la vigilaba cuando estaba trabajando.

– Y siempre llevaba una pistola.

– No, la pistola era para mi, no para ella. Pero…

– Descubrio que era mas facil matarla a ella que a usted.

– Esa noche… vi que la puerta del garaje estaba abierta. Entre. No estaba seguro de por que lo hice. Pensaba que iba a usar la pistola conmigo mismo. En su cama. Seria mi forma de demostrarle mi devocion.

– Pero en lugar de ponerse encima de la cama se metio debajo.

– Tenia que pensar.

– ?Donde estaba Mackey?

– Mackey. No se donde estaba.

– ?No estaba con usted? ?No le ayudo?

– Me dio la pistola. Hicimos un trato. La pistola por el graduado. Yo era su profesor y su tutor. Era mi trabajo de verano.

– Pero ?no estaba con usted esa noche? ?La subio usted solo por la colina?

Los ojos de Stoddard se abrieron y miraron a la distancia, a pesar de que su punto de enfoque estaba solo en el asiento delantero.

– Entonces era fuerte -dijo en un susurro.

El coche patrulla paso a traves de la abertura en el muro de hormigon que rodeaba la comisaria de la Division de Devonshire. Stoddard miro por la ventanilla. Ver todos los coches patrulla estacionados en la parte de atras de la comisaria debio de actuar de despertador para el. Se dio cuenta de cual era su situacion.

– No quiero hablar mas -dijo.

– Esta bien -dijo Bosch-. Lo pondremos en un calabozo y podra pedir un abogado si lo desea.

El coche se detuvo delante de unas puertas de doble batiente, y Bosch salio. Rodeo el coche, saco a Stoddard y entro con el en comisaria. El despacho de detectives estaba en la segunda planta. Cogieron un ascensor y los recibio el teniente al mando de los detectives de Devonshire. Bosch lo habia llamado desde la casa de los Verloren. Habia una sala de interrogatorios preparada para Stoddard. Bosch lo sento y le engancho una de las esposas a una anilla de metal atornillada al centro de la mesa.

– Sientese -le dijo Bosch-. Volvere.

En la puerta, miro a Stoddard y decidio dar un ultimo paso.

– Y por si sirve de algo, creo que su historia es mentira -dijo.

Stoddard lo miro con sorpresa en el rostro.

– A que se refiere. Yo la queria. No pretendia…

– La acecho con un unico proposito. Matarla. Le rechazo y no pudo aceptarlo, asi que queria su muerte. Y ahora, al cabo de diecisiete anos, quiere contarlo de una manera distinta, como si se tratara de Romeo y Julieta. Es un cobarde, Stoddard. La vigilo y la mato, y deberia ser capaz de reconocerlo.

– No. Se equivoca. La pistola era para mi.

Bosch volvio a entrar en la sala y se inclino sobre la mesa.

– ?Si? ?Y la pistola aturdidora, Stoddard? ?Tambien era para usted? Ha omitido esa parte de la historia, ?verdad? ?Para que necesitaba una pistola aturdidora si iba a suicidarse?

Stoddard se quedo en silencio. Era casi como si despues de diecisiete anos hubiera conseguido borrar de la memoria la Professional l00.

– Tenemos primer grado y ademas premeditacion -dijo Bosch-. Va a hacer el viaje completo, Stoddard. Nunca penso en matarse, ni entonces ni hoy.

– Creo que quiero un abogado ahora -dijo Stoddard.

– Si, por supuesto que lo quiere.

Bosch abandono la sala y recorrio el pasillo hasta una puerta abierta. Era la sala de monitorizacion. El teniente y uno de los agentes del coche patrulla en el que habian llegado estaban en el interior de la pequena sala. Habia dos pantallas de video activas. En una de ellas Bosch vio a Stoddard sentado en la sala de interrogatorios. El angulo de la camara era desde la esquina superior derecha de la sala. Stoddard parecia estar mirando a la pared sin comprender.

La imagen de la otra pantalla estaba congelada. Mostraba a Bosch y a Stoddard en el interior del coche patrulla.

– ?Que tal el sonido? -pregunto Bosch.

– Perfecto -dijo el teniente-. Lo tenemos todo. Quitarle las esposas fue un bonito detalle. Levanto su cara a la camara.

El teniente pulso un boton y la imagen empezo a reproducirse. Bosch oia la voz de Stoddard con claridad. Asintio. El coche patrulla estaba equipado con una camara en el salpicadero utilizada para grabar infracciones de trafico y transporte de prisioneros. En el camino de entrada a comisaria con Stoddard, el microfono interior del coche estaba encendido y el exterior apagado.

Habia funcionado a la perfeccion. Las admisiones de Stoddard en el asiento de atras ayudarian a cerrar el caso. Bosch no tenia preocupaciones en ese sentido. Le dio las gracias al teniente y al agente de patrulla y pregunto si podia usar el escritorio para hacer algunas llamadas.

Bosch llamo a Abel Pratt para ponerle al dia y asegurarle que Rider estaba impresionada, pero por lo demas bien.

Le dijo a Pratt que necesitaba conseguir equipos de la policia cientifica tanto para la casa de Stoddard como para la de Muriel Verloren a fin de procesar escenas del crimen. Dijo que deberia solicitarse y autorizarse una orden judicial antes de que el equipo entrara en la casa de Stoddard. Explico que iban a presentar cargos contra Stoddard y a tomarle huellas. Las huellas se requeririan para compararlas con las halladas en la tabla de debajo de la cama de Rebecca Verloren. Concluyo hablandole a Pratt del video grabado durante el viaje a la comisaria y de las admisiones que habia hecho Stoddard.

– Es todo solido y esta en cinta -dijo Bosch-. Todo despues de leerle sus derechos.

– Buen trabajo, Harry -dijo Pratt-. No creo que tengamos que preocupamos por nada mas.

– Al menos no con el caso.

Queria decir que Stoddard iria a la carcel sin problema, pero Bosch no estaba seguro de como le iria a el en la revision de sus acciones en el caso.

– Es dificil de rebatir con resultados -dijo Pratt.

– Ya veremos.

Bosch empezo a oir una senal de llamada en espera en su telefono. Le dijo a Pratt que tenia que colgar y paso a la nueva llamada. Era McKenzie Ward, del Daily News.

– Mi hermana estaba escuchando el escaner en el laboratorio de fotos -dijo ella con urgencia-. Dijo que estaban enviando una unidad de refuerzo y una ambulancia a la casa de los Verloren. Reconocio la direccion.

– Es cierto.

– ?Que pasa, detective? Teniamos un trato, ?recuerda?

– Si, lo recuerdo, y estaba a punto de llamarla.

42

La cocina del albergue Metropolitano estaba a oscuras. Bosch fue al pequeno vestibulo del hotel contiguo y pregunto al hombre que estaba detras de la ventanilla de cristal cual era el numero de habitacion de Robert Verloren.

– Se ha ido, tio.

Algo en la determinacion del tono hizo que Bosch empezara a sentir una opresion en el pecho. No daba la sensacion de que el recepcionista quisiera decir que habia salido esa noche.

– ?Que quiere decir que se ha ido?

– Quiero decir que se ha ido. Se metio en lo suyo y se fue. Es todo.

Bosch se acerco mas al cristal. El hombre tenia una novela de bolsillo abierta en el mostrador y no habia levantado la cabeza de sus paginas amarillentas.

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