Debemos recordarle de nuevo la necesidad de que no le acompane nadie y advertirle que, si nuestro emisario es seguido, pondra en peligro la seguridad de Sharon.

– Ya lo creo que si -dijo Shively-. Que quede eso bien claro.

– Debemos tambien, con toda justicia, indicarle al senor Zigman cuando y donde podra tener noticias de Sharon una vez se haya cobrado el dinero del rescate. Esta sera la esencia de la segunda y ultima nota que Sharon escribira. Tras lo cual, yo la echare al correo.

Y despues tendremos que empezar a hacer las maletas, eliminar de este refugio todas las pruebas que permitan adivinar que alguien se ha alojado en el y nada mas.

Shively se puso dificultosamente en pie. Le costaba mucho esfuerzo conservar el equilibrio.

Malone jamas le habia visto tan bebido.

– Arregladlo vosotros -dijo-. Yo ya he hecho lo que me correspondia. Haced ahora vosotros lo que os corresponda. Estoy borracho como una cuba y soy lo bastante hombre como para reconocerlo. Voy a acostarme y a dormir la mona. ?De acuerdo?

– Por mi, de acuerdo -repuso Malone-, dejanoslo de nuestra cuenta.

– Si -dijo Shively-. Voy a dejartelo a ti. Tu eres el escritor, Maloney.

– Malone.

– Yo digo Maloney y no me discutas. Tu eres el escritor y sabes lo que hay que escribir. Encargate de que lo escriba. No pierdas el tiempo. Hazlo y envialo por correo urgente desde la estafeta de correos de Beverly Hills antes de la ultima recogida de esta noche. Hazlo.

– Lo hare -dijo Malone.

Una hora mas tarde, Brunner, Yost y Malone ya habian resuelto todos los detalles.

Entre los distintos lugares sometidos a discusion en el transcurso de las ultimas cuarenta y ocho horas, escogieron uno por su facil acceso, tanto para Zigman como para ellos, por su relativo aislamiento y porque Yost conocia muy bien su situacion.

Puesto que Yost conocia la zona, se acordo que este seria el emisario encargado de recoger el dinero del rescate.

Malone quedo encargado de la redaccion de la segunda y ultima nota de rescate y de dictarsela posteriormente a Sharon.

Malone se habia ofrecido voluntario para trasladarse con el cacharro hasta el lugar del transbordo, desplazarse con la camioneta hasta Los Angeles y enviar la carta crucial desde la estafeta de correos del paseo Santa Monica.

Brunner habia aceptado con entusiasmo la mision de encargarse de eliminar del refugio todas las pruebas antes de abandonarlo. Todas las maletas se harian por la noche para poder trasladarse posteriormente en el cacharro hasta la camioneta de reparto, una vez Yost hubiera regresado con esta el viernes.

Las provisiones que no quisieran llevarse consigo las enterrarian en algun lugar aislado de la montana. A media tarde ya lo habian organizado todo.

Faltaba dictarle a Sharon la nota final de rescate dirigida a Felix Zigman.

Mientras Shively dormia y Brunner, ayudado por Yost, se encargaba de las maletas y de la revision del refugio, Malone salio al porche para redactar la nota que le dictaria a Sharon y que posteriormente enviaria a Zigman.

Ahora, con el borrador, varias hojas y un boligrafo en la mano cuidadosamente enguantada -no queria dejar huellas digitales en la nota de rescate-, Adam Malone se encontraba una vez mas a solas con Sharon Fields en el dormitorio de esta.

Ella se hallaba sentada en la tumbona, comprimiendose una toalla humeda contra la barbilla donde la habia golpeado Shively.

– ?Estas bien? -le pregunto Malone muy preocupado.

– No es mas que una magulladura -repuso ella-. Lo hago para evitar que se me hinche. -Le miro mientras quitaba los objetos que habia sobre la mesa del tocador y acercaba dos sillas a la misma-. Es un sadico -prosiguio-. Menuda manera de entrar. Ha sido todo tan absurdo.

– Estaba embriagado -dijo Malone estudiandola unos momentos-. ?Es cierto que le dijiste a cada uno de ellos que querias mas que a ningun otro?

– ?Y que querias que hiciera? Tu hubieras hecho lo mismo en mi lugar.

– Supongo que si.

– Ahora te estas preguntando si fui sincera contigo -le dijo ella apartando a un lado la toalla-. No dudes que fui sincera. A ti te lo decia en serio. Cuando te decia que te queria, te lo decia de verdad. Y ahora tambien te lo digo.

No eres como los demas. Eres distinto, puedes creerme.

– Quiero creerte, Sharon -dijo el aspirando de alivio.

Deposito sobre la mesa los papeles y el boligrafo, se quito un guante, busco la cajetilla de cigarrillos, saco uno y recordo sacar otro para ofrecerselo a Sharon y despues encendio ambos cigarrillos.

Ella levanto la mano derecha sosteniendo el cigarrillo entre los dedos.

– Mirame, estoy temblando.

– Lo lamento. Ha sido una escena muy desagradable, teniendo en cuenta lo bien que habian salido las cosas durante toda la semana. Pero terminara. Ya ha terminado.

Ahora esta durmiendo la borrachera. Esta noche y manana ya se habra serenado. Todo saldra bien.

– ?De veras? -le pregunto ella en tono de recelo-. He cometido un terrible error al haberseme escapado el nombre del senor Brunner, ?verdad? Estaba tan asustada que se me escapo. No hago mas que darle vueltas. - Busco en el rostro de Malone algun posible consuelo pero Malone la miraba con aire inexpresivo-.

Todos habeis salido a discutirlo, ?verdad?

– Desde luego que hemos hablado de ello.

Sharon quiso averiguar masoquisticamente las consecuencias de su error.

– ?Que sucedio cuando hablasteis? Quiere matarme, ?no es cierto?

Malone vacilo, pero no habia forma de evitar la verdad.

– Si, pero recuerda que estaba muy bebido. Estando sereno no hubiera llegado tan lejos. No era el mismo y cuando uno esta bebido exagera y tiende a los extremismos.

Ademas, estaba preocupado por su seguridad una vez todo haya terminado. No confia en ti. -Malone se apresuro a tranquilizarla-. Pero no te preocupes. No tienes por que estar preocupada.

Ya lo hemos arreglado. Nosotros tres, como un solo hombre, nos hemos opuesto energicamente.

A ninguno de nosotros se nos ha pasado por la imaginacion semejante locura. Hemos votado en contra. No somos asesinos.

– Pero el si lo es.

– No lo creas, Sharon, quedate tranquila. Es perverso, cruel y violento, pero, cuando las cosas se ponen mal, se reprime. Tiene que pensar en su futuro.

No puede cometer un asesinato, de la misma manera que no lo cometeriamos nosotros.

– Pero, ?y si lo intentara?

– Te digo que no lo hara.

Si volviera a pensarlo, bueno, todos nosotros nos dedicariamos a vigilarle sin descanso a partir de ahora.

Solo faltan treinta y seis horas, tal vez algo mas, para tu puesta en libertad. Le mantendremos apartado de ti hasta que te soltemos.

– Asi lo espero.

– Lo importante es que Zigman siga las instrucciones del viernes.

– Lo hara. Sabes que lo hara.

– Y otra cosa es que no conoces los nombres de los demas.

– Te juro que no.

– Y que, una vez en libertad, no le comunicaras a la policia el nombre de Brunner.

– Jamas se me ocurriria tal cosa. ?Para que iba a hacerlo? Cuando me solteis y vuelva a casa sana y salva, querre olvidarme de todo este asunto, de todo menos de ti. ?Que ganaria yo con acudir a la policia? No ganaria nada.

No me interesa este tipo de publicidad. ?Y por que iba a perseguir a ese pobre hombre y a su mujer? No tengo la menor intencion de perjudicarle siempre que tu me protejas ahora.

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