atras estaba encerrado Tafero. Apagaron las sirenas, pero dejaron las luces azules centelleando.

– Sera mejor que vaya a reunirme con los chicos de uniforme-dijo.

44

Durante la mayor parte de la noche estuvieron separados. Los interrogaron y los volvieron a interrogar. Despues los interrogadores cambiaron de sala y oyeron las mismas preguntas de diferentes bocas. Cinco horas despues de los disparos en el Following Sea, las puertas se abrieron y McCaleb y Bosch salieron al pasillo del Parker Center. Bosch se acerco a McCaleb.

– ?Estas bien?

– Cansado.

– Si.

McCaleb vio que Bosch se ponia un cigarrillo entre los labios, pero no lo encendia.

– Voy a ir a la oficina del sheriff -dijo Bosch-. No me lo quiero perder.

McCaleb asintio.

– Nos vemos alli.

Estaban de pie el uno al lado del otro detras del vidrio unidireccional, junto al videografo. McCaleb estaba lo suficientemente cerca de Bosch para oler su cigarrillo mentolado y la colonia. Mientras conducia detras de el hacia Whittier habia visto que Bosch sacaba un frasco de la guantera del coche y se echaba colonia. Desde su posicion, McCaleb distinguia el tenue reflejo del rostro de Bosch en el cristal y se dio cuenta de que estaba mirando lo que sucedia en la sala contigua.

Al otro lado del cristal habia una mesa de conferencias con Rudy Tafero sentado junto a un abogado de oficio llamado Arnold Prince. Tafero llevaba esparadrapo en la nariz y algodon en ambos orificios. Le habian dado seis puntos en la coronilla, pero quedaban ocultos por el pelo. El personal sanitario lo habia atendido en el puerto deportivo de Cabrillo.

Enfrente de Tafero estaba sentada Jaye Winston, y a la derecha de la detective, Alice Short, de la oficina del fiscal del distrito. A su izquierda estaban el subdirector del Departamento de Policia de Los Angeles, Irvin Irving y Donald Twilley, del FBI. Todas las agencias del orden remotamente involucradas en el caso se habian pasado las primeras horas de la manana disputandose la mejor posicion para tomar ventaja en lo que todos sabian ya que seria un caso grande. Eran las seis y media de la manana y habia llegado la hora de interrogar al sospechoso.

Se habia decidido que Winston llevaria el interrogatorio, porque habia sido su caso desde el principio, mientras que los otros tres observaban y estaban a disposicion de Winston si ella queria consejo. La detective del sheriff empezo diciendo la fecha, hora e identidades de los presentes en la sala. A continuacion leyo a Tafero sus derechos constitucionales y le hizo firmar un formulario. Su abogado afirmo que Tafero no iba a hacer ninguna declaracion en ese momento.

– Muy bien -dijo Winston, con los ojos fijos en Tafero-. No hace falta que diga nada. Quiero hablarle yo a el. Quiero que se haga una idea de a que se enfrenta. No me gustaria que nadie se lamente de que no ha entendido que esta es la unica oportunidad para cooperar que se le va a ofrecer.

Winston miro el expediente que tenia delante y lo abrio. McCaleb reconocio la hoja superior como un formulario de la fiscalia.

– Senor Tafero -empezo Winston-, quiero que sepa que esta manana le estamos acusando del asesinato en primer grado de Edward Gunn el uno de enero de este ano, del intento de asesinato de Terrell McCaleb en el dia de hoy, y del asesinato de Jesse Tafero, tambien en el dia de hoy. Se que conoce la ley, pero estoy obligada a explicarle este ultimo cargo. La muerte de su hermano ocurrio durante la comision de un delito. Por tanto, de acuerdo con la ley de California, es usted responsable de su muerte.

Ella espero un segundo, mirando a los ojos aparentemente sin vida de Tafero. Continuo con la lectura de los cargos.

– Ademas, deberia saber que la oficina del fiscal del distrito ha acordado presentar un agravante de circunstancias especiales en relacion con el asesinato de Edward Gunn, en concreto, el de asesinato por encargo. El anadido de circunstancias especiales lo convertira en un caso de pena de muerte. ?Alice?

Alice Short se inclino hacia adelante. Era una mujer menuda y atractiva de casi cuarenta anos, con una mirada cautivadora. Era la encargada de la acusacion en los juicios mayores. Habia mucho poder en un cuerpo tan pequeno, especialmente si se contrastaba con el tamano del hombre que estaba sentado frente a el.

– Senor Tafero, ha sido usted policia durante veinte anos -dijo ella-. Conoce mejor que nadie la gravedad de sus actos. No recuerdo ningun otro caso que pida a gritos la pena de muerte tanto como este. La solicitaremos al jurado y no me cabe duda de que la conseguiremos.

Finalizada la parte ensayada de su papel, Short se apoyo de nuevo en su silla y cedio el turno a Winston. Se produjo un largo silencio mientras Winston miraba a Tafero y esperaba que el volviera a mirarla. Al final, el ex policia levanto los ojos.

– Senor Tafero, ha estado en salas como esta en la posicion contraria a la que ocupa ahora. No creo que pudieramos enganarle ni aunque tuvieramos un ano para prepararnos. Asi que sin trucos. Solo la oferta. Una oferta puntual que se rescindira en cuanto salgamos de esta sala. Se resume en esto.

Tafero habia vuelto a bajar la mirada a la mesa. Winston se inclino hacia adelante y levanto la cabeza.

– ?Quiere vivir o quiere correr el riesgo con el jurado? Es asi de sencillo. Y antes de que conteste, hay varias cosas a considerar. Primera, el jurado vera pruebas fotograficas de lo que hizo con Edward Gunn. Segundo, van a escuchar a Terry McCaleb describir que sintio al estar tan indefenso y darse cuenta de que se estaba estrangulando hasta morir. ?Sabe?, normalmente no entro en cosas asi, pero le doy menos de una hora de deliberaciones. Apuesto a que sera uno de los veredictos de pena de muerte mas rapidos que jamas se hayan dictado en el estado de California.

Winston se echo hacia atras y cerro el expediente. McCaleb se sorprendio asintiendo. La detective lo estaba haciendo francamente bien.

– Queremos a la persona que le encargo el asesinato -dijo Winston-. Queremos pruebas fisicas que lo relacionen con el caso Gunn. Tengo la impresion de que alguien como usted toma precauciones antes de llevar a cabo semejante montaje. Sea lo que sea, lo queremos.

Ella miro a Short y la fiscal asintio: su manera de decirle que lo estaba haciendo bien.

Paso casi medio minuto. Al final, Tafero se volvio a su abogado y estaba a punto de susurrarle una pregunta cuando miro de nuevo a Winston.

– A la mierda. Lo preguntare yo. Sin reconocer nada en absoluto, ?que pasa si se olvidan de las circunstancias especiales? ?A que me enfrento?

Winston inmediatamente se echo a reir y nego con la cabeza. McCaleb sonrio.

– ?Esta bromeando? -pregunto Winston-. ?Que a que se enfrenta? Tio, te van a enterrar en cemento y acero. A eso es a lo que te enfrentas. No vas a volver a ver nunca mas la luz del dia. Con trato o sin trato, eso es un hecho y no es negociable.

El abogado de Tafero se aclaro la garganta.

– Senora Winston, esto no es una forma profesional de…

– Me importa una mierda la forma. Este hombre es un asesino. No es diferente a un asesino a sueldo, salvo…, no, es peor. Uso su placa y eso lo hace todavia mas despreciable. Asi que esto es lo que haremos por su cliente, senor Prince. Lo declararemos culpable del asesinato de Edward Gunn y del intento de asesinato de Terry McCaleb. Cadena perpetua sin posibilidad de revision en los dos casos. No es negociable. No le acusaremos del asesinato de su hermano. Quiza eso le ayude a soportarlo mejor. A mi me da igual. Lo que importa es que entienda que su vida como la entendia hasta ahora ha terminado. Esta acabado. Y puede ir al corredor de la muerte o a una prision de alta seguridad, una de dos, y no va a salir.

Ella miro su reloj.

– Tienen cinco minutos antes de que nos vayamos. Si no quieren el trato, esta bien, los llevaremos a los dos a juicio. Lo de Storey puede ser mas complicado, pero no hay ninguna duda con el senor Tafero. Alice va a tener fiscales llamando a su puerta, enviandole flores y bombones. Todos los dias va a ser San Valentin, o San Valentino.

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