– Por nada. Solo queria asegurarme, es todo. Gracias, Muriel. La llamare en cuanto tenga noticias.

Cerro el telefono. No pensaba que Muriel Verloren le hubiera mentido. La periodista tenia que disponer de otra fuente.

– ?Que? -pregunto Rider.

– Ella no se lo ha dicho.

– Entonces ?quien?

– Buena pregunta.

El telefono empezo a vibrar y sonar mientras todavia lo sostenia en la mano. Miro la pantalla y reconocio el numero.

– Es ella…, la periodista. He de contestar.

Contesto la llamada.

– Detective Bosch, soy McKenzie Ward. Estoy en el limite y hemos de hablar.

– Bien. Acabo de escuchar su mensaje. Tenia el telefono apagado porque estaba en el juzgado.

– ?Por que no me hablo de Roland Mackey?

– ?De que esta hablando?

– Roland Mackey. Me dijeron que ya tenian un sospechoso llamado Roland Mackey.

– ?Quien le dijo eso?

– Eso no importa. Lo que importa es que me oculto una pieza clave de informacion. ?Roland Mackey es su sospechoso principal? Dejeme adivinarlo. Esta jugando a dos bandas y dandoselo al Times.

Bosch tenia que pensar con rapidez. La periodista sonaba presionada y nerviosa. Una periodista enfadada podia ser un problema. Tenia que capear el temporal y al mismo tiempo sacar a Mackey de escena. La unica cosa que tenia a su favor era que ella no habia mencionado la conexion de la pistola y el ADN de Mackey, lo cual llevo a pensar a Bosch que la fuente de informacion de Ward estaba fuera del departamento. Era alguien con informacion limitada.

– En primer lugar, no estoy hablando de esto con el Times. Mientras se publique manana, usted es la unica con este articulo. En segundo lugar, si importa de donde ha sacado el nombre porque la informacion es erronea. Estoy tratando de ayudarla, McKenzie. Estaria cometiendo un gran error si pone ese nombre en el articulo. Incluso podrian demandarla.

– ?Entonces quien es?

– ?Quien es su fuente?

– Sabe que no puedo decirle eso.

– ?Por que no?

Bosch estaba tratando de ganar tiempo para pensar. Mientras la periodista daba una respuesta cacareada acerca de las leyes de proteccion de las fuentes, Bosch estaba repasando los nombres de las personas de fuera del departamento con los que Rider y el habian hablado de Mackey. Entre ellos estaban las tres amigas de Rebecca Verloren: Tara Wood, Bailey Sable y Grace Tanaka. Tambien estaban Robert Verloren, Danny Kotchof, Thelma Kibble, la agente de la condicional, y Gordon Stoddard, el director de la escuela, asi como la senora Atkins, la secretaria que habia buscado el nombre de Mackey en las listas de la escuela.

Tambien estaba la jueza Demchak, pero Bosch la descarto como una posibilidad remota. El mensaje de Ward habia sido dejado en su linea mientras el y Rider estaban dentro con la jueza. La idea de que la jueza pudiera haber levantado el telefono y llamado a la periodista mientras ella habia estado sola en el despacho estudiando la solicitud de la orden de busqueda, parecia descabellada. Entonces ni siquiera sabia nada del futuro articulo y menos el nombre de la periodista asignada a el.

Bosch suponia que, debido al poco tiempo que tenia, la periodista se habia limitado a hacer unas pocas llamadas telefonicas al volver a la redaccion para terminar de pulir el articulo. Alguien al que habia llamado le habia dado el nombre de Roland Mackey. Bosch dudaba que ella hubiera conseguido localizar a Robert Verloren en las pocas horas transcurridas desde la entrevista. Tambien tacho a Grace Tanaka y Danny Kotchof porque no vivian en la ciudad. Sin el nombre de Mackey, no habia contacto con Kibble. Eso dejaba a Tara Wood y la escuela, ya fuera Stoddard, Sable o la secretaria. La opcion mas verosimil era la escuela, porque era el nexo mas facil que podia establecer la periodista. Se sintio mejor y penso que podria contener la amenaza.

– Detective, ?sigue ahi?

– Si, lo siento, estoy tratando de lidiar un poco con el trafico.

– Entonces, ?cual es su respuesta? ?Quien es Roland Mackey?

– No es nadie. Es un cabo suelto. O de hecho lo era. Ya lo hemos atado.

– Expliquese.

– Mire, heredamos este caso, ?entiende? Bueno, a lo largo de los anos el expediente del caso se archivo, se rearchivo y se movio un poco. Se mezclaron cosas. Asi que parte de lo que tuvimos que hacer fue una limpieza basica. Pusimos las cosas en orden. Encontramos una foto de este Roland Mackey en el expediente y no estabamos seguros de quien era, ni de cual era su conexion con el caso. Cuando estuvimos haciendo entrevistas, conociendo a los protagonistas del caso, mostramos su foto a algunas personas para ver si sabian quien era y donde encajaba. En ningun momento, McKenzie, le dijimos a nadie que era un sospechoso principal. Esa es la verdad. Asi que o bien esta exagerando, o quien sea que haya hablado con usted estaba exagerando.

Hubo un silencio y Bosch supuso que ella estaba repasando mentalmente la entrevista en la que le habian facilitado el nombre de Mackey.

– Entonces ?quien es? -pregunto ella por fin.

– Solo un tipo con antecedentes juveniles que entonces vivia en Chatsworth. Frecuentaba el drive- in de Winnetka, y aparentemente tambien lo frecuentaban Rebecca y sus amigas. Pero resulto que en 1988 fue descartado de toda implicacion. No lo descubrimos hasta que ensenamos su foto a unas cuantas personas.

Era una mezcla de verdad y sombras de verdad. De nuevo la periodista se quedo en silencio mientras sopesaba su respuesta.

– ?Quien le hablo de el, Gordon Stoddard o Bailey Sable? -pregunto Bosch-. Llevamos la foto a la escuela para ver, si encajaba en Hillside, y resulto que ni siquiera fue a la escuela alli. Despues de eso lo dejamos.

– ?Esta seguro de eso?

– Mire, haga lo que quiera, pero si pone el nombre de ese tipo en el periodico solo porque preguntamos por el, podria recibir llamadas suyas y de su abogado. Preguntamos por mucha gente, McKenzie, es nuestro trabajo.

Se produjo otro silencio. Bosch penso que el silencio significaba que habia desactivado la bomba con exito.

– Fuimos a la escuela a mirar el anuario y hacer copias de fotos -dijo finalmente Ward-. Descubrimos que usted se llevo el unico anuario del ochenta y ocho que habia en la biblioteca.

Era su forma de confirmar que Bosch tenia razon, pero sin delatar su fuente.

– Lo siento -dijo Bosch-. Tengo el anuario en mi escritorio. No se de cuanto tiempo dispone, pero puede enviar a alguien a recogerlo si quiere.

– No, no hay tiempo. Sacamos una foto de la placa que hay en la pared de la escuela. Eso servira. Ademas, encontre una foto de la victima en nuestros archivos. Usaremos esa.

– Vi la placa. Es bonita.

– Estan muy orgullosos de ella.

– ?Estamos de acuerdo pues, McKenzie?

– Si, estamos de acuerdo. Disculpe, me puse un poco furiosa cuando pense que me estaba ocultando algo importante.

– No tenemos nada importante de lo que informar. Todavia.

– Muy bien, entonces sera mejor que me ponga a terminar el articulo.

– Todavia sale manana en la ventana.

– Si lo termino. Llameme manana y digame que le parece.

– Lo hare.

Bosch cerro el telefono y miro a Rider.

– Creo que estamos a salvo -dijo.

– Vaya, Harry, tienes el dia hoy. El maestro de la conviccion. Creo que podrias convencer a una cebra de que no

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