amable.

Sonrio como un tiburon. Bosch vacilo antes de responder como un hombre que pisa un rio helado.

– Me alegro de estar de vuelta, jefe.

– La unidad de Casos Abiertos. Creo que es el lugar apropiado para alguien con su talento.

Bosch dio un sorbo al cafe hirviendo. No sabia si Irving le habia hecho un cumplido o lo habia insultado. Queria irse.

– Bueno, ya veremos -dijo-. Eso espero. Creo que es mejor que me…

Irving levanto ambas manos, como para mostrar que no estaba ocultando nada. -Eso es todo -dijo-. Puede irse. Solo queria darle la bienvenida y las gracias.

Bosch vacilo, pero mordio el anzuelo. ?Darme las gracias por que, jefe? -Por resucitarme en este departamento.

Bosch nego con la cabeza y sonrio como si no entendiera.

– No lo pillo, jefe -dijo-. ?Como se supone que he de hacerlo? O sea, esta al otro lado de la calle, en el anexo del City Hall, ?no? ?Que es? La Oficina de Planificacion Estrategica o algo asi, si no me equivoco. Por lo que he oido, tiene que dejar su pistola en casa.

Irving cruzo los brazos sobre la mesa y se inclino hacia Bosch. Toda pretension de humor, falso o no, se habia evaporado. Hablo con intensidad, pero en voz baja.

– Si, es alli donde estoy, pero le garantizo que no sera por mucho tiempo. No si la gente como usted es bien recibida de nuevo en el departamento. -Se recosto y rapidamente adopto una postura natural para lo que iba a soltarse como si tal cosa-. ?Sabe lo que es usted, Bosch? Es un recauchutado. A este nuevo jefe le gusta poner neumaticos recauchutados en el coche. Pero ?sabe lo que pasa con un neumatico recauchutado? Se rompe por las costuras. No soporta la friccion y el calor. Se deshace. ?Y que pasa? Un reventon. Y el coche se sale de la carretera. -Asintio en silencio al dejar a Bosch pensando en ello-. Ve, Bosch, usted es mi billete. La cagara, y disculpe mi lenguaje. Esta en su historia. Esta en su naturaleza. Esta garantizado. Y cuando la cague, nuestro ilustre nuevo jefe la habra cagado por ser el que puso en nuestro coche un neumatico recauchutado barato. -Sonrio.

Bosch penso que lo unico que le faltaba para completar la imagen era un pendiente de oro. Don Limpio otra vez.

– Y cuando el caiga -continuo Irving-, mis acciones volveran a subir. Soy un hombre muy paciente. He esperado mas de cuarenta anos en este departamento. Puedo esperar mas.

Bosch presentia algo mas, pero eso era todo. Irving se levanto. Se volvio con rapidez y salio de la cafeteria. Bosch sentia que la rabia le subia a la garganta. Bajo la mirada a las dos tazas de cafe que tenia en las manos y se sintio como un idiota por haberse sentado alli como un nino de los recados indefenso mientras Irving lo noqueaba verbalmente. Se levanto y tiro las dos tazas en una papelera. Decidio que cuando volviera a la sala 503 le diria a Jean Nord que fuera ella misma a buscarse su maldito cafe.

6

Con la desazon del enfrentamiento con Irving todavia flotando en su estado de animo, Bosch coloco sobre la mesa la segunda parte del expediente del caso y se sento. Penso que la mejor manera de olvidarse de la amenaza de Irving era sumergirse otra vez en la investigacion. Lo que quedaba en la carpeta era un grueso fajo de informes secundarios y actualizaciones, las cosas que los investigadores siempre ponen al final del expediente, los informes que Bosch llamaba «ganzuas», porque con frecuencia parecian dispares, pero no obstante podian ser la llave del caso si se estudiaban desde el angulo adecuado y se organizaban segun el modelo correcto.

En primer lugar, habia un informe de laboratorio que afirmaba que a partir de las pruebas resultaba imposible determinar con exactitud cuanto tiempo llevaban en el arma la sangre y el tejido. El informe decia que aunque la mayor parte de la muestra se preservaba para comparaciones, un examen de las celulas sanguineas seleccionadas indicaba que la descomposicion no era extensiva. El criminalista que redacto el informe no podia afirmar que la sangre se habia depositado en la pistola en el momento del crimen, nadie podia. No obstante, estaba dispuesto a testificar que la sangre se habia depositado en la pistola «poco antes o en el momento del crimen».

Bosch sabia que era un informe clave en relacion con montar una acusacion contra Roland Mackey. Tambien podia darle a Mackey la oportunidad de construir una defensa en torno a la argumentacion de que habia estado en posesion de la pistola antes del asesinato, pero no en el momento del asesinato. Era una osadia admitir estar en posesion del arma del crimen, pero las pruebas de ADN dictaban que ese seria el movimiento que probablemente haria. Ante la incapacidad de la ciencia para senalar con exactitud cuando se habia producido el deposito de sangre y tejido en la pistola, Bosch vio una grieta en la estrategia del fiscal. La defensa podria claramente colarse a traves de ella. De nuevo sintio la certeza de que el resultado ciego del ADN se le escapaba. La ciencia daba y quitaba al mismo tiempo. Necesitaban mas.

El siguiente documento era un informe de la unidad de armas de fuego, a la que se le habia asignado encontrar al propietario del arma homicida. El numero de serie del Colt habia sido borrado, pero resurgio en el laboratorio mediante la aplicacion de un acido que realzaba las compresiones en el metal donde el numero habia sido estampado en el proceso de fabricacion. El numero condujo a una pistola adquirida al fabricante en 1987 en una armeria de Northridge. Ese mismo ano fue vendida a un hombre que vivia en la Winnetka Avenue, en Chatsworth. El propietario habia denunciado el robo del Colt cuando entraron en su domicilio el 2 de junio de 1988, justo un mes antes de que fuera usado en el asesinato de Rebecca Verloren.

En cierto modo, el informe resultaba util, porque, a no ser que Mackey tuviera una relacion con el propietario original del arma, el robo recortaba el periodo en el que el sospechoso habia estado en posesion de la pistola, y por tanto hacia mas probable que conservara el arma la noche que Becky Verloren fue sacada de su casa y asesinada.

El informe original del robo estaba incluido en la carpeta. El nombre de la victima era Sam Weiss. Vivia solo y trabajaba de tecnico de sonido en los estudios de la Warner, en Burbank. Bosch miro por encima el informe y solo encontro otra nota de interes. En la seccion de comentarios del agente investigador se afirmaba que la victima del robo habia adquirido recientemente la pistola como medio de proteccion despues de haber sido acosado por llamadas telefonicas anonimas que lo amenazaban por el hecho de ser judio. La victima aseguraba que no sabia como su numero, que no constaba en la guia, habia ido a parar a manos de su acosador y que desconocia que habia suscitado las amenazas.

Bosch leyo con rapidez el siguiente informe de la unidad de armas de fuego, que identificaba la pistola aturdidora utilizada en el secuestro. El documento aseguraba que la distancia de seis centimetros entre los puntos de contacto -la que separaba las marcas de quemaduras en la piel de la victima- correspondia inequivocamente al modelo Professional 100, fabricado por una empresa de Downey llamada SafetyCharge. El modelo se comercializaba por correo y no requeria permiso alguno.

Habia mas de doce mil Professional 100 distribuidas en el momento del asesinato. Bosch sabia que sin recuperar el aparato no habia forma de conectar las marcas en el cadaver de Becky Verloren con el propietario del mismo. Era un cabo suelto.

Continuo pasando una serie de fotografias de 20 x 25 tomadas en la casa de los Verloren despues de que el cadaver fuera hallado en la colina de la parte posterior de la vivienda. Bosch entendio que eran fotos para cubrirse las espaldas. El caso habia sido tratado -erroneamente- como una fuga. El departamento no se puso a fondo con el hasta que se encontro el cadaver y la autopsia concluyo que se trataba de un homicidio. Cinco dias despues de que la chica fuera declarada desaparecida, la policia volvio y convirtio la casa en una escena del crimen. La cuestion era que se habia perdido en esos cinco dias.

Habia fotos de los lados interiores y exteriores de las tres puertas de la casa -delantera, trasera y garaje-, asi como varios primeros planos de las cerraduras de las ventanas. Bosch examino asimismo una serie de fotos tomadas en el dormitorio de Becky Verloren. La primera cosa en la que se fijo era en que la cama estaba hecha. Se pregunto si el secuestrador la habria hecho para vender mejor la idea del suicidio o bien la madre de Becky se habia ocupado de ello en algun momento de los dias en que espero con ansiedad que su hija regresara a casa.

La cama era de cuatro postes, con una colcha blanca y rosa con gatos y volantes rosas a juego. La colcha le recordo la que tapaba el lecho de su propia hija. Parecia mas adecuada a los gustos de una nina que a los de una joven de dieciseis anos, y no pudo evitar preguntarse si Becky Verloren la habia conservado por motivos nostalgicos

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