– Eso ya lo he hecho.

Giro el portatil en el escritorio para que Bosch pudiera ver la pantalla. Reconocio el formulario del NCIC en la pantalla. Se estiro y empezo a bajar por la pantalla, examinando la informacion.

Rider habia investigado a Roland Mackey a traves del NCIC (el centro de informacion de delitos a escala nacional) y habia obtenido su historial delictivo. Su condena por conducta lasciva dos anos antes era solo la ultima de una cadena de detenciones que se remontaba a cuando tenia dieciocho anos, el mismo ano en que fue asesinada Rebecca Verloren. Cualquier delito anterior no constaria, porque las leyes de proteccion de menores ocultaban esa parte del registro. La mayoria de los delitos estaban relacionados con la propiedad y las drogas, empezando con un robo de coches y un robo con allanamiento a los dieciocho anos y siguiendo con dos detenciones por posesion de drogas, dos arrestos por conducir ebrio, otra acusacion de robo y otra por recibir mercancia robada. Tambien habia un arresto anterior por solicitar los servicios de una prostituta. En general, era el curriculum de un delincuente y adicto de baja estofa. Al parecer, Mackey nunca habia ingresado en una prision estatal por ninguno de esos delitos. Con frecuencia le habian dado segundas oportunidades y, a traves de acuerdos por declararse culpable, fue condenado a libertad condicional o a breves estancias en la prision del condado. Parecia que su maximo periodo entre rejas era de seis meses, despues de que se declarara culpable de recibir mercancia robada cuando tenia veintiocho anos. Cumplio condena en la prision del condado de Wayside Honor Rancho.

Bosch se recosto despues de revisar la informacion del ordenador. Se sentia inquieto por lo que acababa de leer. Mackey tenia la clase de historial que podia verse como una pasarela al asesinato, pero en este caso el asesinato se habia producido antes -cuando Mackey solo tenia dieciocho anos- y los delitos menores habian llegado despues. No parecia encajar.

– ?Que? -pregunto Rider, apercibiendose de su estado de animo.

– No se. Supongo que pensaba que habria mas. Esta al reves. ?Este tipo ha ido del asesinato a los pequenos delitos? No me parece que cuadre.

– Bueno, eso es todo por lo que se le ha condenado. No significa que no haya hecho nada mas.

Bosch asintio con la cabeza. -?Menores? -pregunto.

– Quiza. Seguramente. Pero ahora nunca conseguiremos esos registros. Probablemente hace tiempo que no existen.

Era cierto. El Estado se fue de madre para proteger la intimidad de los delincuentes juveniles, y sus delitos raramente constaban en el sistema judicial de adultos. No obstante, Bosch penso que tenia que haber delitos de juventud que encajaran mejor con el presunto asesinato a sangre fria de una chica de dieciseis anos que habia sido antes incapacitada con una pistola aturdidora y secuestrada de su casa. Empezo a sentirse inquieto con el resultado ciego con el que estaban trabajando. Estaba empezando a sentir que Mackey no era el objetivo, sino un medio hacia el objetivo.

– ?Has buscado una direccion suya en Trafico? -pregunto.

– Harry, eso es de la vieja escuela. Solo has de actualizar la licencia cada cuatro anos. Si quieres encontrar a alguien vas a Auto Track.

Rider abrio la carpeta y saco una hoja suelta que le tendio a Bosch. Era una hoja salida de la impresora en la que ponia «AutoTrack» en la parte superior. Rider explico que se trataba de una empresa privada con la cual trabajaba la policia. Proporcionaba busquedas de ordenador de todos los registros publicos -incluido Trafico-, servicios publicos y bases de datos de servicio de cable, asi como bases de datos privadas como servicios de informes de tarjetas de credito, para determinar las direcciones pasadas y presentes de un individuo. Bosch vio que la hoja contenia un listado de diversas direcciones de Roland Mackey que se remontaba al momento en que tenia dieciocho anos. Su direccion actual en todas las bases de datos, incluida la licencia de conducir y el registro del coche, era la direccion en Panorama City. Sin embargo, Rider habia marcado en la pagina la direccion de Mackey cuando tenia entre dieciocho y veinte anos: los anos de 1988 a 1990. Era un apartamento en Topango Canyon Boulevard; en Chatsworth. Eso significaba que, en el momento del asesinato, Mackey vivia muy cerca de la casa de Rebecca Verloren. El dato hizo que Bosch se sintiera un poco mejor. La proximidad era una pieza clave del rompecabezas. Dejando al margen los recelos de Bosch acerca del historial delictivo de Mackey, saber que en 1988 estaba en las proximidades de Rebecca Verloren y que podria haberla conocido era una gran marca en la columna positiva.

– ?Te hace sentir un poco mejor, Harry?

– Un poquito.

– Bien, entonces me voy.

– Aqui estare.

Despues de que Rider se hubo ido, Bosch salto atras en su revision del expediente del caso. El tercer resumen del investigador estaba centrado en como el intruso habia accedido a la casa. Las cerraduras de puertas y ventanas no mostraban signos de haber sido forzadas, y todas las llaves conocidas de la casa pertenecian a miembros de la familia y a una asistenta que fue excluida de toda sospecha. La hipotesis de los detectives era que el asesino entro por el garaje, que se habia quedado abierto, y que desde alli accedio a la casa a traves de una puerta interior, que normalmente no estaba cerrada hasta que Robert Verloren llegaba de trabajar por la noche.

Segun Robert Verloren, el garaje estaba abierto cuando el llego del restaurante alrededor de las diez y media de la noche del 5 de julio. La puerta que conectaba el garaje con la casa no estaba cerrada. Robert Verloren entro en la vivienda y cerro el garaje y la puerta interior. La hipotesis de los investigadores era que para entonces el asesino ya estaba en la casa.

Los Verloren explicaron que el garaje quedo abierto porque su hija se habia sacado recientemente el carne de conducir y en ocasiones se le permitia utilizar el coche de su madre. Sin embargo, todavia no habia adquirido el habito de acordarse de cerrar la puerta del garaje despues de salir o llegar a casa, y en mas de una ocasion sus padres se lo habian recriminado. A ultima hora de la tarde del dia de su secuestro, Rebecca fue enviada por su madre a hacer un recado para recoger la ropa de la lavanderia. Utilizo el coche de esta. Los investigadores confirmaron que habia recogido la ropa a las 15.15 y habia vuelto a casa. Los detectives creian que la joven de nuevo olvido cerrar el garaje o echar la llave de la puerta interior despues de volver. Su madre explico que no verifico la puerta del garaje esa noche, suponiendo, erroneamente, que estaba cerrada.

Dos residentes del barrio que fueron interrogados tras el asesinato afirmaron que esa tarde habian visto la puerta del garaje abierta, lo cual ofrecia un facil acceso a la casa hasta que Robert Verloren regreso.

Bosch penso en cuantas veces a lo largo de los anos habia visto que el error aparentemente inocente de alguien se convertia en una de las claves de su perdicion. Una tarea rutinaria de ir a la lavanderia podia haber brindado al asesino la oportunidad de entrar en la casa. Becky Verloren, sin saberlo, podia haber fraguado su propia muerte.

Bosch aparto la silla y se levanto. Habia terminado con la revision de la primera mitad del expediente del caso y decidio ir a buscar otra taza de cafe antes, de empezar con la otra mitad. Pregunto en la oficina si alguien queria algo de la cafeteria, y Jean Nord le pidio un cafe. Bajo por la escalera a la cafeteria y lleno dos tazas. Pago y fue al mostrador a buscar azucar y leche para el cafe de Nord. Mientras estaba vertiendo leche en una de las tazas sintio una presencia a su lado en el mostrador. Hizo sitio en la barra, pero nadie se acerco. Bosch se volvio y se encontro mirando el rostro sonriente del subdirector Irvin S. Irving.

La relacion entre Bosch y el subdirector Irving nunca habia sido muy amistosa. El jefe habia sido en diversas ocasiones su adversario y en otras su salvador involuntario en el departamento. Rider le habia contado a Bosch que Irving estaba enemistado con la cupula. El nuevo jefe lo habia apartado del poder sin contemplaciones y le habia dado un puesto virtualmente insignificante fuera del Parker Center.

– Me parecio que era usted, detective Bosch. Iba a invitarle a una taza de cafe, pero veo que ya tiene mas que suficiente. ?Quiere sentarse un momento?

Bosch levanto las dos tazas de cafe.

– Estoy un poco liado, jefe. Y alguien esta esperando su cafe.

– Un minuto, detective -dijo Irving, con un tono severo en la voz-. Su cafe seguira caliente cuando se vaya a donde tenga que ir. Se lo prometo.

Sin esperar respuesta, Irving se volvio y se dirigio a una mesa. Bosch lo siguio.

El sub director todavia lucia el craneo afeitado y brillante. La mandibula musculosa seguia siendo su rasgo mas prominente. Se sento y se puso mas tieso que un palo. No parecia comodo. No hablo hasta que Bosch se sento.

– Lo unico que queria hacer era darle de nuevo la bienvenida al departamento -dijo, recuperando el tono

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