volver a asustarse. En el transcurso de las ultimas horas habia experimentado terror con tanta frecuencia que creia haber agotado ya este sentimiento.
Pero este que ahora se habia sumido en el silencio era distinto a los demas. La aterrorizaba precisamente su forma antinatural de actuar. Parecia un drogado.
Hundio la cabeza en la almohada, procurando averiguar si estaba ebrio o drogado o bien era presa de un ataque de esquizofrenia. Hablaba en murmullos y apenas podia oirle.
– No queria entrar aqui de esta manera pero soy el unico que la aprecia. No sabia como manejarle y no tenia idea de lo que se proponia aquel sujeto. Decidio seguirle la corriente.
– Si de veras me apreciara, me dejaria en paz. Estoy enferma. Estoy agotada. Quiero que me dejen sola. Por favor, sea amable.
Parecio como si no la hubiera oido, porque mantenia los ojos fijos en su cuerpo y, por primera vez, estos se iluminaron y la acariciaron.
– Usted necesita amor -le estaba diciendo-. Fue creada para ser venerada y amada. Se merece amor, despues de lo que ha padecido. Necesita a alguien que la aprecie.
Llego a la conclusion de que debia estar completamente loco.
– Le agradezco que me diga eso -le contesto-, pero vayase. Dejeme descansar. Si se fuera, eso seria una demostracion de amor. Vayase, por favor.
Estaba muy claro que no la oia. Se habia quitado la camisa. Se bajo despues lentamente la cremallera de los tejanos y a punto estuvo de caerse al quitarselos. No llevaba ropa interior. Se habia quedado en cueros.
Dios mio, gimio ella para sus adentros. Ya no podia soportar mas castigo, dolor y humillacion.
Dios mio, concedeme algun medio de impedirlo, de castrarle, de conservar un ultimo retazo de cordura. Pero aquella noche Dios no la escuchaba.
El Sonador se habia sentado en el borde de la cama y la estaba mirando.
– Te quiero, Sharon. Te quiero desde la primera vez que te vi.
– Yo no le quiero a usted. Yo no quiero a nadie de esta forma. Les odio a todos. Dejeme en paz.
El no la escuchaba.
Acerco las manos a su blusa. Ella agito los brazos en un intento de librarse de sus ataduras y evitar que la tocara.
Pero la cuerda la mantuvo inmovilizada en su cruz.
El aparto suavemente a un lado una mitad de la blusa y despues la otra y una vez mas tuvo Sharon que ver lo que estaba viendo, los dos blancos pechos con las manchas pardo rojizas de los pezones.
– Se buena conmigo, Sharon -le estaba diciendo-, no quiero tomarte por la fuerza. Quiero que me ames. Bajo la cabeza y se restrego la mejilla contra un pezon y despues contra el otro.
Giro la cabeza y sus labios le rozaron y besaron los pezones y despues se los rodeo con la lengua.
Levanto un poco la cabeza y murmuro:
– Eres todo lo que siempre he sonado, Sharon. Te quiero para mi solo.
– Vayase -dijo ella con voz temblorosa-, no siga. Estoy muy debil, me siento enferma, por favor.
– Dentro de un rato, carino. Dentro de un rato podras dormir. Ahora ya nos conocemos demasiado para poder detenernos. -Bajo la mano hacia la falda, la hallo desabrochada y empezo a abrirsela-.
Esto no es nuevo, Sharon. Para ninguno de los dos. Durante todos estos anos estoy seguro de que has advertido las vibraciones de mis sentimientos. Debes haber sabido lo que yo sabia.
Te he hecho el amor miles de veces. Hemos transcurrido interminables y maravillosas horas el uno en brazos del otro. Esto no es mas que una de tantas veces.
Desde que el primero de ellos, el Malo, habia entrado en aquella habitacion no habia experimentado el terror que estaba experimentando ahora.
– Esta loco -le susurro-, vayase de aqui.
– Los demas no te merecian. Yo soy el unico que se merece tu amor.
Ella lo miro con ojos aterrados mientras se tendia en la cama a su lado.
Le separo las piernas desnudas. Intento resistirse pero tenia las piernas agotadas. Ya no podia obligarlas a mantenerse unidas.
Se encontraba tendido entre sus piernas con la boca sobre su ombligo, rozandoselo con la lengua, introduciendosela dentro.
La boca le descendio por el vientre besandole la carne hasta llegar al triangulo del pubis.
– No, no -le imploro ella.
Levanto la cabeza y el cuerpo y se puso de rodillas encima suyo.
Ella se hundio y lanzo un gemido. Era inutil, inutil. Estaba debil y abatida, solo se mantenia viva a traves del horror y el odio. El tipo estaba murmurando algo. Se esforzo por entenderle.
– Cuantas veces -decia-, cuantas veces -repitio-me has provocado una ereccion. Cuantas veces te he penetrado, he estado en tu interior y he gozado solo de nuestro mutuo amor.
Y ahora, Sharon, al final, Sharon, vamos a estar los dos juntos.
Hizo un ultimo esfuerzo por librarse de el pero sus fatigadas piernas no podian moverse, permanecian separadas esperando el asalto.
La estaba mirando con sus ojos de fanatico. Jadeaba y palpitaba como un maniatico. Apenas podia entender sus entrecortadas palabras.
– Tiempo he esperado, deseado, querido este momento, este momento estoy tan excitado, tan excitado, tan…
Advirtio que la dura punta de su miembro le rozaba los labios de abajo, cerro los ojos, se dispuso a sufrir el empalamiento y entonces escucho de repente un lacerante grito y abrio los ojos.
Con la cabeza echada hacia atras, los ojos fuertemente cerrados, la boca abierta y las facciones contraidas, su grito de angustia y placer fue menguando hasta convertirse en un prolongado gemido.
Sus manos se esforzaban freneticamente por introducirle el miembro pero era demasiado tarde.
Sharon noto que el calido semen se le derramaba por el vello del pubis y por el vientre.
El tipo movia la boca, parecia que quisiera comerse el aire, se retorcia y termino despues bruscamente.
Se derrumbo sobre la cama entre sus piernas con el vacio miembro rozandole el muslo.
– Yo no se por que -murmuro jadeante-, per… perdoname.
El asombro de Sharon ante aquella eyaculacion prematura se convirtio en alegria. Por primera vez aquella noche habia salido vencedora.
Se habia debido a una intervencion divina. Dios existia. Habia deseado torturar y matar a los demas. Pero no habia podido, este, en cambio, era vulnerable.
Podia matarle y, a traves de el, matar a los demas ella sola con el poco orgullo mancillado que le quedara.
– ?Le esta bien empleado, hijo de puta degenerado! -le grito. Queria mostrarse despiadada-. ?Que tengo que perdonarle, maravilla sin miembro? ?Queria usted forzarme, verdad? Pero no ha podido porque resulta que es un eunuco, por eso. Me alegro. Me siento satisfecha.
Se merece serlo por haber organizado todo este asunto, cerdo indecente. Miren al gran amante. ?Que le ha sucedido por el camino al ir a violarme?
Entristecido y sin poder mirarla, se levanto de la cama.
– No se ira todavia -le grito ella-. Antes de largarse de aqui tiene que hacer la limpieza.
Tome una toalla mojada, maldita sea, y limpieme esta porqueria de encima. Me siento contaminada.
Como un perro apaleado se dirigio al cuarto de bano, regreso con una toalla y le limpio sumisamente la secrecion.
Arrojo al suelo la toalla, recogio la camisa y los pantalones, apago la luz del cuarto de bano y fue a marcharse. Regreso y la cubrio en silencio. Al final se atrevio a mirarle los despectivos ojos.
– Lo lamento -dijo.
– ?Que lamentas? -le pregunto ella enfurecida-. ?Haberme metido en este lio o no haber conseguido hacerlo conmigo?
Se produjo una pausa de silencio.
– No lo se -repuso-, buenas noches.
Aquel jueves por la manana los cuatro durmieron hasta muy tarde, y ahora Adam Malone habia terminado de preparar los huevos revueltos y las salchichas fritas y estaba sirviendo el desayuno cuando aparecio finalmente Kyle
