texto. Pero si se que se algo que hasta ahora nadie conocia acerca de Jesucristo, con detalles de un ministerio prolongado. Estoy enterado, con certeza, de que a Jesus se le ubica en varios lugares fuera de la antigua Palestina; entre ellos, Roma.

Randall estaba impresionado, y respetaba mas al bibliotecario.

– Muy bien, Hans. Supongamos que lo poco que dice saber sea verdad. ?Quiere que yo crea que tan escaso conocimiento pudo proporcionar suficiente informacion para haber descubierto lo que usted llama un defecto…?

– Un defecto fatal.

– …de acuerdo, un defecto fatal que los mas grandes expertos del mundo pasaron por alto; hombres que han tenido en sus manos el texto completo y quienes lo han traducido y estudiado durante muchos anos.

– Si -dijo Bogardus-, porque tienen una vista de embudo y ven solo aquello que quieren ver; porque miran con los estrechos ojos de la fe. Yo se lo digo, ya ha sucedido aqui, en Amsterdam, con anterioridad. Entre 1937 y 1943, seis nuevos y desconocidos Vermeers, pintados en el siglo xvii, fueron descubiertos por un hombre llamado Hans van Meegeren y vendidos a los museos y a los coleccionistas mas importantes del mundo en ocho millones de florines (mas de tres millones de dolares). Los criticos y los expertos aclamaron la autenticidad de esos Vermeers, sin haberse dado cuenta de que las manos de Cristo, en uno de los retratos, habian sido pintadas tomando como modelo las propias manos de Van Meegeren; de que las sillas, en una de las pinturas, habian sido copiadas de las sillas del moderno estudio de Van Meegeren y de que el oleo utilizado sobre esos lienzos contenia resina sintetica, que no existio sino hasta despues de 1900, en tanto que Vermeer habia muerto en 1675. Los cuadros eran un fraude que tiempo despues fue descubierto Pero para cualquier experto no hubiera sido necesario observar el lienzo completo de un Vermeer falsificado para detectar el fraude. Un centimetro del lienzo, con su resina sintetica, hubiera sido suficiente. Y yo, de la misma manera, he visto suficiente. He observado un centimetro del lienzo completo de su Biblia, y eso ha bastado para llamarla una falsificacion.

Habiendolo escuchado hasta este punto, Randall decidio seguirle el juego un poco mas.

– Y tal defecto…, ?se lo ha comunicado usted a Plummer y a De Vroome?

Bogardus titubeo.

– No, no lo he hecho. Aun no.

– ?Por que no?

– Eso… eso es un asunto personal.

Randall recargo las palmas de las manos sobre la mesa y se puso de pie.

– Bueno, ahora si estoy seguro de que usted esta mintiendo. Si hubiera algun error en la Biblia, se lo habria informado a Plummer de inmediato. Por eso le paga el, ?no es verdad?

Bogardus se puso de pie de un salto. Su rostro estaba rojo de ira.

– Cedric no me paga nada. ?Lo hago por amor!

Randall permanecio de pie, inmovil. Esa era la conexion. Bogardus y Plummer eran una pareja de enamorados. Habia tocado un centro nervioso homosexual.

Bogardus giro la cara hacia otro lado.

– He guardado en secreto lo que se; no se lo he dicho a Cedric. Se el valor que eso tendria para el. Seria aun mas importante que la nueva Biblia. Si el escribiera y publicara un articulo acerca de esa imperfeccion, del defecto, se… se haria rico y famoso. Pero no se lo he dicho, porque… ?como es lo que dicen en las peliculas norteamericanas?… es mi as escondido. Porque, ultimamente, Cedric no ha sido tan afectuoso conmigo y… y se, aunque el no sabe que yo lo se, que me ha sido infiel. Con alguien aun mas joven y mas… mas atractivo. Cedric me ha dicho que, cuando todo esto termine, me llevara de vacaciones al norte de Africa. Me lo ha prometido, para despues de que le entregue yo la nueva Biblia. Si, la nueva Biblia sera suficiente para que yo lo retenga por el momento. Pero, por si algo saliera mal, tengo mi as, mi ultima carta, mi descubrimiento secreto que arruinara todo lo que hay aqui.

Randall sintio un sobresalto ante la lastimera desesperacion que reflejaba la aturdida voz del holandes; la desesperacion de uno que teme perder al otro. Ahora, Randall se preguntaba que tan cierto seria lo que clamaba el bibliotecario al decir que conocia algo del Nuevo Testamento Internacional que lo desacreditaria. Bogardus tenia que estar fraguando una mentira; cualquier cosa que atemorizara a los editores para que lo retuvieran y le entregaran el texto del nuevo descubrimiento. No habia mas remedio que desafiar al traidor.

– Hans… -le dijo Randall al holandes.

Bogardus, abstraido en su propia vileza frente a Plummer, apenas parecia recordar que no se hallaba solo.

– Hans, todavia no me ha dado una razon para que no lo denuncie yo ante los editores y lo despidan inmediatamente. Usted presume de que ha encontrado una incongruencia en uno de los pasajes de la nueva Biblia. Supongo que a eso se refiere al hablar de una imperfeccion. Si eso es cierto, ahora es el momento de sustentarlo o callar. Por mi parte, yo no creo que usted haya descubierto ni una maldita cosa que me pudiera impedir echarlo de aqui.

– ?No lo cree usted? -dijo Bogardus ferozmente.

Pero no agrego mas.

Randall titubeo.

– Estoy esperando su respuesta.

Bogardus se relamio los labios y permanecio callado.

– Esta bien -dijo Randall-, ahora estoy seguro… Usted no es solo un traidor sino tambien un farsante, y voy a decirles que se deshagan de usted.

Dio la media vuelta y se dirigio hacia la puerta.

– Espere -grito Bogardus de pronto, interponiendose apresuradamente frente a Randall-. Puede decirles que me despidan, pero mas le valdra no detenerse ahi. No me importa que se enteren ellos. De todos modos es demasiado tarde. Digales que vean el Papiro numero 9, la cuarta linea de arriba hacia abajo. Nadie, excepto yo, se ha dado cuenta de lo que eso significa. Si le entrego esta informacion a Cedric, al mundo, sobrevendra el fin de Resurreccion Dos. Pero -hizo una pausa para tomar aire- les prometo que nunca la revelare, si es que me entregan la Biblia de inmediato. De lo contrario, estaran completamente perdidos.

– Lo van a echar de aqui hoy mismo, Hans -dijo Randall.

– Digales que vean el Papiro numero 9, la cuarta linea. Ya lo averiguaran.

Randall lo aparto de su camino, abrio la puerta y salio.

Por supuesto que el lo averiguaria.

Una hora despues lo habia averiguado ya.

Randall estaba sentado a su escritorio, sosteniendo el auricular del telefono entre el oido y el hombro. Aguardaba a que la operadora del conmutador de los talleres de Karl Hennig en Maguncia, localizara a George Wheeler.

Mientras esperaba, Randall reviso nuevamente los apuntes mecanografiados que sostenia en las manos. Esos apuntes representaban lo que el habia logrado averiguar del «defecto fatal» que Bogardus atribuia al Papiro numero 9, linea 4, del Evangelio segun Santiago.

Habia sido dificil obtener esa informacion. Por un lado, Randall no era un erudito. Por otro, el no tenia acceso a los fragmentos originales que estaban en la boveda. Y por otro mas, no sabia leer el arameo. Esta ultima razon se convirtio en un muro impenetrable cuando recordo que poseia un juego completo de las fotografias que Edlund habia tomado de los papiros, el unico juego de copias existente, y que se hallaba en los confines de su propio archivo de seguridad.

Habia analizado la copia en papel brillante del acercamiento fotografico del fragmento marcado con el numero 9, y le habia resultado completamente indescifrable e ininteligible, con sus rasgos ondulados, sus caracteres y sus puntos, como si fueran hormigas en un desfile imposible de distinguir claramente. Pero la copia fotografica venia acompanada por una lista de los encabezados de los capitulos y los numeros de parrafos que marcaba donde aparecia cada linea del arameo en las traducciones del Evangelio segun Santiago. El Papiro numero 9, linea 4, correspondia a Santiago 23:66 en la edicion inglesa del Nuevo Testamento Internacional.

Puesto que a el no se le habia permitido retener la copia que habia leido de la Biblia, Randall habia tratado de averiguar quien podria tener otra a mano. Los editores estaban fuera de la ciudad y el doctor Knight habia destruido su propia fotocopia. Entonces, Randall recordo que el doctor Knight habia utilizado las galeradas que se encontraban dentro del portafolio del doctor Jeffries.

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