– Senoria -intervino Rider-. Volveremos a usted con esto.

– No -dijo Bosch-. No vamos a volver. Lo necesitamos ahora, senoria. Este tipo ha estado en libertad diecisiete anos. ?Y si hubiera sido su hija? ?Podria haber apartado la vista? Rebecca Verloren era solo una nina.

Los ojos de la jueza Demchak se oscurecieron. Cuando hablo, lo hizo con una combinacion de calma y rabia.

– No estoy apartando la mirada de nada, detective. Resulta que soy la unica persona en esta sala que lo esta examinando a conciencia. Y podria agregar que, si continua insultando y cuestionando al tribunal, le enviare a prision por desacato. Podria tener a un alguacil aqui en cinco segundos. Quizas el tiempo entre rejas le serviria para contemplar las deficiencias de su presentacion.

Bosch presiono, imperterrito.

– La madre de la victima todavia vive en la casa -dijo Bosch-. El dormitorio del que se la llevaron sigue igual que el dia del asesinato. La misma colcha, las mismas almohadas, todo igual. La habitacion, y la madre, estan congeladas en el tiempo.

– Pero esos hechos no guardan relacion con esto.

– Su padre se convirtio en un borracho. Perdio su negocio, despues a su mujer y su casa. Lo he visitado esta manana en la calle Cinco. Es donde vive ahora. Se que eso tampoco guarda relacion, pero pensaba que quiza le gustaria saberlo. Se que no tenemos suficientes hechos, pero tenemos muchas ondas expansivas, senoria.

La jueza le sostuvo la mirada, y Bosch sabia que o bien terminaria en prision o saldria con una orden firmada. No habia punto medio. Al cabo de un momento, vio el brillo de dolor en los ojos de la mujer. Cualquiera que pasa tiempo en las trincheras del sistema de justicia penal (en cualquier lado) termina con esa mirada al cabo de un tiempo.

– Muy bien, detective -dijo la jueza finalmente.

Bajo la mirada y garabateo una firma en la parte inferior de la ultima pagina, luego empezo a cumplimentar los espacios que dictaban la duracion de la escucha.

– Pero todavia no estoy convencida -dijo Demchak con severidad-. Asi que le voy a dar setenta y dos horas.

– Senoria… -dijo Bosch.

Rider puso otra vez la mano en el brazo de Bosch, tratando de evitar que convirtiera un si en un no. Hablo ella.

– Senoria, setenta y dos horas es un periodo muy breve para esto. Estabamos esperando contar al menos con una semana.

– Dijo que el articulo de periodico se publica manana -respondio la jueza.

– Si, senoria, se supone, pero…

– Entonces sabran algo enseguida. Si sienten que necesitan extenderlo, vengan a verme el viernes y traten de convencerme. Setenta y dos horas, y quiero informes diarios todas las mananas. Si no veo los informes voy a detenerles por desacato. No voy a permitirles ir de pesca. Si lo que hay en los resumenes no es ajustado les cerrare el grifo. ?Esta todo eso claro?

– Si, senoria -respondieron Bosch y Rider al unisono.

– Bien. Ahora tengo una reunion de seguimiento en mi sala. Es hora de que se vayan y de que yo vuelva al trabajo.

Rider recogio los documentos y ambos le dieron las gracias. Al dirigirse a la puerta, la jueza Demchak hablo a sus espaldas.

– ?Detective Bosch?

Bosch se volvio y la miro.

– ?Si, senoria?

– Ha visto la foto, ?verdad? -dijo ella-. De mi hija. Ha supuesto que solo tenia una hija.

Bosch la miro un momento y asintio con la cabeza.

– Yo tambien tengo solo una hija -dijo el-. Se como es. Ella le sostuvo la mirada un momento antes de hablar.

– Ahora pueden irse -concluyo.

Bosch asintio y siguio a Rider por la puerta.

24

No hablaron al salir del juzgado. Era como si quisieran alejarse de alli sin que les cayera el mal de ojo, como si pronunciar una sola palabra acerca de lo ocurrido pudiera causar eco a traves del edificio y hacer que la jueza cambiara de opinion y volviera a llamarlos. Una vez que tenian la firma de la jueza en los formularios de autorizacion, su unica preocupacion era salir de alli.

Ya en la acera, delante del monolitico edificio de justicia, Bosch miro a Rider y sonrio.

– Nos ha ido de un pelo -dijo.

Ella sonrio y asintio en senal de aprobacion.

– Onda expansiva, ?eh? Has llegado hasta la linea con ella. Pensaba que iba a tener que presentar una fianza para ti.

Empezaron a caminar hacia el Parker Center. Bosch saco su telefono y volvio a encenderlo.

– Si, ha ido de poco -dijo el-. Pero lo tenemos. ?Sera mejor que llames a Abel para que se reuna con los otros?

– Si, se lo dire. Solo iba a esperar hasta llegar alli.

Bosch comprobo su telefono y vio que se habia perdido una llamada y que tenia un mensaje: No reconocio el numero, pero tenia un codigo de area 818: el valle de San Fernando. Escucho el mensaje y oyo una voz que no queria oir.

«Detective Bosch, soy McKenzie Ward, del News. Necesito hablar con usted de Roland Mackey lo antes posible. Necesito noticias suyas o tendre que contener el articulo. Llameme».

– Mierda -dijo Bosch mientras borraba el mensaje.

– ?Que? -pregunto Rider.

– Es la periodista. Le dije a Muriel Verloren que no le mencionara a Mackey.

Pero parece ser que se le ha escapado. O eso o la periodista esta hablando con alguien mas.

– Mierda.

– Es lo que he dicho.

Caminaron un poco mas sin hablar. Bosch estaba pensando en una forma de tratar con la periodista. Tenian que evitar que el nombre de Mackey apareciera en el articulo, de lo contrario podria echar a correr sin preocuparse de llamar a nadie mas.

– ?Que vas a hacer? -pregunto finalmente Rider.

– No lo se, tratar de convencerla. Le mentire si hace falta. No puede mencionarlo en el articulo.

– Pero ha de publicarlo, Harry. Solo tenemos setenta y dos horas.

– Lo se. Dejame pensar.

Abrio el telefono y llamo a Muriel Verloren. Ella contesto y Bosch le pregunto como habia ido la entrevista. La madre de la victima dijo que habia ido bien y agrego que estaba contenta de que hubiera acabado.

– ?Tomaron fotos?

– Si, querian fotos del dormitorio. No me senti bien, abriendome asi a ellos. Pero lo hice.

– Entiendo. Gracias por hacerlo. Solo recuerde que el articulo va a ayudarnos. Nos estamos acercando, Muriel, y el articulo del periodico acelerara las cosas. Le agradecemos que lo haya hecho.

– Si ayuda, me alegro de haber lo hecho.

– Bien. Dejeme que le pregunte otra cosa. ?Ha mencionado el nombre de Roland Mackey a la periodista?

– No, me dijo que no lo hiciera. Asi que no lo hice.

– ?Esta segura?

– Estoy mas que segura. Ella me pregunto que me habian explicado, pero yo no le dije nada de el. ?Por que?

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