Tras detenerse frente a una verja de tres barrotes, hasta que un joven con gafas y pantalones de tela gruesa que entraba le indico que aquello era el Templo del Fuego de la Luna, reanudo camino y muy pronto se encontro totalmente solo.

No habia nadie ni nada, la desolacion era absoluta y habia experimentado la sensacion de ser el unico ser humano que quedaba sobre la faz de la tierra y se habia sentido absurdamente amenazado.

Tras lo cual se concentro y siguio al pie de la letra las instrucciones contenidas en la nota de rescate.

A su izquierda se levantaba la siniestra y mellada roca de piedra arenisca. Se habia acercado con el Cadillac hacia un polvoriento camino algo mas alla de la Fortress Rock, aparco, regreso con las dos maletas a la roca, la rodeo y encontro por el lado sur el camino que se curvaba alrededor de la misma.

Cargado con las pesadas maletas y jadeando sin cesar, habia recorrido la distancia exigida.

En el lugar en que el camino se curvaba detras de la roca habia colocado una maleta marron y, despues, la otra, en una estrecha concavidad de piedra oculta detras de un reborde de la roca que se elevaba hasta la cima.

Mientras retrocedia, se pregunto si en aquel lugar habria una persona o mas de una vigilandole y enfocandole con unos prismaticos.

Penso en aquellos momentos que el apresador o apresadores de Sharon habian escogido muy bien el lugar.

Las dos maletas no podian verse desde la carretera asfaltada. Tras haber cumplido con su deber, se apresuro a alejarse cuanto antes de aquel espantoso escenario.

A pesar del cansancio y aturdimiento que experimentaba como consecuencia de la presion y el bochorno del dia, regreso a su Cadillac en menos de un minuto.

Felix Zigman no se sintio a salvo hasta encontrarse en el interior de su elegante vehiculo, con los cristales de las ventanillas parcialmente subidos, el motor en marcha y los chirriantes neumaticos alejandole velozmente de aquel mercado de ladrones situado en aquel lugar tan primitivo y desierto.

La experiencia le habia inducido a recordar aquello que habia estado intentando olvidar, es decir, la situacion de Sharon en aquellos momentos; si el se habia asustado tanto, que debia sentir ella.

Bajando las colinas en direccion a la localidad de Topanga, rezo en silencio por ella, por la unica persona que amaba. Ahora, siguiendo las instrucciones de la nota, se encontraba finalmente en Bel Air apuntando con su automovil la ornamentada verja de la mansion de estilo colonial espanol, sin apartar la mirada del reloj del tablero de instrumentos.

Era la una y cinco. Sharon le habia indicado que la recogida del dinero tendria lugar despues de la una. Se pregunto si tardarian mucho en hacerlo. ?Lo estarian haciendo ahora, a los cinco minutos? ?O bien dentro de media hora? Procuro no hacer conjeturas acerca de lo que pudiera estar ocurriendo.

Tenia que pensar en el futuro. En lo que ocurriria al cabo de algunas horas. O manana.

Hoy, viernes, o manana, sabado, Sharon volveria a estar a su lado sana y salva. La espera seria insoportable; Nellie y el al lado del telefono toda la tarde, toda la noche, tal vez durante parte de la manana, esperando que sonara el telefono para escuchar la voz de Sharon.

Escucho un chirrido metalico y pudo ver a traves del parabrisas que se estaba abriendo la verja de hierro forjado. El pie de Zigman se aparto del freno y piso el acelerador.

El Cadillac abandono el Camino Levico y enfilo el camino asfaltado que, a traves de las palmeras y olmos, conducia hasta la impresionante mansion del altozano.

Al llegar frente a la casa, acerco el Cadillac a una zona del aparcamiento protegida por la sombra de los arboles y se dirigio a toda prisa hacia la entrada.

Se abrio la puerta y el umbral quedo parcialmente ocupado por la rechoncha figura de Nellie Wright, vestida con un bonito traje pantalon, mirandole con expresion apenada y sin quitarse de la boca el cigarrillo que estaba fumando.

A sus pies, la pequena Yorkshire de Sharon ladraba nerviosamente.

Sin responder inmediatamente a la inquisitiva y preocupada mirada de Nellie, Zigman la beso en la mejilla, acaricio a la Yorkie y penetro en el espacioso salon con aire acondicionado.

Cuando Nellie hubo cerrado la puerta, Zigman se quito la chaqueta deportiva y la colgo del brazo de un sillon.

– ?Es que hace tanto calor como yo creo o es que me ocurre algo? -pregunto. -Le dire a Pearl que te traiga una bebida fria.

– Pepsi de regimen -le grito el a su espalda.

Empezo a pasear por la estancia, procurando no mirar las muchas fotografias y los dos retratos de Sharon, sintiendose vacio e impotente, y preguntandose que otra cosa tiene que hacer una persona tras haber hecho todo lo que se le ha ordenado.

Nellie regreso con un gran vaso lleno a rebosar de liquido y cubitos de hielo. Se lo entrego a Zigman y despues encendio otro cigarrillo utilizando la colilla del anterior.

El tomo un sorbo, poso el vaso con aire ausente y empezo a pasear de nuevo.

Nellie se sento en una banqueta.

– Estas mas nervioso que una mona -le dijo.

– ?Y tu no?

– Mas que tu. -Entrelazo los dedos de ambas manos y espero a que el le dijera algo mas. Al final, no pudo contenerse por mas tiempo-. Bueno, ?es que no vas a contarmelo?

Zigman se sobresalto como si acabara de descubrir que no estaba solo en la habitacion.

– ?Que quieres que te cuente? -pregunto acercandose a ella.

– Tenias que ir a Topanga Canyon para dejar el dinero. ?Lo has dejado?

– Lo he dejado.

– ?Cuando?

El se miro el reloj.

– Hace cuarenta minutos. Con tiempo mas que suficiente.

– ?Te ha visto alguien?

– No creo. Siendo un dia de fiesta y con este calor, nadie sube a la montana. La gente se va a la playa. -Busco el vaso, lo encontro y tomo un sorbo-. Alli arriba, en la carretera, parecia un horno. No soplaba la menor brisa del mar. Se estaba mejor en la montana.

– ?Estas seguro de que has encontrado el sitio?

– Completamente seguro -contesto Zigman tranquilizandola-. Las instrucciones estaban muy claras. Me parece que no habia nadie. Aquellas dos maletas pesaban como si contuvieran piedras.

– Pepitas de oro querras decir. Por valor de un millon de dolares.

– Mientras me alejaba de la carretera no hacia mas que preocuparme por tonterias. ?Y si me viera algun oficial del 'sheriff' o algun guardabosques o un vigilante de incendios? Le extranaria ver a un desconocido por aquellos andurriales con dos maletas marrones completamente nuevas.

Me dirigiria preguntas, tal vez me ordenaria que abriera las maletas y entonces encontraria todos aquellos billetes. Tendria que dar muchas explicaciones. Se descubriria toda la historia. Y la pobre Sharon estaria perdida.

No hacia mas que pensar en eso. Y otra cosa que me ponia muy nervioso era pensar que el secuestrador pudiera estar oculto alli cerca, siguiendo mis movimientos con unos prismaticos. Te digo que he pasado mucho miedo, Nellie.

– Si yo que no he estado alli estoy que no veo de miedo, me imagino lo que habras sufrido tu -dijo Nellie comprensiva.

– Tonterias -dijo Zigman-. Tu y yo no estamos sufriendo. La que me preocupa es Sharon. Pienso en lo que estara pasando.

– No hablemos siquiera de ello. Has hecho lo que tenias que hacer. No podemos hacer otra cosa mas que esperar su llamada. No se cuando la recibiremos.

– Lo que me preocupa es si la recibiremos. Has revisado todos los telefonos, ?no es cierto? ?Funcionan bien?

– Todos funcionan como es debido, Felix.

– Si llama alguna otra persona, quitatela en seguida de encima. No podemos tener la linea ocupada.

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