa y luego Winston dijo: