– Si.

Rider lo comprendio. En la foto se apreciaba que la habitacion de Rebecca no habia cambiado desde la noche en que se la llevaron. Haberla visto podria haber desencadenado algo en Stoddard. Un deseo de recuperar algo largo tiempo perdido. La foto era como un oasis, un recordatorio de un lugar perfecto en el que nada se habia torcido.

Rider piso el acelerador y el coche salto hacia delante. Bosch abrio su movil, llamo a la central y pidio otra unidad de refuerzo para que se reuniera con ellos en casa de los Verloren. Tambien actualizo el boletin sobre Stoddard, describiendolo ahora como un hombre armado y peligroso y posiblemente como 5150, es decir, mentalmente inestable. Cerro el telefono siendo consciente de que el y Rider estaban cerca de la casa de los Verloren y serian los primeros en llegar. Su siguiente llamada fue a Muriel Verloren, pero no hubo respuesta. Colgo en cuanto salto el contestador.

– No contesta.

Doblaron la esquina de Red Mesa Way al cabo de cinco minutos y los ojos de Bosch inmediatamente se centraron en el coche plateado estacionado en un angulo extrano junto al bordillo, delante de la casa de los Verloren. Era el Lexus que le habia arrollado en el aparcamiento de la escuela. Rider se detuvo junto al coche y una vez mas salieron con rapidez, con las armas preparadas.

La puerta de entrada de la casa estaba entornada. Comunicandose mediante senas, tomaron posiciones a ambos lados del umbral. Bosch empujo la puerta para abrirla y entro el primero. Rider lo siguio y accedieron a la sala de estar.

Muriel Verloren estaba en el suelo. Habia una caja de carton y otros elementos embalados a su lado. La habian amordazado con un precinto marron que daba varias vueltas alrededor de la cabeza y la cara, y que tambien habia sido usado para inmovilizarle manos y tobillos. Rider la incorporo apoyandola en el sofa y se llevo un dedo a los labios.

– Muriel, ?esta en la casa? -susurro.

Muriel asintio, con los ojos abiertos y desorbitados.

– ?En la habitacion de Rebecca?

Muriel volvio a asentir.

– ?Ha oido un disparo?

Muriel nego con la cabeza y emitio un sonido ahogado que habria sido un grito de no ser por la cinta que le tapaba la boca.

– Ha de estar callada -susurro Rider-. Si le quito la cinta, ha de estar muy callada.

Muriel asintio con intensidad y Rider empezo a quitarle la cinta. Bosch se agacho a su lado.

– Voy a subir a la habitacion.

– Espera, Harry -ordeno Rider, con la voz mas alta que un susurro-. Subimos juntos. Ocupate de los tobillos.

Bosch empezo a desenrollar la cinta que ataba los pies de Muriel. Rider finalmente solto la de la boca de Muriel y se la bajo a la barbilla. Le siseo con dulzura al hacerlo.

– Es el profesor de Becky -susurro Muriel, con voz intensa pero no alta-. Tiene una pistola.

Rider empezo a soltarle la ligadura de las munecas.

– Vale -dijo-. Nosotros nos ocuparemos.

– ?Que esta haciendo? -pregunto Muriel-. ?Fue el?

– Si, fue el.

Muriel Verloren dejo escapar un suspiro largo, alto y angustiado. Ahora tenia las manos y los pies sueltos y la ayudaron a levantarse.

– Vamos a subir a la habitacion -le dijo Rider-. Tiene que salir de la casa.

Empezaron a empujarla hacia el pasillo de entrada.

– No puedo irme. Esta en su habitacion. No puedo…

– Ha de irse de aqui, Muriel -le susurro Bosch con severidad-. No es seguro estar aqui. Vaya a casa de un vecino.

– No conozco a mis vecinos.

– Muriel, ha de salir -dijo Rider-. Baje por la calle. Hay mas policias en camino. Parelos y digales que ya estamos aqui dentro.

La empujaron hacia la calle abierta y cerraron la puerta.

– ?No le dejen que destroce la habitacion! -oyeron que rogaba desde el otro lado-. ?Es lo unico que me queda!

Bosch y Rider se abrieron camino de nuevo por el pasillo y subieron la escalera con el maximo sigilo posible. Tomaron posiciones a ambos lados de la puerta del dormitorio de Rebecca.

Bosch miro a Rider. Ambos sabian que contaban con poco tiempo. Cuando llegaran las unidades de refuerzo, la situacion cambiaria. Era una situacion clasica de «suicidado por la policia». Era la unica oportunidad quelendrian para coger a Stoddard antes de que el mismo o un poli del SWAT le metiera una bala en el cerebro.

Rider senalo el pomo de la puerta y Bosch se estiro para tratar de abrirla silenciosamente. Nego con la cabeza. La habitacion estaba cerrada con llave.

Concibieron un plan mediante senas y asintieron con la cabeza cuando estuvieron preparados. Bosch retrocedio en el pasillo y se preparo para clavar el tacon en la puerta, junto al pomo. Sabia que tenia que hacerlo de un solo golpe, de lo contrario perderian la ventaja del factor sorpresa.

– ?Quien esta ahi?

Era Stoddard, cuya voz se oia desde el otro lado de la puerta. Bosch miro a Rider. Fin del factor sorpresa. La senalo y le indico que hiciese silencio. Hablaria el.

– Senor Stoddard, soy el detective Harry Bosch. ?Como esta?

– No muy bien.

– Si, las cosas se le han ido de las manos, ?no?

Stoddard no respondio.

– ?Sabe que le digo? -dijo Bosch-. Deberia pensar seriamente en dejar la pistola y salir. Tiene suerte de que este yo aqui. Acabo de venir a preguntar por la senora Verloren. Pero mi companera y un equipo del SWAT no tardaran en llegar. No le conviene tenerselas con el SWAT. Es el momento de salir.

– Solo quiero que sepa que la queria, nada mas.

Bosch vacilo antes de hablar. Miro a Rider y luego de nuevo a la puerta. Podia manejarse de dos maneras con Stoddard. Podia intentar conseguir una confesion en ese mismo momento o podia intentar convencerlo para que saliera de la casa y salvarle la vida. Ambas cosas eran posibles, aunque quiza no probables.

– ?Que ocurrio? -pregunto.

Hubo un largo silencio antes de que Stoddard hablara.

– Lo que ocurrio fue que ella queria tener el nino y no entendia que eso lo arruinaria todo. Teniamos que deshacernos de el, y ella despues cambio de opinion.

– ?Sobre el nino?

– Sobre mi. Sobre todo.

Bosch no respondio. Al cabo de unos momentos, Stoddard volvio a hablar.

– La queria.

– Pero la mato.

– Cometi errores.

– ?Como aquella noche?

– No quiero hablar de aquella noche. Quiero recordar lo que hubo antes de aquella noche.

– Supongo que no le culpo.

Bosch miro a Rider y levanto tres dedos. Iban a entrar en cuanto contara hasta tres. Rider asintio. Estaba preparada.

Bosch levanto un dedo.

– ?Sabe lo que no entiendo, senor Stoddard? Levanto el segundo dedo.

– ?Que? -pregunto Stoddard.

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