desembolsado, para realizar los cambios necesarios. Recurrio a la tarjeta de credito.
Penso en Las Vegas en el momento de colgar. Claude Eno podia estar muerto, pero su mujer todavia cobraba los cheques. Podria merecer los cincuenta dolares adicionales.
– ?Listo?
Era Jasmine que lo llamaba desde la sala de estar. Bosch salio de la cocina y la encontro esperandolo con tejanos cortados y un
Jasmine lo llevo a un sitio donde vertian miel encima de los bollos y servian huevos con semola de maiz y mantequilla. Bosch no habia comido semola de maiz desde la academia de Benning. El desayuno era delicioso. Ninguno de los dos hablo mucho. No se mencionaron ni las pinturas ni la conversacion que habian mantenido antes de dormirse la noche anterior. Parecia que lo que habian dicho era mejor dejarlo para las sombras de la noche, y tal vez los cuadros tambien.
Cuando terminaron de tomar cafe, ella insistio en pagar. Bosch puso la propina. Pasaron la tarde circulando en el Volkswagen con el techo abierto.
Jasmine lo llevo por toda la ciudad, desde Ybor City a St. Petersbourg Beach, consumiendo un deposito de gasolina y dos paquetes de cigarrillos. A ultima hora de la tarde estaban en un lugar llamado Indian Rock Beach, contemplando la puesta de sol en el golfo.
– He estado en muchos sitios -le dijo Jasmine-. Pero la luz que mas me gusta es la de aqui.
– ?Has estado alguna vez en California?
– No, todavia no.
– A veces la puesta de sol parece lava vertida sobre la ciudad.
– Tiene que ser hermoso.
– Te hace perdonar muchas cosas, olvidar muchas cosas… Es lo que tiene Los Angeles. Hay muchas piezas rotas, pero las que todavia funcionan, funcionan de verdad.
– Creo que te entiendo.
– Tengo curiosidad por algo.
– Ya estamos otra vez. ?Que?
– Si no muestras tus pinturas a nadie, ?de que vives?
La pregunta estaba fuera de lugar, pero Bosch habia estado pensando en eso todo el dia.
– Tengo dinero de mi padre. Incluso de mucho antes de que muriera. No es mucho, pero no necesito gran cosa. Es suficiente. Si no tengo la necesidad de vender mis obras cuando estan acabadas no me siento comprometida mientras las hago. Seran puras.
A Bosch le sono a forma conveniente de explicar el temor a exponerse, pero lo dejo estar. Ella no.
– ?Siempre eres poli? ?Siempre estas haciendo preguntas?
– No, solo cuando me preocupo por alguien.
Despues de parar en casa de ella para cambiarse, cenaron en un
– Sera alguien de California.
Jasmine sonrio y se quedo un rato en silencio despues del comentario. La mente de Bosch vago al caso. Habia pasado todo el dia sin pensar en el. De pronto, sintio una punzada de culpa. Era casi como si estuviera cambiando de via, alejandose de su madre para perseguir el placer egoista de la compania de Jasmine. Jasmine parecio leerle el pensamiento y supo que estaba debatiendose por algo.
– ?Puedes quedarte otro dia, Harry?
Bosch sonrio, pero nego con la cabeza.
– No puedo. Tengo que irme. Pero volvere lo antes posible.
Bosch pago la cena con una tarjeta de credito que supuso que estaba llegando a su limite y ambos se dirigieron al apartamento. Sabiendo que se les acababa el tiempo de estar juntos, fueron derechos a la cama e hicieron el amor.
A Bosch la sensacion del cuerpo de ella, su sabor y su aroma le parecieron perfectos. No queria que el momento terminara. Habia sentido atracciones inmediatas por mujeres con anterioridad e incluso las habia llevado a cabo. Pero ninguna experiencia habia sido tan seductora y completa. Supuso que era por todo lo que no conocia de ella. Ese era el anzuelo. Jasmine era un misterio.
Fisicamente, no podria sentirse mas cerca de ella de lo que estaba en esos momentos, sin embargo, habia mucho de ella oculto, inexplorado. Hicieron el amor a ritmo lento y se besaron profundamente al final.
Despues, Bosch se tumbo al lado de Jasmine, con el brazo encima del abdomen plano de ella. Una de sus manos trazo circulos en su pelo. Empezo la hora de las confesiones.
– Harry, ?sabes?, no he estado con muchos hombres en mi vida.
Bosch no respondio porque no sabia cual podia ser la respuesta apropiada. Habia superado lo de preocuparse por el historial sexual de una mujer por otras razones que no fueran de salud.
– ?Y tu? -pregunto ella.
Bosch no pudo resistirse.
– Yo tampoco he estado con muchos hombres. De hecho, que yo sepa no he estado con ninguno.
Ella le pellizco en el hombro.
– Ya sabes a que me refiero.
– La respuesta es que no. No he estado con muchas mujeres en mi vida. Al menos, no las suficientes.
– No se. La mayoria de los hombres con los que he estado… Es como si quisieran algo de mi que no les daba. No se lo que era, pero simplemente no lo tenia para darlo. Entonces o me iba demasiado pronto o me quedaba demasiado.
Bosch se incorporo sobre un codo y la miro.
– A veces creo que conozco a los desconocidos mejor que a nadie, mejor que a mi mismo. Aprendo mucho de la gente en mi trabajo. A veces pienso que ni siquiera tengo vida. Solo tengo la vida de los demas… No se de que estoy hablando.
– Creo que si. Te entiendo. Tal vez todo el mundo es asi.
– No lo se. No lo creo.
Se quedaron en silencio. Bosch se inclino y le beso los pechos, sosteniendo un pezon entre los labios durante un buen rato. Ella levanto las manos y le sostuvo la cabeza en su pecho. Bosch podia oler a jazmin.
– Harry, ?alguna vez has tenido que usar tu pistola?
Bosch levanto la cabeza. La pregunta parecia fuera de lugar, pero a traves de la oscuridad Bosch vio los ojos de Jasmine fijos en el, observando y aguardando una respuesta.
– Si.
– Has matado a alguien. -No era una pregunta.
– Si.
Ella no dijo nada mas.
– ?Que ocurre, Jazz?
– Nada, solo me preguntaba como seria eso. Como seguirias adelante.
– Bueno, lo unico que puedo decir es que duele. Incluso cuando no hay alternativa, duele. Simplemente hay que seguir adelante.
Jasmine se quedo en silencio. Bosch esperaba que hubiera obtenido lo que fuera que queria escuchar de el. Estaba confundido. No sabia por que le habia hecho estas preguntas y se planteo si de algun modo lo estaba poniendo a prueba. Volvio a apoyarse en la almohada y espero que le llegara el sueno, pero la confusion no le dejaba pegar ojo. Al cabo de un rato ella se volvio en la cama y le paso un brazo por encima.
– Creo que eres un buen hombre -le susurro al oido.
– ?Lo soy? -respondio el en otro susurro.
– Y vas a volver, ?verdad?
– Si, voy a volver.