Langwiser y Kretzler explicaron a Bosch que iban a seguir adelante con el plan de concluir la fase de la acusacion al final del dia.

– Lo tenemos -dijo Kretzler, sonriendo y disfrutando de la descarga de adrenalina que acompanaba a la decision de apretar el gatillo-. Hoy tendremos a Hericks y Crowe. Tenemos todo lo que necesitamos.

– Salvo el movil -dijo Bosch.

– El movil no va a ser importante cuando el crimen es tan obviamente el trabajo de un psicopata -dijo Langwiser-. Estos jurados no van a retirarse a su sala al final del dia y decir: «Si, pero ?cual es el movil?» Van a decir que este tio es un hijo de puta y… -Bajo la voz hasta un susurro cuando el juez entro en la sala por la puerta situada detras del estrado- vamos a sacarlo de la circulacion.

El juez llamo al jurado y al cabo de unos minutos los fiscales estaban llamando a sus ultimos testigos del juicio.

Los tres primeros testigos eran gente del negocio del cine que habian asistido a la fiesta de la premier en la noche de la muerte de Jody Krementz. Todos declararon que habian visto a David Storey en el estreno y la fiesta que siguio con una mujer que identificaron como la misma que aparecia en las fotos, es decir, Jody Krementz. El cuarto testigo, un guionista llamado Brent Wiggan, testifico que habia abandonado la premier unos minutos antes de medianoche y que habia esperado al aparca-coches al lado de David Storey y una mujer a la que tambien identifico como Jody Krementz.

– ?Como esta tan seguro de que solo faltaban unos minutos para la medianoche, senor Wiggan? -pregunto Kretzler-. Al fin y al cabo, era una fiesta. ?Estaba mirando el reloj?

– Haga las preguntas de una en una, senor Kretzler -prorrumpio el juez.

– Disculpe, senoria. ?Por que esta tan seguro de que faltaban pocos minutos para medianoche, senor Wiggan?

– Porque efectivamente estaba mirando el reloj -dijo Wiggan-. Mi reloj. Yo escribo por las noches. Soy mas productivo entre las doce de la noche y las seis de la manana. Asi que estaba mirando el reloj, porque sabia que tenia que volver a casa antes de medianoche o me retrasaria en mi trabajo.

– ?Esto tambien implica que no bebio alcohol durante la fiesta?

– Exactamente. No bebi porque no queria cansarme ni que se resintiera mi creatividad. La gente normalmente no bebe antes de ir a trabajar en un banco o de pilotar un avion; bueno, supongo que la mayoria no lo hace.

Hizo una pausa hasta que remitieron las risitas ahogadas. El juez parecia enfadado, pero no dijo nada. Wiggan, en cambio, estaba disfrutando de su momento. Bosch empezo a sentirse incomodo.

– Yo no bebo antes de trabajar -continuo al fin Wiggan-. Escribir es un arte, pero tambien es un trabajo, y yo lo trato como tal.

– Asi pues, ?recuerda perfectamente que reconocio a David Storey y su acompanante pocos minutos antes de las doce?

– Absolutamente.

– Y a David Storey ya lo conocia personalmente de antes, ?es asi?

– Asi es, desde hace varios anos.

– ?Ha trabajado alguna vez con David Storey en el proyecto de una pelicula?

– No, pero no por no haberlo intentado.

Wiggan sonrio con arrepentimiento. Esta parte del testimonio, incluido el comentario de desaprobacion de si mismo, habia sido cuidadosamente planeado por Kretzler con anterioridad. Tenia que limitar el potencial dano al testimonio de Wiggan llevandolo personalmente a los puntos debiles.

– ?Que quiere decir con eso, senor Wiggan?

– Oh, diria que en los ultimos cinco anos he llevado proyectos de peliculas a David directamente o a gente de su productora seis o siete veces. Nunca me compro ninguno. -Se encogio de hombros en un gesto avergonzado.

– ?Diria que eso creo un sentimiento de animosidad entre ustedes dos?

– No, en absoluto; al menos no por mi parte. Asi es como funcionan las cosas en Hollywood. Uno va lanzando el anzuelo una y otra vez y al final alguien lo muerde. Aunque ayuda ser un poco insensible a las criticas. -Sonrio y miro al jurado.

A Bosch se le estaban poniendo los pelos de punta. Esperaba que Kretzler terminara antes de que el jurado perdiera interes.

– Gracias, eso es todo, senor Wiggan -dijo Kretzler, que al parecer habia percibido las mismas vibraciones que Bosch.

El rostro de Wiggan parecio apagarse al darse cuenta de que su momento estaba concluyendo. Pero entonces Fowkkes, que habia renunciado a interrogar a los tres testigos anteriores del dia, se levanto y subio al estrado.

– Buenos dias, senor Wiggan.

– Buenos dias.

Wiggan levanto las cejas, desconcertado.

– Solo unas preguntas. ?Podria enumerar para el jurado los titulos de las peliculas cuyos guiones ha escrito y que se han producido?

– Bueno.,., hasta el momento, no se ha hecho nada. Tengo algunas opciones y creo que unos pocos…

– Entiendo. ?Le sorprenderia saber que en los ultimos cuatro anos ha presentado propuestas al senor Storey en un total de veintinueve ocasiones, todas ellas rechazadas?

Wiggan se ruborizo.

– Bueno, yo…, supongo que podria ser cieno. En realidad…, no lo se. No llevo un registro de los guiones rechazados, como aparentemente hace el senor Storey.

Hizo esta ultima afirmacion en un tono agresivo, y Bosch casi no pudo contener un gesto de dolor. No habia nada peor que un testigo en el estrado que es cazado en una mentira y entonces se pone a la defensiva. Bosch miro a los doce. Varios de los jurados no estaban mirando al testigo, una senal de que se sentian tan incomodos como el mismo.

Fowkkes se decidio a dar la puntilla.

– El acusado lo rechazo en veintinueve ocasiones y aun asi dice al jurado que no siente animadversion hacia el. ?Es correcto, senor?

– Asi son los negocios en Hollywood. Preguntele a quien quiera.

– Bueno, senor Wiggan, se lo estoy preguntando a usted. ?Le esta diciendo a este jurado que no le desea nada malo a este hombre cuando es la misma persona que de manera constante y reiterada le ha dicho que su trabajo no es lo bastante bueno?

Wiggan casi mascullo la respuesta junto al microfono.

– Si, eso es cieno.

– Bien, es usted mejor persona que yo, senor Wiggan -dijo Fowkkes-. Gracias, senoria. Nada mas por el momento.

Bosch sintio que buena parte del aire escapaba del globo de la acusacion. Con cuatro preguntas y en menos de dos minutos, Fowkkes habia puesto en entredicho la credibilidad de Wiggan. Y lo que era absolutamente perfecto en la habilidosa cirugia del abogado defensor era que habia poco que Kretzler pudiera hacer para resucitar al testigo. Al menos el fiscal sabia que era mejor no intentarlo para no hacer mas grande el agujero. Despidio al testigo y el juez levanto la sesion durante quince minutos.

Despues de que hubo salido el jurado y el publico empezo a abrirse paso, Kretzler se inclino sobre Langwiser para susurrarle a Bosch.

– Deberiamos haber sabido que este tipo iba a explotar-dijo malhumorado.

Bosch se limito a mirar en torno a si para asegurarse de que no habia periodistas cerca. Se inclino hacia Kretzler.

– Probablemente tiene razon -dijo-, pero hace seis meses era usted quien decia que investigaria a Wiggan. Era responsabilidad suya, no mia. Me voy a tomar cafe.

Bosch se levanto y dejo a los dos fiscales alli sentados.

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