quiza repararia nuestra relacion laboral.
– Cielo, no tenemos ninguna relacion laboral. No cuelgue, por favor.
Ella pulso el boton antes de que Bosch pudiera decir nada. La linea quedo muerta durante tanto tiempo que Harry empezo a pensar que su truco para fastidiar a Pounds no merecia la pena. Finalmente, una administrativa diferente contesto y dijo que la senora Sharp le habia pedido que le ayudara. Bosch le dio el numero de identificacion de Pounds y despues los nombres de Gordon Mittel, Arno Conklin, Claude Eno y Jake McKittrick. Dijo que necesitaba los domicilios que figuraban en sus licencias de conducir.
Volvieron a poner la llamada en espera. Durante el tiempo que aguardo mantuvo el auricular pegado a la oreja con el hombro y frio un huevo. Se hizo un sandwich con el huevo frito, dos rebanadas de pan blanco tostado y salsa fria de un tarro que guardaba en la nevera. Se comio el sandwich goteante inclinado sobre el fregadero. Acababa de secarse la boca y de servirse otra taza de cafe cuando la empleada volvio a la linea.
– Lamento haber tardado tanto.
– No se preocupe.
Entonces recordo que era Pounds y lamento haber dicho eso. La mujer le explico que no tenia direcciones ni informacion de licencia de Eno ni de McKittrick, y a continuacion le dio las direcciones de Conklin y Mittel. Goff tenia razon. Conklin residia en Park La Brea. Mittel vivia encima de Hollywood, en Hercules Drive, en una urbanizacion llamada Mount Olympus.
Bosch estaba demasiado preocupado en ese momento para continuar con la charada de Pounds. Le dio las gracias a la empleada sin entrar en confrontacion y colgo. Penso cual deberia ser su siguiente movimiento. Eno y McKittrick o bien habian muerto o estaban fuera del estado. Sabia que podria conseguir sus direcciones en la oficina de personal del departamento, pero podia tardar todo el dia. Volvio a coger el telefono y llamo a robos y homicidios. Pregunto por el detective Leroy Ruben. Ruben habia pasado casi cuarenta anos en el departamento, la mitad de ellos en robos y homicidios. Puede que supiera algo de Eno y McKittrick. Tambien podria saber que Bosch estaba de baja por estres.
– Ruben, ?puedo ayudarle?
– Leroy, soy Harry Bosch. ?Que sabes?
– No mucho, Harry. ?Disfrutando de la buena vida?
Le estaba diciendo de entrada a Bosch que conocia su situacion. Bosch sabia que su unica alternativa era ser franco con el. Hasta cierto punto.
– No esta mal. Pero no duermo hasta muy tarde.
– ?No? ?Que estas haciendo?
– Mas o menos voy por libre en un viejo caso, Leroy. Estoy tratando de encontrar a un par de viejos detectives. He pensado que tal vez tu sabias algo de ellos. Trabajaban en Hollywood.
– ?Quienes son?
– Claude Eno y Jake McKittrick. ?Los recuerdas?
– Eno y McKittrick. No… O sea, si, creo que recuerdo a McKittrick. Se retiro hara diez o quince anos. Se mudo a Florida, creo. Si, Florida. Estuvo en robos y homicidios un ano o asi. Al final. El otro, Eno… No recuerdo a ningun Eno.
– Bueno, valia la pena intentarlo. Vere que encuentro en Florida. Gracias, Leroy.
– Eh, Harry, ?de que se trata?
– Es solo un viejo caso que tengo en mi escritorio. Me da algo que hacer mientras veo que pasa.
– ?Has oido algo?
– Todavia no. Me tienen hablando con la psiquiatra. Si consigo convencerla a ella volvere a mi mesa. Ya veremos.
– Venga, buena suerte. ?Sabes?, yo y algunos de los chicos de aqui nos partimos el culo cuando oimos la historia. Hemos oido hablar de ese Pounds. Es un capullo. Hiciste bien, muchacho.
– Bueno, espero que no lo hiciera tan bien como para perder mi trabajo.
– Bah, no te pasara nada. Te envian unas cuantas veces a Chinatown, te cepillan un poco y te vuelven al hipodromo. Tranquilo.
– Gracias, Leroy.
Despues de colgar, Bosch se vistio para la jornada que le esperaba, poniendose una camisa limpia y el mismo traje que el dia anterior.
Se dirigio hacia el centro en su Mustang de alquiler y paso las siguientes dos horas en una marana burocratica. En primer lugar fue a la oficina de personal del Parker Center, le dijo a un empleado lo que queria y despues espero media hora hasta que un supervisor le pidio que se lo repitiera todo. El supervisor le dijo que habia perdido el tiempo y que la informacion que buscaba estaba en el ayuntamiento.
Cruzo la calle hasta el anexo del ayuntamiento, subio por la escalera y despues cruzo por encima de Main Street hasta el obelisco blanco del ayuntamiento. Subio en ascensor hasta el departamento de finanzas, en la novena planta, mostro su tarjeta de identificacion a otra empleada y le explico que, a fin de racionalizar el proceso, tal vez deberia hablar antes con un supervisor.
Espero sentado en una silla de plastico, en un pasillo, durante veinte minutos antes de que lo condujeran a una pequena oficina que se veia repleta con dos escritorios, cuatro armarios archivadores y varias cajas en el suelo. Una mujer obesa de piel palida, pelo negro, patillas y la leve insinuacion de un bigote estaba sentada detras de uno de los escritorios. Bosch se fijo en una mancha de comida en su calendario de sobremesa, resultado de un percance previo. Tambien habia una botella reutilizable con tapon de rosca y una pajita. La tarjeta de plastico informaba de que se llamaba Mona Tozzi.
– Soy la supervisora de Carla. ?Ha dicho que es usted agente de policia?
– Detective.
Bosch aparto la silla del escritorio vacio y se sento enfrente de la mujer obesa.
– Disculpe, pero probablemente Cassidy va a necesitar esa silla cuando vuelva. Ese es su escritorio.
– ?Cuando va a volver?
– En cualquier momento. Se ha levantado a buscar un cafe.
– Bueno, tal vez si nos damos prisa cuando vuelva ya habremos terminado y yo ya me habre marchado.
A la mujer se le escapo una risa de «quien te crees que eres» que sono mas como un resoplido. No dijo nada.
– He pasado la ultima hora y media tratando de conseguir del ayuntamiento un par de direcciones y lo unico que he conseguido es a un punado de gente que quiere enviarme a ver a otra persona o hacerme esperar en el pasillo. Y lo gracioso del caso es que yo tambien trabajo para esta ciudad y estoy tratando de hacer un trabajo para esta ciudad y la ciudad no me da ni la hora. Y, ?sabe?, mi psiquiatra dice que tengo este estres postraumatico y que tendria que tomarme la vida con mas tranquilidad. Pero, Mona, he de decirselo, me estoy frustrando un huevo con esto.
La mujer lo miro un momento, probablemente preguntandose si podria alcanzar la puerta en el caso de que Bosch se enfureciera con ella. A continuacion fruncio la boca, lo que sirvio para que su bigote pasara de una insinuacion a un anuncio, y tomo un largo trago de refresco. Bosch vio que un liquido del color de la sangre subia por la pajita hasta la boca de la funcionaria. Esta se aclaro la garganta antes de hablar en tono de confrontacion.
– ?Sabe que, detective? ?Por que no me dice que es lo que esta tratando de descubrir?
Bosch puso su cara esperanzada.
– Genial. Sabia que alguien se interesaria. Necesito las direcciones a las que se envian cada mes los cheques de jubilacion de dos agentes.
Las cejas de la mujer se juntaron.
– Lo lamento, pero estas direcciones son estrictamente confidenciales. Incluso dentro del ayuntamiento. No puedo…
– .Mona, deje que le explique algo. Soy investigador de homicidios. Como usted, trabajo para esta ciudad. Estoy siguiendo una pista de un asesinato sin resolver y necesito hablar con los detectives originales del caso. Estamos hablando de un caso de hace mas de treinta anos. Asesinaron a una mujer, Mona. No encuentro a los dos detectives que trabajaron el caso en su momento y en personal de la policia me enviaron aqui. Necesito saber cuales son las direcciones donde cobran las pensiones. ?Va a ayudarme?
– Detective… ?es Borsch?