reaparecido pergaminos medievales olvidados, el abad Petropoulos me los ha enviado para que los analice. Me consta, por lo que me han dicho, que es la primera y ultima autoridad en el arameo del siglo i.

Mientras el profesor decia lo ultimo, Randall habia buscado su portafolio y encontrado el directorio confidencial del personal que habia trabajado o que estaba trabajando en el «Hotel Krasnapolsky» en Amsterdam. Examino rapidamente la lista de traductores y expertos en idiomas internacionales que habia en el proyecto. Entre ellos no pudo encontrar el nombre del abad Mitros Petropoulos. Randall levanto la vista.

– Bueno, esto es muy extrano. El nombre del abad no aparece como asesor linguistico, pasado o presente, de Resurreccion Dos. Aqui tenemos el descubrimiento arqueologico religioso mas importante de la historia. Esta escrito en arameo. Y usted me esta hablando del mejor de los expertos en arameo en todo el mundo. Sin embargo, ese experto nunca formo parte de nuestro proyecto. ?Tendria usted alguna idea de por que nunca se le utilizo?

– Estoy seguro de que en algun momento dado se le consulto -dijo el profesor Aubert-. Seria impensable que un hallazgo como el de los papiros de Santiago no pasara frente a sus ojos. Debe haber alguna explicacion.

– ?Cual explicacion?, me pregunto yo.

– Hable con el doctor Deichhardt o el senor Wheeler. Ellos contrataron a los traductores. Ellos sabran. O vea al profesor Monti. Seguramente el tambien lo sabe.

– Si -dijo Randall inciertamente. Sabia que seria imposible hablar con Wheeler o con cualquiera de los otros editores en Maguncia. El profesor Monti, que se encontraba retirado en Roma, seria igualmente dificil de localizar. De pronto, a Randall se le ocurrio algo-. Profesor Aubert, tengo una idea de como podria yo aclarar este asunto del abad Petropoulos. ?Tiene usted un telefono disponible?

El profesor Aubert se levanto del sofa y senalo el telefono que estaba sobre su escritorio.

– Puede usar mi telefono y hablar en privado. Quiero archivar el expediente de estas pruebas y ver como andan las cosas en el laboratorio. Estare de vuelta en diez minutos. ?Desea que mi secretaria gestione la llamada?

– Si no es mucha molestia. Quisiera que llamara por cobrar a nuestras oficinas principales en Amsterdam. Deseo hablar con la senorita Angela Monti.

Habia estado hablando con Angela durante algunos minutos. Fingio haber telefoneado para averiguar si en el curso del dia habia habido algun asunto importante que hubiera requerido su atencion personal.

Ahora, casi casualmente, le planteo la pregunta:

– A proposito, Angela, hay otra cosa que queria preguntarte. Despues de que tu padre hizo su descubrimiento, ?sometio los papiros de Santiago a algunos de los principales expertos en arameo… o eso lo hicieron los editores despues de que arrendaron los papiros?

– Claro que mi padre hizo examinar los papiros por varios expertos en arameo. Papa podia leer el arameo lo suficientemente bien como para saber el valor de lo que habia hallado, pero no podia confiar solo en si mismo. Tuvo que recurrir a los mas sobresalientes eruditos en lenguas semiticas.

– ?En Roma, o consulto a eruditos de otras partes?

– De todas partes. Fue necesario. Tu conoces los resultados. -Hubo un corto silencio-. ?Por que me lo preguntas, Steven?

– Simplemente tenia curiosidad.

– ?Simplemente tenias curiosidad? Ya te conozco bien, Steven. ?Que es lo que te preocupa del arameo?

No habia razon para ocultarselo, penso Randall. Esta manana ella habia demostrado que era completamente sincera y digna de confianza.

– Bien, no tengo tiempo de entrar en detalles. Ya descubri al traidor del proyecto. No es el doctor Knight. Es alguien mas. A traves de esa persona, me he enterado de que podria haber un… un error de traduccion en el texto arameo… algo que presenta una inexplicable discrepancia.

– ?Oh, no puede ser! Demasiados especialistas en arameo, los mejores que existen, han estudiado el texto de los papiros.

– Bueno, eso es lo que me preocupa -dijo Randall-. Que no todos los mejores especialistas hayan sido consultados. Acabo de enterarme en Paris, por conducto del profesor Aubert, que el principal erudito en arameo en todo el mundo es el abad Mitros Petropoulos, superior de uno de los monasterios que hay en el Monte Atos, en Grecia. Su nombre no aparece en la lista de los que han colaborado en Resurreccion Dos. ?Te suena ese nombre, Angela?

– ?El abad Petropoulos? Naturalmente. Lo conoci personalmente. Mi padre sabia que el abad era el erudito mas sobresaliente en arameo y, hace cinco anos, mi padre y yo fuimos al Monte Atos para verlo. Fue de lo mas hospitalario con nosotros.

– Y, ?tu padre le mostro los papiros al abad Petropoulos?

– Asi fue. Le pidio al abad que examinara y autenticara el texto en arameo. Fue una experiencia inolvidable. El monasterio… ya olvide cual de ellos… era muy pintoresco. El abad se tomo bastante tiempo para inspeccionar y analizar la escritura. Papa y yo tuvimos que pasar la noche alli… y comer esa horrible comida… me parece que nos sirvieron pulpo cocido… hasta que el abad termino sus examenes y pruebas el segundo dia, sintiendose verdaderamente emocionado con el descubrimiento. Dijo que no existia nada en el mundo que se le comparara. Nos aseguro su completa autenticidad.

– Pues, creeme que me da mucho gusto saberlo -dijo Randall aliviado-. Lo unico que me desconcierta es por que el doctor Deichhardt no empleo al abad Petropoulos en lugar del doctor Jeffries para supervisar la traduccion final. Yo creo que el abad debio haber sido el primer erudito a quien deberian haber contratado.

– Lo intentaron, Steven. Mi padre les recomendo al abad y los editores querian emplearlo, pero el obstaculo lo fue el propio abad Petropoulos. El habia entrado a un prolongado periodo de ayuno, lo cual, por encima de la limitada dieta del monasterio, las condiciones insalubres y el agua contaminada, lo debilito, cayendo gravemente enfermo. Se veia muy debil cuando mi padre y yo lo visitamos. De cualquier forma, cuando comenzo la labor de traduccion el abad se encontraba demasiado enfermo para abandonar el Monte Atos y venir a Amsterdam. Los editores no podian esperar a que se restableciera, asi que tuvieron que conformarse con que el abad solo verificara los papiros. Para la traduccion, pensaron que podian proceder con otros eruditos que eran casi tan capaces como el abad.

– Eso lo explica todo -dijo Randall.

– Ahora, ?quieres dejar de preocuparte y regresar a mi lado?

– Jurado que regresare a tu lado. Te vere esta noche, querida.

Despues de colgar, Randall se sintio mejor. Si el abad Petropoulos habia autenticado la escritura de los papiros y el profesor Aubert habia autenticado el material de los mismos, no habia adonde mas ir ni nada mas que cuestionar. Si Hans Bogardus habia descubierto una falla en el texto, debia ser una falla menor, resultante de una sombra en la traduccion. Randall dejaria que los editores y los teologos se encargaran de hacer las investigaciones posteriores. El ya habia hecho suficiente, y ahora se sentia reasegurado de que el Nuevo Testamento Internacional… y su propia fe creciente… estarian a salvo del enemigo.

Cinco minutos despues, con su portafolio bajo el brazo, salio a esperar al profesor Aubert afuera de su oficina para agradecer al cientifico la generosidad de su tiempo y su colaboracion.

Cuando el profesor Aubert regreso, Randall le dio las gracias.

– Me voy de regreso a Amsterdam -le dijo-. Ya todo esta aclarado.

– Ah, bon, me da mucho gusto -dijo el cientifico-. Permitame acompanarlo a la puerta. -Mientras caminaban, el profesor Aubert le dijo-: ?Asi que la senorita Monti le informo que el abad Petropoulos trabajo para los editores del proyecto?

– No precisamente en el proyecto -dijo Randall-. Sino que antes, hace cinco anos, el abad vio y examino los papiros que contienen el Evangelio segun Santiago, y los autentico completamente. De hecho, el profesor Monti y su hija Angela viajaron a Grecia y pasaron dos dias con Petropoulos en su monasterio del Monte Atos, mientras el abad examinaba la escritura aramea.

El profesor Aubert miro a Randall agudamente.

– ?Lo oi decir, senor Randall, que la senorita Monti acompano a su padre a visitar al abad?

– Asi es.

– ?Que los dos fueron juntos al Monte Atos?

– Si, la senorita Monti y su padre estuvieron alla.

– ?Eso le dijo la senorita Monti? -dije el profesor Aubert incredulamente.

– Si, eso me dijo.

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