algun sitio, pero eso tambien era improbable porque la nueva Sharon se hubiera mostrado demasiado sensible como para sumir en la angustia a sus allegados y a estas horas ya se hubiera puesto en contacto con ellos.

A estas horas.

Zigman reflexiono acerca de estas palabras. A estas horas. Santo cielo, ya habian transcurrido trece dias desde la desaparicion de Sharon.

Eso de que ya hubiera llegado el treceavo dia, se le antojaba mas siniestro si cabe.

Pero no cabia duda de que habia desaparecido y se habia disipado como el humo. Por mucho que intentara reflexionar racionalmente, todo ello se le antojaba absurdo.

Como hombre logico que era, Zigman se enorgullecia de creer que siempre habia una respuesta o explicacion que pudiera aclarar todos los aparentes enigmas humanos.

Al fin y al cabo, el cerebro humano era la computadora mas perfecta de la tierra y, cuando a la computadora se le facilitaban los correspondientes datos de informacion y las posibles alternativas, esta no tenia mas remedio que facilitar respuestas razonables.

Sin embargo, aqui se disponia de una cantidad conocida.

Sharon Fields.

Se disponia de innumerables informaciones y estadisticas acerca de su persona. Se facilitaba a la computadora todo lo que se sabia de su aspecto, de su comportamiento, de sus pensamientos, ambiciones, listas de amigos y enemigos, se le facilitaban a la computadora todos estos datos y esperabas la tarjeta.

Pero, cuando recibias la tarjeta, esta aparecia en blanco.

Este fallo del supremo instrumento de la logica era contrario a toda logica.

Nellie le habia dicho que el I Ching podria resultarles mas util que el cerebro.

Y aqui estaba el, experto en la ciencia de las respuestas, atascado por una vez, y a cada dia que transcurria cada vez mas perplejo a causa de la decepcion y el temor.

La puerta del ascensor se abrio automaticamente y Zignman se quedo de pie ante el pasillo alfombrado de azul del quinto piso que conducia a su despacho de cinco habitaciones.

Con el corazon apenado, Zigman salio del ascensor y echo a andar en direccion a su despacho. A traves de sus lecturas, sabia que habia misterios que jamas llegaban a desentranarse.

En 1809, el embajador britanico en Viena, Benjamin Bathurst, abandono una posada de Perleberg, Alemania, para dirigirse a su carruaje, rodeo a los caballos y desaparecio para siempre en pleno dia.

En 1913, el escritor Ambrose Bierce cruzo la frontera de Mexico y desaparecio de la faz de la tierra.

En 1930, el juez Joseph Crater subio a un taxi y jamas le volvieron a ver.

Y otros muchos que habia habido, desde los colonos perdidos en la isla Roanoke a la tripulacion del barco abandonado “Marie Celeste”.

Todos se habian esfumado en el aire. Ninguno de ellos fue hallado jamas. ?Engrosaria acaso Sharon Fields esta lista? No, se dijo Zigman, eso no podia ocurrirle a la mas popular, famosa y celebrada actriz joven del mundo.

Y, sin embargo, ahi estaba el hecho que no podia pasarse por alto, habia llegado la manana del treceavo dia de la desaparicion de Sharon.

Felix Zigman leyo su nombre ostentosamente escrito en letras negras sobre la puerta de madera de roble de su despacho, se avergonzo de la leyenda “Representacion Personal” que figuraba debajo y entro rapidamente.

Cruzo rapidamente el vestibulo de recepcion y el despacho de su secretaria sin apenas saludar a las dos mujeres y entro en el espacioso despacho elegantemente amueblado evitando mirar la pared de la que colgaban las enmarcadas fotografias autografiadas de sus celebres clientes, con la mas llamativa de todas ellas, la fotografia de Sharon con la dedicatoria: 'Tu amiga para siempre, con estima y afecto, Sharon Fields'.

Se dirigio a su gran escritorio de roble cubierto ahora por los numerosos recados telefonicos y el acostumbrado y gigantesco hormiguero de correspondencia del lunes por la manana, se acomodo en el sillon giratorio de alto respaldo e hizo la ultima concesion al sentimentalismo antes de iniciar su jornada laboral.

Tal como habia venido haciendo por espacio de diez de los trece dias, descolgo el telefono particular, el que disponia de clavija de desconexion, y marco el numero de Sharon Fields de Bel Air que no figuraba en la guia.

Respondieron a la llamada al primer timbrazo. Estos dias no tardaban nada en contestar a las llamadas.

– ?Nellie? Soy Felix.

– ?Sabes algo?

– Ni una palabra ?Y tu?

– Nada, nada. Felix, no se si podre soportar un dia mas esta tension. Estoy francamente asustada.

Intento tranquilizarla, procuro reprimir su habitual aspereza e impaciencia, hablo vagamente de algo que ocurriria muy pronto y prometio ponerse en contacto con ella mas tarde.

Tras colgar, sus ojos repasaron los recados telefonicos en la esperanza de descubrir el nombre de Sharon o el de algun desconocido que pudiera haber telefoneado para facilitar informacion acerca del paradero de esta, pero no lo descubrio y todos los demas nombres pertenecian a sus clientes o a agentes de inversiones y de cambio y bolsa o a expertos en relaciones publicas.

Aparto los recados a un lado y empezo a dedicar su atencion al monton de correspondencia. Mientras examinaba el correo con todos los sobres perfectamente abiertos por su eficiente secretaria Juanita Washington, su cerebro empezo a fotografiar los remites, se imagino el contenido de cada uno de los sobres y empezo a dictar automaticamente las rapidas, oportunas y claras respuestas.

Siguio examinando los sobres y, de pronto, sus dedos tropezaron con uno de tacto distinto.

Estaba sin abrir lo cual significaba que la por regla general infalible Juanita Washington habia olvidado abrirlo o bien habia observado que figuraba en el la palabra 'Personal' o 'Confidencial'.

En el sobre, con grandes letras mayusculas escritas en tinta negra, figuraban las palabras Personal e Importante.

Zigman tomo el sobre, aparto los demas a un lado y lo examino.

No habia remite. El matasellos era de Beverly Hills. Se trataba de un sobre de baja calidad de los que se adquieren en las tiendas de mala muerte. Su nombre y direccion aparecian escritos muy toscamente en tinta.

Rasgo el sobre para abrirlo y, al sacar las paginas que contenia, tuvo una rapida premonicion. Desdoblo rapidamente la carta y la aliso sobre el papel secante del escritorio.

Reconocio inmediatamente la inclinada caligrafia, los diminutos circulos sobre las ies, los rabos sin cerrar de las y griegas.

Paso la pagina y sus ojos se detuvieron en la parte inferior de la segunda. Alli estaba: Sharon L. Fields.

!Al final! Regreso de nuevo a la primera pagina, al principio de la misma, y empezo a leer apresuradamente: Al senor Felix Zigman, Confidencial Querido Felix: Se que habras estado preocupado por mi. Esta breve nota te lo explicara todo.

La nota me la estan dictando. La escribo de puno y letra para que sepas que procede de mi.

Fui secuestrada el dia 18 de junio. He estado prisionera desde entonces. Nadie se puso en contacto contigo al principio porque habia que tomar ciertas decisiones.

Me encuentro bien. Sere puesta en libertad si tu te avienes exactamente a las condiciones que te expondre en esta nota de rescate.

Si no accedes a avenirte a estas condiciones o las alteras, ello significara mi muerte.

Si no te avienes a la entrega de la suma, la forma de pago y el secreto, sere asesinada.

Eso es indudable. Las condiciones para mi puesta en libertad son las siguientes: El rescate que se pide por mi vida asciende a un millon de dolares (1.000,000) en efectivo y en billetes de tamano normal.

Los billetes deberan ser de 100, 50 y 20 dolares.

La suma total debera contener 1.000 billetes de 100 dolares, 2.000 de 50 y 40.000 billetes de 20 dolares.

Solo una mitad podra constar de billetes nuevos. La otra mitad debera estar integrada por billetes ya usados.

Solo podra haber hasta 8 billetes con numero de serie consecutivo pero no mas. Es necesario que ninguno de los billetes este marcado visible o invisiblemente.

No sere puesta en libertad hasta que se hayan analizado quimicamente los billetes. Ello retrasara en unas doce horas mi puesta en libertad. Si se descubriera un solo billete marcado, ello significara para mi la muerte segura.

Los billetes deberan guardarse en dos maletas marrones de facil acarreo.

La maleta mas grande debera medir menos de noventa centimetros de largo y menos de sesenta de alto.

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