completamente despierto y ojo avizor. Pero se sentia extranamente aislado del papel que estaba interpretando.

Era como si se encontrara oculto detras de un cristal de una sola direccion, observando a alguien parecido a si mismo que guiara a un grupo de cuatro personas desde el mundo de sus suenos, deseos y enganos en el que vivian, hacia una autentica tierra de nadie tridimensional, en la que el peligro y el riesgo acecharan tras cada siniestro arbol y arbusto.

A su lado, repantigado en el otro asiento de delante, se encontraba Kyle Shively, aparentemente tranquilo y sereno pero con los musculos del rostro en tension y con los tendones del cuello muy rigidos, senal inequivoca de ansiedad.

Se hallaba sentado con el mapa de Bel Air abierto sobre las rodillas y contemplando los distintos rotulos blancos y azules de las travesias que iban pasando y perdiendose de vista.

Detras de ellos, agachados sobre la alfombra de pelo, de segunda mano, se encontraban Howard Yost, con su atuendo de pescar color caqui, y Leo Brunner, vestido con chaqueta deportiva y pantalones oscuros.

No habian abierto la boca desde que habian abandonado el paseo Sunset, pero ahora Shively se incorporo en su asiento y rompio el silencio.

– Alli esta -le dijo a Malone senalando hacia la izquierda-. ?Lo ves? El Camino Levico.

– Ya lo veo -dijo Malone en voz baja-. ?Que que hora es?

Shively se miro el reloj de pulsera.

– Las siete menos dos minutos -repuso.

Malone giro el volante a la izquierda y la camioneta Chevrolet entro y empezo a ascender por el Camino Levico.

Se escucho desde atras una voz asustada.

– Escuchad -suplico Brunner-, aun estamos a tiempo de dar la vuelta, Temo que…

– Maldita sea, callate -gruno Shively.

Ya habian recorrido todo el trecho y se estaban acercando al final del callejon sin salida.

Tenian delante la formidable verja de hierro forjado que protegia la propiedad de Sharon Fields.

– ?Estas seguro de que la verja se abrira? -pregunto Malone hablando con dificultad.

– Ya te he dicho que me he encargado de eso -repuso Shively con aspereza, y empezo a ponerse los guantes de trabajo. Ya estaban casi junto a la verja cuando Shively ordeno-:

– Muy bien, para aqui y deja el motor en marcha.

Malone detuvo el vehiculo sin apartar el pie del freno. Sin mas palabras Shively abrio la portezuela y descendio. Miro rapidamente hacia atras. Satisfecho, avanzo hacia la verja.

Desde su asiento, Malone observo preocupado a Shively mientras este asia uno de los barrotes de hierro de la verja con una mano enguantada y otro barrote de la otra hoja con la otra mano y empujaba hacia adentro.

Las dos hojas de la verja se abrieron con aparente facilidad y quedo visible el camino de asfalto, a cuya izquierda se observaban altos arbustos y a cuya derecha se veian recios chopos y grandes olmos, antes de torcer y perderse de vista entre los arboles que tambien ocultaban la mansion del fondo.

Shively regreso a la camioneta, volvio a su asiento y cerro la portezuela.

– Como ves, me he encargado del trabajo tal como te habia dicho -le dijo a Malone quitandose los guantes y volviendo a mirarse el reloj-.

Si sigue el horario previsto, estara aqui dentro de tres o cuatro minutos. ?Has entendido bien lo que tienes que decir? Malone asintio muy nervioso.

– Habla con indiferencia, como si te dispusieras a realizar un trabajo -le advirtio Shively-. Como pongas cara de asustado o se te vea nervioso, lo echaras todo a rodar. Por consiguiente, recuerda que…

Un momento, dejame comprobarlo todo. -Se agacho, recogio el frasco de cloroformo y el trapo y coloco ambas cosas a su lado en el asiento-.

Muy bien, muchacho. Todo dispuesto. Entra despacio.

El pie de Malone se aparto del freno. Piso el acelerador y la camioneta cruzo la verja abierta penetrando en la propiedad.

El vehiculo avanzo ahora lentamente y se fue acercando poco a poco a la zona boscosa junto a la que se torcia el camino.

Shively ladeo la cabeza y agarro a Malone del brazo.

– ?Lo oyes? Escucha.

Se escucharon claramente los estridentes ladridos de un perro procedentes de detras de los arboles.

A Malone empezo a latirle apresuradamente el corazon. Miro a Shively.

– Su perro -murmuro.

– Sigue adelante -le dijo Shively reprimiendo su excitacion.

Malone piso ligeramente el acelerador. De repente se le agrandaron los ojos y piso el freno.

Un perro, un peludo Yorkshire terrier, aparecio brincando desde detras de los arboles, se detuvo, ladro en direccion a alguien y a los pocos momentos aparecio ella.

Estaba mirando al perro con tanto interes que, de momento, no les vio. Seguia al perro medio riendose y medio reganandole, y este se escapaba alegremente hasta que al final se detuvo a esperarla.

A traves del parabrisas, con el corazon en un puno, Malone siguio sus movimientos presa del aturdimiento y la emocion.

Era increiblemente hermosa, tal como el se habia imaginado que iba a ser, una perfeccion absoluta.

Habia conseguido atrapar al perro de espaldas a ellos y sin haberse percatado de su presencia, y se habia arrodillado para acariciarlo y hablarle.

En pocos segundos, Malone archivo en su cerebro todo lo que habia visto.

Era mas alta y mas esbelta de lo que se habia imaginado y, sin embargo, le parecio mas curvilinea. El suave cabello rubio le caia sobre los hombros. Llevaba grandes gafas de sol color violeta. Lucia una fina blusa blanca con escote en V y abrochada delante, cinturon ancho de cuero con remaches metalicos, una falda de cuero color crema extremadamente corta y botas de cuero marrones de media cana y tacon bajo.

No llevaba medias y, al arrodillarse junto al perro, le quedo al descubierto medio muslo.

Lucia, ademas, una especie de collar con un pesado colgante.

Shively agarro de nuevo el brazo de Malone.

– Anda, estupido. Ponte en marcha para que nos oiga y acercate a ella.

Sin apartar los ojos de Sharon, Malone repitio mecanicamente los movimientos. Se escucho el rugido del motor y la camioneta empezo a avanzar. Al escuchar el ruido, Sharon Fields se volvio a mirar, solto al perro, se levanto y se aparto a un lado del camino, contemplando con asombro aquella inesperada camioneta de reparto que se iba acercando.

Desde la ventanilla abierta, Malone miro fijamente a Sharon Fields, a escasisima distancia suya, tan cerca que casi la podia tocar.

Sus ojos, perplejos tras las gafas ahumadas, la nariz encantadora y los rojos labios, la redondez del busto acentuada por la ajustada blusa, la realidad de su persona y de su carne, todo ello le dejo momentaneamente sin habla.

Advirtio que Shively le daba un codazo y se recupero. Intento desesperadamente comportarse de forma normal.

Alli estaba, con la cabeza echada hacia atras y mirandole directamente a la cara. Trago saliva y se asomo por la ventanilla.

– Buenos dias, senora. Lamento molestarla pero nos han llamado para un trabajo de exterminacion de termitas y no encontramos la casa. Estamos buscando la residencia Gallo, se encuentra al fondo de un callejon sin salida, que es travesia de la calle Stone Canyon.

Puesto que aqui no habia indicacion, hemos pensado que tal vez…

– Lo lamento, se han equivocado de casa -dijo Sharon Fields. Probablemente estara unas tres o cuatro manzanas mas arriba subiendo por la calle Stone Canyon.

Malone fingio mostrarse agradecido y despues aparento sentirse perplejo.

– Me parece que nos hemos perdido. Ninguno de nosotros conoce este barrio. ?Le importaria indicarle a mi companero en el mapa en que punto nos encontramos?

Mientras hablaba, Malone advirtio el olor de una vaharada de cloroformo. Shively habia abierto y vuelto a cerrar

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