Sus ojos se posaron en el subdirector Irvin S. Irving que se hallaba en la parte posterior del ascensor. Intercambiaron un saludo con la cabeza mientras las puertas se abrian en la planta baja. Bosch se pregunto si Irving le habia visto pulsar el boton del sotano. No habia ninguna razon para que un hombre en situacion de baja involuntaria por estres fuera al sotano.

Bosch juzgo que la cabina estaba demasiado llena para que Irving hubiera visto que boton habia pulsado. Bajo del ascensor en la planta baja e Irving lo siguio y se coloco a su altura.

– Jefe.

– ?Que le trae por aqui, Harry?

Lo dijo de manera casual, pero la pregunta mostraba que Irving tenia mas que un interes pasajero. Empezaron a caminar hacia la salida, mientras Bosch improvisaba una historia.

– De todos modos tenia que ir a Chinatown, asi que me he pasado por personal. Queria asegurarme de que me mandaban el cheque a mi casa y no a Hollywood, porque no estoy seguro de cuando voy a volver.

Irving asintio con la cabeza y Bosch estaba casi convencido de que se lo habia tragado. El jefe era aproximadamente de la misma estatura que Bosch, pero poseia el rasgo destacable del craneo afeitado completamente. Ese rasgo y su reputacion de intolerancia por los polis corruptos le habian valido el mote de Don Limpio.

– ?Hoy va a Chinatown? Creia que iba lunes, miercoles y viernes. Ese es el horario que yo aprobe.

– Si, ese es el horario. Pero la doctora tenia un hueco hoy y queria que yo me pasara.

– Bueno, me alegro de saber que se muestra tan cooperante. ?Que le ha pasado en la mano?

– Ah, esto. -Bosch levanto la mano como si fuera la de otra persona y acabara de fijarse en que estaba al extremo de su brazo-. He estado aprovechando parte de mi tiempo libre trabajando en casa Y me corte con un cristal. Todavia estoy haciendo limpieza por el terremoto.

– Ya veo.

Bosch supuso que eso no se lo habia tragado. Pero no le importaba demasiado..

– Voy a comer algo rapido en el centro comercial federal -dijo Irving-. ?Quiere acompanarme?

– Gracias, jefe, pero ya he comido.

– Muy bien. Bueno, cuidese. Lo digo en serio.

– Lo hare. Gracias.

Irving empezo a alejarse, pero se detuvo.

– ?Sabe? Estamos tratando esta situacion con usted de manera un poco diferente porque tengo la esperanza de que vuelva a homicidios de Hollywood sin ningun cambio en su categoria ni puesto. Estoy esperando las noticias de la doctora Hinojos, pero entiendo que al menos tardara unas semanas.

– Eso me dijo.

– Vera, si estuviera dispuesto a ello, una carta de disculpa al teniente Pounds podria ser beneficiosa. En ultima instancia voy a tener que convencerle para que usted se reincorpore. Eso sera lo mas complicado. Creo que conseguir la autorizacion de la doctora no supondra ningun problema. Podria limitarme a emitir la orden y el tendria que aceptarla, pero eso no reduciria la presion. Preferiria que el aceptara su retorno y todo el mundo contento.

– Bueno, he oido que ya me ha buscado sustituto.

– ?Pounds?

– Ha puesto a mi companero con alguien que ha sacado de automoviles. No me parece que este pensando en mi regreso, jefe.

– Bueno, eso no lo sabia. Hablare con el. ?Que opina de esa carta? Podria ayudarle mucho en su situacion.

Bosch vacilo antes de responder. Sabia que Irving queria ayudarle. Los dos compartian un vinculo tacito. Habian sido enemigos acerrimos en el departamento, pero el desprecio se habia erosionado hasta convertirse en una tregua que a la sazon ya era mas una linea de cauteloso respeto mutuo.

– Me pensare lo de la carta, jefe -dijo Bosch finalmente-. Le mantendre informado.

– Muy bien. ?Sabe, Harry? El orgullo se interpone en el camino de muchas decisiones correctas. No deje que le ocurra eso.

– Lo pensare.

Bosch vio que Irving se alejaba por la fuente en recuerdo de los agentes caidos en acto de servicio. Observo hasta que el subdirector llego a Temple y empezo a cruzar Los Angeles Street hasta el centro comercial federal, donde se amontonaban distintos emporios de comida rapida. Bosch considero que era seguro y volvio a entrar.

Se ahorro volver a esperar el ascensor y bajo por la escalera hasta el sotano.

La mayor parte de la planta de subsuelo del Parker Center estaba tomada por la Division de Almacenamiento de Pruebas. Habia unos pocos agentes de otras brigadas como la Division de Fugitivos, pero en general era una planta tranquila. Bosch no encontro trafico pedestre en el largo pasillo de linoleo amarillo y logro llegar a las dobles puertas de acero de la DAP sin encontrarse con nadie mas.

El departamento de policia conservaba las pruebas fisicas de las investigaciones que todavia no habian llegado al fiscal de distrito o municipal. Una vez que ocurria eso, por lo general las pruebas se conservaban en la oficina del fiscal.

En esencia, eso hacia del DAP el templo del error. Lo que habia detras de las puertas de acero que Bosch abrio eran las pruebas fisicas de miles de delitos no resueltos. Delitos que nunca habian sido juzgados. Incluso olia a fracaso. Como estaba en el sotano del edificio, habia un olor humedo que Bosch siempre creyo que era la peste de la negligencia y el deterioro. De la desesperanza.

Bosch accedio a una salita que basicamente era una jaula de alambre. Habia una puerta mas en el otro lado, pero tenia un cartel que decia: «Exclusivo personal DAP.» Se fijo en dos ventanillas recortadas en el alambre. Una estaba cerrada y detras de la otra habia un agente uniformado resolviendo un crucigrama. Entre las dos ventanillas habia otro cartel que rezaba: «No almacenar armas cargadas.» Bosch se acerco a la ventana abierta y se inclino sobre el mostrador. El agente levanto la mirada despues de escribir una palabra en el crucigrama.

Bosch vio que segun la tarjeta de su uniforme se llamaba Nelson. Nelson leyo la tarjeta de identificacion de Bosch, de manera que este tampoco tuvo necesidad de presentarse. Funciono bien.

– Hie… uf, ?como se pronuncia eso?

– Hieronymus.

– Hieronymus. ?No hay un grupo de rock que se llama asi?

– Puede ser.

– ?Que puedo hacer por ti, Hieronymus de Hollywood?

– Tengo una pregunta.

– Dispara.

Bosch puso la tarjeta rosa de pruebas en el mostrador.

– Quiero sacar las pruebas de este caso. Es bastante antiguo. ?Seguiran por aqui?

El agente cogio la tarjeta, la miro y silbo cuando leyo el ano. Mientras escribia el numero del caso en un formulario de solicitudes dijo:

– Deberia estar aqui, no veo por que no. No se tira nada, ?sabes? Si quieres ver el caso de la Dalia Negra, lo tenemos aqui. ?Cuanto hace? Cincuenta y pico anos. Tenemos algunos mas viejos todavia. Si no se ha resuelto, esta aqui. -Levanto la cabeza para mirar a Bosch y guino un ojo-. Vuelvo enseguida. ?Por que no vas llenando el formulario?

Nelson senalo con el boligrafo a traves de la ventana a un mostrador situado en la pared del fondo donde estaban los formularios de solicitud. Se levanto y se alejo de la ventanilla. Bosch oyo que le gritaba a alguien del fondo.

– ?Charlie! ?Eh, Charlie!

La persona que estaba al fondo grito una respuesta ininteligible.

– Ocupate de la ventanilla -le grito Nelson-. Yo voy a meterme en la maquina del tiempo.

Bosch habia oido hablar de la maquina del tiempo. Era un cochecito de golf que usaban para adentrarse en los rincones mas profundos del almacen. Cuanto mas viejo era el caso, cuanto mas alejado en el tiempo, mas lejos estaba de la ventanilla.

Bosch se acerco al mostrador y relleno un formulario de solicitud, despues metio la mano por la ventanilla y lo puso encima del crucigrama. Mientras esperaba, miro a su alrededor y se fijo en otro cartel que estaba en la pared del fondo. «Las pruebas de narcoticos no se entregan sin un formulario 492.» Bosch no tenia ni idea de cual era ese formulario. En ese momento alguien entro por las puertas de acero con el expediente de un caso de asesinato. Era

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