historia del hombre.

– Padre -dijo Randall, inclinandose en su silla hacia delante-, ?no cree que valdria la pena cualquier esfuerzo por averiguar si este evangelio es, en verdad, el mas trascendental en la historia del hombre?

El abad Petropoulos parecia confuso.

– ?Que esta usted tratando de decir?

– Estoy sugiriendo que vaya usted conmigo a Amsterdam manana por la manana, para que alli examine el papiro original y de una vez por todas nos diga si es que tenemos un descubrimiento verdadero o un hallazgo posiblemente falso.

– ?Desea usted que yo vaya a Amsterdam?

– Manana mismo. Con gastos pagados. Ademas, se haria una generosa contribucion a su monasterio. Y, sobre todo, su autentificacion pondria al Nuevo Testamento Internacional fuera de toda suspicacia.

El abad Petropoulos asintio con la cabeza pensativamente.

– Lo ultimo es lo mas importante. Seria, en realidad, obra de Dios. Si, senor Randall, puedo hacer ese viaje. Pero no manana.

– ?Estupendo! -exclamo Randall-. ?Cuando puede hacerlo?

– Desde hace tiempo he estado planeando concurrir, como representante de nuestra republica monastica de Monte Atos, a un concilio eclesiastico de la Iglesia Ortodoxa Griega, que sera presidido por mi superior y amigo, Su Santidad, el Patriarca de Constantinopla. Es imperativo que yo asista a las sesiones junto con los metropolitanos de la Iglesia. Debemos hacer cualquier esfuerzo por unir mas a nuestros cerca de ocho millones de fieles. La sesion de apertura del concilio se llevara a cabo en Helsinki dentro de siete dias, y yo debo salir de Atenas rumbo a Helsinki dentro de cinco.

El viejo abad se puso en pie lentamente. Randall penso que seguramente escondia una sonrisa detras de su espesa barba.

– Asi es que, senor Randall -continuo el abad-, he estado considerando la posibilidad de salir de aqui un dia antes, dentro de cuatro dias, para hacer una breve desviacion. Despues de todo, podria decirse que Amsterdam queda en camino a Helsinki, ?verdad? Si, ire alla para examinar el papiro original y decirle si se trata de un milagro o de un engano… Ahora, senor Randall, debe descansar antes de la cena. Estamos preparando para usted nuestra especialidad favorita. ?Ha probado el pulpo cocido alguna vez?

Randall habia esperado que, al regresar a Amsterdam y a su empleo en el «Hotel Krasnapolsky» tres dias despues, encontraria a George L. Wheeler y a los otros cuatro editores furiosos por haberse ausentado sin el consentimiento de ellos.

En cambio, la reaccion de Wheeler lo habia tomado completamente por sorpresa.

En realidad, Randall habia vuelto la noche anterior (habia salido del Monte Atos al amanecer del lunes y habia llegado a Amsterdam en la noche del martes) y habia querido enfrentarse a Wheeler de inmediato, para continuar con la escena impostergable que le esperaba con Angela Monti. Pero el viaje de regreso, la perfida bajada de la montana a horcajadas sobre una mula, la travesia en la lancha privada y luego en el vapor costero, el vuelo en avion de Salonica a Paris, el transbordo, el vuelo a Amsterdam y el recorrido en taxi desde el Aeropuerto Schiphol hasta su hotel, habia sido mas agotador que el viaje de ida.

Habia regresado a su suite sucio, tambaleandose de fatiga y sin animos de enfrentarse a Wheeler o a Angela. Estaba demasiado exhausto incluso para tomar una ducha. Se habia dejado caer en la cama, quedandose dormido hasta la manana siguiente.

Al dirigirse a su oficina en el «Krasnapolsky», habia decidido que aun no estaba listo para discutir con Angela. Primero lo primero, se dijo a si mismo. Debian hacerse dos pruebas de fe; una acerca de la validez de la Palabra, y otra acerca de la honestidad de Angela. Y era importante enfrentarse primero a la de la Palabra.

Desde el cuarto de recepcion de las oficinas de los editores, Randall habia hecho una llamada interna a Angela, la habia saludado, habia ignorado su calurosa bienvenida y le habia explicado que estaria ocupado con los editores todo el dia (puesto que el sabia que en realidad no lo estaria y no queria verla cuando regresara a su oficina, le habia pedido que hiciera una investigacion en la Netherlands Bijbelgenootschap, la Sociedad Biblica). En cuanto a una cita para esta noche, habia estado evasivo. Le dijo que quizas estaria todavia ocupado, pero que el la avisaria.

Una vez hecho eso, se dirigio a la oficina de Wheeler preparado para lo peor, pero se llevo una sorpresa.

Impulsivamente, habia hablado de un hilo, sin dar al editor oportunidad de que lo interrumpiera, diciendole donde habia estado y que habia hecho durante los ultimos cinco dias.

Wheeler lo habia escuchado con interes benigno y le habia respondido de una manera casi congratulatoria.

– No, no me preocupa el que usted haya descuidado su trabajo publicitario. A ninguno de nosotros le molesta. Creo que es mucho mas importante que usted se convenza a si mismo de que nada malo sucede aqui. Despues de todo, no podemos esperar que se entregue de lleno a la venta de un producto, a menos de que crea en el totalmente.

– Gracias, George. Una vez que el abad Petropoulos haya visto y autenticado el fragmento, estare totalmente convencido.

– Esa es otra cosa por la que podria yo decir que le estamos sumamente agradecidos. Siempre quisimos sacar a Petropoulos de su ermita, simplemente para que el tambien comprobara la traduccion, pero nunca pudimos lograrlo. Usted tuvo exito donde nosotros fracasamos, asi que solo podemos estar agradecidos por su iniciativa. No es que jamas hayamos tenido dudas acerca del papiro, pero sera un adorno el tener al abad dentro de nuestro proyecto, y un placer el ver que el despeje la ultima duda que a usted le queda.

– Es muy bondadoso de su parte, George. Compensare el tiempo perdido y estaremos listos para el dia del anuncio.

– El dia del anuncio. Todos nos sentiremos mucho mejor cuando eso haya pasado ya. Mientras tanto, aunque tengamos que permanecer cautelosos, creo que ya todos podremos respirar mejor.

– ?Por que? -inquirio Randall.

– En cuanto al asunto de Hennig, tenemos ya un plan factible para protegerlo del chantaje de Plummer; y con respecto al Judas de la oficina, ese hijo de puta de Hans Bogardus, lo hemos despedido. Lo echamos fuera de aqui en cuanto regresamos de Maguncia.

– ?De veras?

– Bueno, hizo un escandalo y nos amenazo con descubrir lo que supuestamente sabe, tal como lo hizo con usted, y nos advirtio que informaria a De Vroome y a Plummer acerca del tal error fatal, y que ellos nos arruinarian en el instante en que la nueva Biblia saliera al publico. Le dijimos que adelante, que lo intentara, pero que los esfuerzos de sus amigos de nada servirian, porque una vez que vieran la Biblia se darian cuenta de que era invencible. Sea como fuere, echamos a Bogardus.

Jamas habia estado tan impresionado. Que los editores no hubieran temido a Bogardus y que estuvieran deseosos de recibir al abad Petropoulos para que examinara el pergamino, casi habia restaurado por completo la fe de Randall en el proyecto. Habia una ultima peticion que hacer.

– George, tengo la fotografia del Papiro numero 9 en mi portafolio…

– No deberia andar acarreando por ahi algo tan preciado. Deberia guardarla bajo llave en su archivo a prueba de fuego.

– Lo hare, pero antes quisiera compararla con el fragmento original del papiro que esta en la boveda. Querria ver si el original es mas facil de leer. Es decir, me gustaria saber que es lo que tendra el abad para trabajar.

– ?Quiere echarle un vistazo al original? Por supuesto, si eso lo va a hacer feliz. No hay problema. Dejeme telefonear al senor Groat a la boveda y decirle que saque el original y lo tenga listo. Luego bajaremos al sotano para que usted pueda verlo. Le advierto que no habra mucho que ver. Es casi imposible descifrar algo en un pedazo antiguo de papiro, a menos que uno sea un experto, como Jeffries o Petropoulos. Sin embargo, sentira usted una gran emocion simplemente al contemplarlo… un pedazo de manuscrito del ano 62 A. D. que contiene las palabras, las verdaderas palabras que escribio el hermano de Jesus. Sera una experiencia que querra contarles a sus nietos algun dia. Muy bien, dejeme localizar al senor Groat, y luego iremos abajo.

Todo esto habia ocurrido antes de las diez de la manana.

Ahora, a las diez con ocho minutos, Randall y Wheeler bajaban con el ascensor hacia el sotano del «Hotel Krasnapolsky», donde una boveda especialmente construida salvaguardaba los tesoros que habian hecho de Resurreccion Dos y el Nuevo Testamento Internacional una realidad.

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