citaba a Irving explicando que la conexion entre Pounds y el caso seguia investigandose, pero que al parecer Pounds podria haber dado con la misma pista que habia seguido Bosch.
Irving se habia contenido al hablar con Russell incluso despues de haber amenazado a Bosch. Harry interpreto que el deseo del subdirector era que la ropa sucia del departamento se lavara en casa. La verdad danaria a Bosch, pero tambien al departamento. Si Irving iba a actuar contra el, lo haria en privado, en el seno del departamento.
El Mustang alquilado de Bosch seguia en el aparcamiento de la residencia de La Brea. Habia tenido suerte: las llaves estaban en la cerradura de la puerta, donde las habia puesto un momento antes de ser agredido por Vaughn. Pago al taxista y se metio en el Mustang.
Bosch decidio pasar por Mount Olympus antes de ir al Mark Twain. Enchufo el movil al cargador del coche y se dirigio a Laurel Canyon Boulevard.
En Hercules Drive, freno ante la verja de la nave espacial en tierra de Mittel. La puerta estaba cerrada y todavia habia una cinta policial amarilla colgada de ella. Bosch no vio coches en el sendero de entrada; el lugar permanecia en silencio y en paz. Y enseguida supo que no tardarian en erigir un cartel de «En venta» y que el siguiente genio se mudaria alli y pensaria que era el dueno de todo lo que abarcaba su vista.
Bosch siguio conduciendo. En cualquier caso, la mansion de Mittel no era lo que queria ver.
Al cabo de quince minutos, Bosch tomo el familiar giro a Woodrow Wilson, pero se encontro con un panorama desconocido. Su casa ya no estaba, su desaparicion era tan cegadora en el paisaje como un diente que falta en una sonrisa.
Junto a la acera habia dos enormes contenedores de construccion llenos de maderas rotas, metal destrozado, cristales hechos anicos… Los escombros de su hogar. Asimismo habian puesto un contenedor movil junto al bordillo y Bosch asumio -espero- que contuviera las propiedades salvables antes de que la casa fuera arrasada.
Aparco y camino hasta el sendero de losas que antes conducia a la puerta principal de su casa. Miro hacia abajo, pero lo unico que quedaba alli eran seis pilares que asomaban de la ladera como lapidas. Podia reconstruir la casa a partir de esos pilares si se lo proponia.
Un movimiento en las acacias que habia cerca de los pilares capto su atencion. Vio un relampago de marron y despues la cabeza de un coyote que se movia con lentitud entre los arbustos. El animal no llego a oir a Bosch ni miro hacia arriba. Enseguida se marcho y Harry lo perdio de vista en los arbustos.
Paso otros diez minutos alli, fumando un cigarrillo y esperando, pero no vio nada mas. Pronuncio un adios silencioso a la casa. Tenia la sensacion de que no iba a volver.
Cuando Bosch llego al Mark Twain, la ciudad se estaba despertando. Desde su habitacion oyo un camion de basura que se abria paso por el callejon, llevandose los desperdicios de una semana. Eso le hizo pensar otra vez en su casa, pulcramente metida en dos contenedores.
Por fortuna, lo distrajo el sonido de una sirena. La identifico como la de un coche patrulla y no la de un camion de bomberos. Sabia que oiria muchas sirenas con la comisaria al fondo de la calle. Paseo por sus dos habitaciones y se sintio inquieto y fuera de lugar, como si su vida pasara por delante mientras el estaba alli bloqueado. Preparo cafe en la cafetera que se habia traido de casa, sin embargo, solo le sirvio para ponerse mas nervioso.
Volvio a intentar leer el periodico, pero no habia nada que le interesara salvo el articulo que ya habia leido en la primera pagina. Hojeo de todos modos la fina seccion metropolitana y vio un articulo que contaba que las dependencias oficiales del condado estarian equipadas con cartapacios a prueba de balas que los empleados podrian levantar como escudo en el caso de que un maniaco entrara disparando. Tiro a un lado la seccion metropolitana y volvio a coger la principal.
Bosch releyo el articulo acerca de su investigacion y no pudo evitar una creciente sensacion de que algo fallaba, de que faltaba algo o habia algo incompleto. La narracion de Keisha Russell era buena. Ese no era el problema. El problema estaba en ver la historia en palabras, impresa. No le parecio tan convincente como cuando la habia recontado para ella o para Irving o incluso para si mismo.
Dejo el periodico a un lado, se recosto en la cama y cerro los ojos. Rememoro la secuencia de acontecimientos una vez mas y al hacerlo finalmente se dio cuenta de que el problema que le carcomia no estaba en el periodico, sino en lo que Mittel le habia dicho. Bosch trato de recordar las palabras intercambiadas entre ellos en el cesped pulcramente cuidado de detras de la casa del millonario. ?Que se habia dicho alli? ?Que habia admitido Mittel?
Bosch sabia que en aquel momento Mittel se hallaba en una posicion de aparente invulnerabilidad. Tenia a Bosch capturado, herido y condenado ante el. Su perro de presa, Vaughn, estaba preparado con un arma a la espalda de Bosch. En esa situacion, Bosch creia que no habia ninguna razon para que un hombre con el ego de Mittel se reservara. Y, de hecho, no se habia reservado. Se habia vanagloriado de su plan de controlar a Conklin y a otros. Habia admitido libremente que, aunque de manera indirecta, habia causado las muertes de Conklin y Pounds. Pero a pesar de esas confesiones, no habia hecho lo mismo respecto al asesinato de Marjorie Lowe.
A traves de las imagenes fragmentadas de esa noche, Bosch trato sin lograrlo de recordar las palabras exactas que se habian dicho. Su memoria visual era buena. Tenia a Mittel delante de el, ante el manto de luces. Pero las palabras se le escapaban. Mittel movia los labios, pero Bosch no podia desentranar las palabras. Finalmente, despues de intentarlo durante un rato, lo recordo. Oportunidad. Mittel habia calificado la muerte de su madre de oportunidad. ?Era eso un reconocimiento de culpabilidad? ?Estaba diciendo que la habia matado o que habia ordenado su eliminacion? ?O simplemente estaba admitiendo que su muerte represento para el una oportunidad de la cual sacar partido?
Bosch no lo sabia, y el hecho de no saberlo era como una losa en su pecho. Trato de apartarlo de la cabeza y finalmente empezo a adormilarse. Los sonidos de la ciudad, incluso las sirenas, eran reconfortantes. Estaba en el umbral de la inconsciencia, casi dormido, cuando de repente abrio los ojos.
– Las huellas -dijo en voz alta.
Treinta minutos mas tarde, afeitado, duchado y vestido con ropa limpia, Bosch se dirigia al centro de la ciudad. Llevaba puestas las gafas de sol y se miro en el espejo. Sus ojos maltrechos estaban ocultos. Se chupo los dedos y se aplasto el pelo rizado para cubrir mejor el lugar afeitado y los puntos en su cuero cabelludo.
En el Centro Medico del Condado y de la Universidad del Sur de California recorrio el aparcamiento de la parte posterior en busca de un lugar cercano a la oficina del forense del condado de Los Angeles.
Entro por la puerta del garaje y saludo con la mano al vigilante de seguridad, al que conocia de vista. Este le devolvio el saludo. Se suponia que los investigadores no entraban por la parte de atras, pero Bosch llevaba anos haciendolo y no iba a cambiar hasta que alguien convirtiera eso en un caso federal. El vigilante que cobraba un sueldo minimo era un candidato improbable para denunciarlo.
Subio al salon de los investigadores en la segunda planta, con la esperanza de que hubiera alli no solo alguien a quien conociera, sino tambien alguien con el que Bosch no se hubiera distanciado a lo largo de los anos.
Abrio la puerta e inmediatamente lo recibio el aroma del cafe recien hecho. Sin embargo, la sala en si era una mala noticia porque alli solo estaba Larry Sakai, sentado a la mesa con los periodicos abiertos. Era un investigador del forense que nunca le habia caido bien a Bosch y sabia que el sentimiento era mutuo.
– Harry Bosch -dijo Sakai despues de levantar la mirada del periodico que tenia en las manos-. Hablando del rey de Roma, estaba leyendo un articulo que habla de ti. Dice que estas en el hospital.
– No, estoy bien, Sakai. ?No me ves? ?Estan Hounchell o Lynch?
Hounchell y Lynch eran dos investigadores de los cuales Bosch sabia que le harian un favor sin pensarselo demasiado. Eran buena gente.
– No, estan embolsando y etiquetando. Es una manana atareada. La cosa vuelve a animarse.
Bosch habia oido el rumor de que mientras se retiraban victimas de uno de los edificios de apartamentos que se habian derrumbado tras el terremoto, Sakai habia entrado con su propia camara y habia sacado fotos de personas muertas en sus camas, sobre las cuales se habian derrumbado los techos. Despues vendio las fotos a los diarios sensacionalistas con nombre falso. Ese era el tipo de individuo que era Sakai.
– ?Hay alguien mas?
– No, Bosch, solo yo. ?Que quieres?
– Nada.
Bosch volvio hacia la puerta, pero dudo. Necesitaba hacer las comparaciones de huellas y no queria esperar. Volvio a mirar a Sakai.
– Mira, Sakai, necesito un favor. Si quieres ayudarme te debere una.
Sakai se inclino en su silla. Bosch vio la punta de un palillo que asomaba entre sus labios.